Un estudio publicado en la edición digital de Neurology concluye que los adultos mayores con un mal olfato son más propensos a desarrollar la enfermedad.
Una simple prueba de rascar y oler podría algún día ayudar a identificar a algunas personas con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson hasta diez años antes de que la enfermedad pueda ser diagnosticada, según un nuevo estudio publicado en la edición digital de Neurology, la revista médica de la Academia Americana de Neurología.
El estudio encontró que los adultos mayores con un mal olfato son más propensos a desarrollar la enfermedad de Parkinson que las personas que se desenvuelven mejor en la prueba del olor. Los científicos también encontraron que el vínculo era más fuerte en los hombres que en las mujeres. La prueba consiste en que las personas huelan 12 olores comunes, como canela, limón, gasolina, jabón y cebolla, y escojan la respuesta correcta de cuatro opciones.
“Estudios previos han demostrado que los negros son más propensos a tener un olfato pobre que los blancos y, sin embargo, pueden ser menos propensos a desarrollar la enfermedad de Parkinson”, apunta el autor del estudio, Honglei Chen, del Colegio de Medicina Humana de la Universidad Estatal de Michigan, en East Lansing, Estados Unidos, y miembro de la Academia Americana de Neurología.
“No encontramos ninguna significación estadística de un vínculo entre el mal olor y la enfermedad de Parkinson en los negros, pero puede haber sido debido al pequeño tamaño de la muestra. Se necesita realizar más investigación para seguir estudiando un posible vínculo”, añade.
Los resultados se mantuvieron iguales después de que los investigadores ajustaron otros factores que podrían afectar al riesgo de la enfermedad de Parkinson, como el tabaquismo, el consumo de café y los antecedentes de lesión en la cabeza. El estudio mostró una fuerte relación entre la prueba del olor y el desarrollo de Parkinson hasta seis años después. La asociación se mantuvo más allá de seis años, pero no fue tan fuerte.
“Los estudios anteriores habían mostrado la predicción de la enfermedad de Parkinson cerca de entre cuatro a cinco años después de que se realizara la prueba del olor. Nuestro trabajo muestra que esta prueba puede ser capaz de informar sobre el riesgo mucho antes que eso”, dice Chen.
Chen señala que no todas las personas con puntuaciones bajas en la prueba del olfato desarrollarán la enfermedad de Parkinson. Además, considera que se necesita más investigación antes de que la prueba del olfato pueda utilizarse para detectar la enfermedad de Parkinson en la población general porque la enfermedad afecta a un porcentaje bajo de la población y porque una puntuación baja en la prueba no descarta otras causas de problemas con el olfato.
Chen apunta como una de las limitaciones del estudio que mientras que se siguió a los participantes a lo largo del tiempo, determinando cuáles de los participantes desarrollaron la enfermedad de Parkinson al final del estudio, es posible que algunos casos se hayan perdido o se hayan cometido errores, especialmente porque la enfermedad puede tardar mucho tiempo en diagnosticarse en algunos casos.
Con información de Hispantv