Llegaron los leñadores otra vez
Por Humberto Campodónico
El año pasado, cuando el crecimiento del PBI bajaba aceleradamente de 9% en el 2008 a 1% en el 2009, una de las causas fue la caída de la inversión privada en más de 15%. Para contrarrestarla, se aplicó un “estímulo fiscal” que aumentó la inversión pública en 25.9% en el 2009 y mitigó en algo la caída del PBI (los datos son del Reporte de Inflación del BCR de marzo).
Por Humberto Campodónico
El año pasado, cuando el crecimiento del PBI bajaba aceleradamente de 9% en el 2008 a 1% en el 2009, una de las causas fue la caída de la inversión privada en más de 15%. Para contrarrestarla, se aplicó un “estímulo fiscal” que aumentó la inversión pública en 25.9% en el 2009 y mitigó en algo la caída del PBI (los datos son del Reporte de Inflación del BCR de marzo).
La cuestión es que ni el año pasado la inversión pública hubiera logrado que el PBI creciera a tasas mayores ni en este 2010 el aumento de la inversión pública puede ser la causa de un supuesto “sobrecalentamiento” de la economía. La razón es simple: la inversión pública —a pesar del notable crecimiento del 2009— apenas si llegó al 5.3% del PBI, mientras que la inversión privada representó el 15.3% del PBI, cayendo del 21.4% del 2008 (ver gráfico). De su lado, el consumo privado representa el 65% del PBI, mientras el consumo público es el 10% restante.
Nótese que la inversión pública ha estado estancada durante años y no se acerca ni de lejos al pico de 9.8% del PBI en 1982 (segundo gobierno de Belaunde). Bajo Toledo/PPK tocó tierra pues, en promedio, solo fue el 2.8% del PBI. Es esta caída la que ha contribuido —en gran medida— al déficit de infraestructura y el insuficiente gasto en educación, salud y los programas sociales.
Pero erre que erre, tanto el FMI en su reciente Consulta con el gobierno peruano, como la propia ministra de Economía, insisten en que el déficit fiscal va a superar la meta del 2% del PBI y que hay “fuertes presiones inflacionarias, como se ve con el azúcar y el petróleo”. Por eso “hay que sacar el hacha de leñador” (como el ministro Valdivieso en julio del 2008) para mantener el equilibrio fiscal.
Lo sorprendente es que, ni por asomo, se piensa que el aumento de los ingresos tributarios también disminuye el déficit fiscal (y no solo el recorte del gasto). Por ejemplo, se pueden eliminar las exoneraciones al sector financiero, combatir la evasión tributaria al impuesto a la renta y al IGV (que Luis Alberto Arias, ex Jefe de la Sunat estimó en S/. 16,000 millones en el 2006), poner en marcha el cobro de ventas en el exterior de rentas de fuente peruana (como Bayóvar) y, una vez más, sentar a la mesa a las empresas mineras y petroleras para acordar un impuesto a las sobreganancias.
También se puede acelerar el cobro de las deudas tributarias a la Sunat que ascienden a S/. 6,300 millones, provenientes de empresas como Telefónica, Engelhard, Sedapal y Petroperú. De otro lado, la poca transparencia del MEF en el manejo de los superávits fiscales del 2006, 2007 y 2008 impide saber cuánto queda aún en la Caja Fiscal (descontado el estímulo del 2009). Según el BCR (Nota Semanal, Cuadro 9) existen S/. 24,000 millones de soles del gobierno central depositados en diferentes bancos. ¿Cuánto es ahorro de años anteriores? No lo sabemos.
Para terminar, dos cosas. Primero, que la inversión pública debe mantener el crecimiento de 19.8% en el 2010 (estimado del BCR en el Reporte de Inflación) pues las necesidades sociales son grandes (cuidando siempre que el gasto sea eficiente). Segundo, que la crisis económica mundial no ha terminado y todas las estimaciones “super duper” optimistas de algunos sobre el ciclo al alza (y, por tanto, aplicar aquí políticas anticíclicas de recorte del gasto), van a tener que enfrentar la realidad de los acontecimientos, como aquellos que ayer golpearon a los mercados financieros y a los precios de las materias primas en todo el mundo por la deuda griega y española.
No vaya a ser que se conviertan en los Valdiviesos del 2010.
www.cristaldemira.com
Nótese que la inversión pública ha estado estancada durante años y no se acerca ni de lejos al pico de 9.8% del PBI en 1982 (segundo gobierno de Belaunde). Bajo Toledo/PPK tocó tierra pues, en promedio, solo fue el 2.8% del PBI. Es esta caída la que ha contribuido —en gran medida— al déficit de infraestructura y el insuficiente gasto en educación, salud y los programas sociales.
Pero erre que erre, tanto el FMI en su reciente Consulta con el gobierno peruano, como la propia ministra de Economía, insisten en que el déficit fiscal va a superar la meta del 2% del PBI y que hay “fuertes presiones inflacionarias, como se ve con el azúcar y el petróleo”. Por eso “hay que sacar el hacha de leñador” (como el ministro Valdivieso en julio del 2008) para mantener el equilibrio fiscal.
Lo sorprendente es que, ni por asomo, se piensa que el aumento de los ingresos tributarios también disminuye el déficit fiscal (y no solo el recorte del gasto). Por ejemplo, se pueden eliminar las exoneraciones al sector financiero, combatir la evasión tributaria al impuesto a la renta y al IGV (que Luis Alberto Arias, ex Jefe de la Sunat estimó en S/. 16,000 millones en el 2006), poner en marcha el cobro de ventas en el exterior de rentas de fuente peruana (como Bayóvar) y, una vez más, sentar a la mesa a las empresas mineras y petroleras para acordar un impuesto a las sobreganancias.
También se puede acelerar el cobro de las deudas tributarias a la Sunat que ascienden a S/. 6,300 millones, provenientes de empresas como Telefónica, Engelhard, Sedapal y Petroperú. De otro lado, la poca transparencia del MEF en el manejo de los superávits fiscales del 2006, 2007 y 2008 impide saber cuánto queda aún en la Caja Fiscal (descontado el estímulo del 2009). Según el BCR (Nota Semanal, Cuadro 9) existen S/. 24,000 millones de soles del gobierno central depositados en diferentes bancos. ¿Cuánto es ahorro de años anteriores? No lo sabemos.
Para terminar, dos cosas. Primero, que la inversión pública debe mantener el crecimiento de 19.8% en el 2010 (estimado del BCR en el Reporte de Inflación) pues las necesidades sociales son grandes (cuidando siempre que el gasto sea eficiente). Segundo, que la crisis económica mundial no ha terminado y todas las estimaciones “super duper” optimistas de algunos sobre el ciclo al alza (y, por tanto, aplicar aquí políticas anticíclicas de recorte del gasto), van a tener que enfrentar la realidad de los acontecimientos, como aquellos que ayer golpearon a los mercados financieros y a los precios de las materias primas en todo el mundo por la deuda griega y española.
No vaya a ser que se conviertan en los Valdiviesos del 2010.
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