Detrás de la Ley del Mecenazgo Cultural
Por Humberto Campodónico
La Ley de Mecenazgo Cultural presentada por congresistas apristas plantea que las personas naturales o jurídicas puedan realizar donaciones para la ejecución de proyectos o actividades culturales de interés general. El meollo de la propuesta es que esas donaciones pueden deducirse del pago del impuesto a la renta, lo que quiere decir que el Estado dejará de recibir impuestos.
Por Humberto Campodónico
La Ley de Mecenazgo Cultural presentada por congresistas apristas plantea que las personas naturales o jurídicas puedan realizar donaciones para la ejecución de proyectos o actividades culturales de interés general. El meollo de la propuesta es que esas donaciones pueden deducirse del pago del impuesto a la renta, lo que quiere decir que el Estado dejará de recibir impuestos.
¿Cuánto van a dejar de pagar? Veamos primero cómo funciona el mecanismo vigente. Actualmente, las donaciones se pueden deducir como gasto para la determinación del Impuesto a la Renta (IR) hasta un máximo del 10% de la Renta Neta. El IR es de 30%.
Visto en números, la cosa es así: si la renta neta es 100, la empresa puede deducir 10 para la donación, con lo cual la nueva renta neta es 90. Esto quiere decir que, sin donación, el Estado hubiera recibido 30 por IR (30% por 100), pero con donación solo recibiría 27 (30% por 90). En otras palabras, de la donación de 10, el privado pone 7 y el Estado pone 3.
La propuesta aprista original proponía elevar el gasto deducible del 10% al 100% de la renta neta. Inaudito. Podría darse el caso de que una empresa done toda su utilidad y no pague impuestos, lo que, claro, les conviene a estas pero no al fisco, es decir, a todos los peruanos. Por eso, el dictamen de mayoría de la Comisión de Economía bajó el gasto deducible al 50% de la renta neta, lo que aún sigue siendo alto.
¿En qué ha quedado todo finalmente? Bueno, la ley todavía no se aprueba, pero la ministra Aráoz ha dicho que aceptaría subir el gasto deducible del 10% (como está hoy) al 15%. Si eso es así, más habrán sido las cáscaras que las nueces.
Pero la oportunidad de este debate puede servir para avanzar en varios temas clave. Uno es que el Estado puede promover determinadas actividades a través de exoneraciones tributarias (“gasto tributario” en jerga económica). A los neoliberales eso no les gusta porque dicen que “un burócrata estaría escogiendo a los ganadores”. Pero la verdad de las cosas es que todos los Estados lo hacen, fijando prioridades de políticas. Así, el Perú ya lo hacía con las donaciones. Pero no solo con ellas. El total de exoneraciones tributarias, según el Marco Macroeconómico Multianual 2011-2013, es S/. 6,710 millones, el 1.53% del PBI. Destaca la exoneración del pago del impuesto a la renta de S/. 329 millones que se le ha otorgado a Antamina por concepto de reinversión de utilidades, lo que hemos criticado pero igual se dio (ver www.cristaldemira.com del 23/11/09; 27/11/09 y 15/01/10).
Un segundo tema, quizá más importante, es la discusión sobre la política cultural del Estado, de la cual las exoneraciones tributarias que plantea la ley del Mecenazgo Cultural podrían formar parte (de repente sí, de repente no).
En esta discusión debiera tomarse en cuenta lo que dice el Acuerdo Nacional y el planteamiento de Alan García, hace dos años, de crear el Ministerio de la Cultura. También, claro está, las opiniones de todas las instituciones, organizaciones y personalidades relacionadas con la cultura y la política cultural (donde, por cierto, no me incluyo).
Lo que debe terminar es lo que está pasando hoy: como la presencia del Estado en políticas (y presupuestos) culturales es débil, en los hechos el “libre mercado” —o sea, las grandes empresas privadas— decide sobre el tema, priorizando lo que entiende por “cultura” de acuerdo con sus intereses particulares. Esa tendencia se reforzaría si las empresas pudieran deducir como gasto el 100% de la renta neta, como lo planteaba el proyecto aprista primigenio. No, pues.
www.cristaldemira.com
Visto en números, la cosa es así: si la renta neta es 100, la empresa puede deducir 10 para la donación, con lo cual la nueva renta neta es 90. Esto quiere decir que, sin donación, el Estado hubiera recibido 30 por IR (30% por 100), pero con donación solo recibiría 27 (30% por 90). En otras palabras, de la donación de 10, el privado pone 7 y el Estado pone 3.
La propuesta aprista original proponía elevar el gasto deducible del 10% al 100% de la renta neta. Inaudito. Podría darse el caso de que una empresa done toda su utilidad y no pague impuestos, lo que, claro, les conviene a estas pero no al fisco, es decir, a todos los peruanos. Por eso, el dictamen de mayoría de la Comisión de Economía bajó el gasto deducible al 50% de la renta neta, lo que aún sigue siendo alto.
¿En qué ha quedado todo finalmente? Bueno, la ley todavía no se aprueba, pero la ministra Aráoz ha dicho que aceptaría subir el gasto deducible del 10% (como está hoy) al 15%. Si eso es así, más habrán sido las cáscaras que las nueces.
Pero la oportunidad de este debate puede servir para avanzar en varios temas clave. Uno es que el Estado puede promover determinadas actividades a través de exoneraciones tributarias (“gasto tributario” en jerga económica). A los neoliberales eso no les gusta porque dicen que “un burócrata estaría escogiendo a los ganadores”. Pero la verdad de las cosas es que todos los Estados lo hacen, fijando prioridades de políticas. Así, el Perú ya lo hacía con las donaciones. Pero no solo con ellas. El total de exoneraciones tributarias, según el Marco Macroeconómico Multianual 2011-2013, es S/. 6,710 millones, el 1.53% del PBI. Destaca la exoneración del pago del impuesto a la renta de S/. 329 millones que se le ha otorgado a Antamina por concepto de reinversión de utilidades, lo que hemos criticado pero igual se dio (ver www.cristaldemira.com del 23/11/09; 27/11/09 y 15/01/10).
Un segundo tema, quizá más importante, es la discusión sobre la política cultural del Estado, de la cual las exoneraciones tributarias que plantea la ley del Mecenazgo Cultural podrían formar parte (de repente sí, de repente no).
En esta discusión debiera tomarse en cuenta lo que dice el Acuerdo Nacional y el planteamiento de Alan García, hace dos años, de crear el Ministerio de la Cultura. También, claro está, las opiniones de todas las instituciones, organizaciones y personalidades relacionadas con la cultura y la política cultural (donde, por cierto, no me incluyo).
Lo que debe terminar es lo que está pasando hoy: como la presencia del Estado en políticas (y presupuestos) culturales es débil, en los hechos el “libre mercado” —o sea, las grandes empresas privadas— decide sobre el tema, priorizando lo que entiende por “cultura” de acuerdo con sus intereses particulares. Esa tendencia se reforzaría si las empresas pudieran deducir como gasto el 100% de la renta neta, como lo planteaba el proyecto aprista primigenio. No, pues.
www.cristaldemira.com