Cumbre del G-20: nueva geografía, poca cohesión
Por Humberto Campodónico
El PBI de las economías del Grupo de los 20, que se reúnen hoy en la Cumbre de Toronto, sumó un total de US$ 53.9 billones en el 2009, lo que representa nada menos que el 87.2% del PBI mundial de US$ 67.1 billones. Lo que quiere decir que los 180 países restantes tienen en conjunto tan solo el 12.8% restante.
El PBI de las economías del Grupo de los 20, que se reúnen hoy en la Cumbre de Toronto, sumó un total de US$ 53.9 billones en el 2009, lo que representa nada menos que el 87.2% del PBI mundial de US$ 67.1 billones. Lo que quiere decir que los 180 países restantes tienen en conjunto tan solo el 12.8% restante.
Hasta el 2008, la economía mundial estaba manejada —informalmente, por supuesto— por el Grupo de los 8, compuesto por EE. UU., Alemania, Japón, Francia, Reino Unido, Canadá, Italia y Rusia, con un PBI total de US$ 33.4 billones. Pero la creciente importancia de las llamadas “economías emergentes” hizo que los países del G-8 no tuvieran más remedio que ampliarlo, llamando a 11 países más, cuyo PBI combinado es de US$ 14.3 billones (eso da 19 miembros, a los que se suma el Consejo de la Unión Europea).
El país más importante sigue siendo EE. UU., con un PBI de US$ 14.8 billones. Pero, ojo, ya China se ha convertido en la segunda economía del mundo, con US$ 5.36 billones, viniendo más atrás Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. En octavo lugar viene Brasil, con 1.91 billones, mientras que los otros dos países latinoamericanos del G-20, México y Argentina, están más rezagados.
Cuando se analiza la balanza comercial de estos países, el ranking cambia sustancialmente. EE. UU. tiene el mayor déficit comercial con US$ 380,000 millones (2.9% de su PBI), mientras que China tiene el mayor superávit con US$ 296,000 millones (5.8% de su PBI). Japón y Alemania también tienen superávits comerciales de US$ 131,000 y 109,0000 millones (2.8 y 4.8% de su PBI, respectivamente), mientras que Francia, Canadá, Reino Unido e Italia tienen importantes déficits comerciales.
Por el lado de los emergentes (excluyendo a China), los resultados comerciales mezclan superávits y déficits, pero en ninguno de los casos son tan significativos como los mencionados en el párrafo anterior. Así, puede afirmarse que el desbalance comercial global es un partido que se juega entre los principales países del G-8 (siendo EE. UU. el principal deficitario y Alemania y Japón superavitarios) y China, con un enorme superávit comercial.
Ahora bien, esta Cumbre del G-20 se lleva a cabo en momentos en que la recuperación económica global está seriamente amenazada por la crisis fiscal de varios países europeos, la que, además, amenaza la estabilidad del euro. En este contexto, los analistas constatan dos posiciones divergentes. De un lado, EE. UU. está planteando que si bien los déficits fiscales son altos, la recuperación económica no ha llegado aún al momento en que deban retirarse los estímulos, pues eso frenaría el crecimiento.
De otro, a la mayor parte de los europeos le preocupan los déficits fiscales, por lo cual han puesto en marcha drásticos recortes presupuestales, corriendo el riesgo de frenar el frágil crecimiento económico y volver a caer en recesión, como en la década del 30.
Lo que se constata, entonces, en estos temas centrales de la agenda (también están el valor del yuan, la ayuda a los países en desarrollo y las reformas financieras) es que, de un lado, ya cambió la geografía económica mundial y, de otro, que la necesaria cohesión de políticas económicas —evocada siempre por los líderes políticos— está siendo reemplazada por divisiones cada vez más profundas. Cuál será su impacto en el resto de los “paisitos” del mundo está todavía por verse. Veremos qué pasa.
www.cristaldemira.com
El país más importante sigue siendo EE. UU., con un PBI de US$ 14.8 billones. Pero, ojo, ya China se ha convertido en la segunda economía del mundo, con US$ 5.36 billones, viniendo más atrás Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. En octavo lugar viene Brasil, con 1.91 billones, mientras que los otros dos países latinoamericanos del G-20, México y Argentina, están más rezagados.
Cuando se analiza la balanza comercial de estos países, el ranking cambia sustancialmente. EE. UU. tiene el mayor déficit comercial con US$ 380,000 millones (2.9% de su PBI), mientras que China tiene el mayor superávit con US$ 296,000 millones (5.8% de su PBI). Japón y Alemania también tienen superávits comerciales de US$ 131,000 y 109,0000 millones (2.8 y 4.8% de su PBI, respectivamente), mientras que Francia, Canadá, Reino Unido e Italia tienen importantes déficits comerciales.
Por el lado de los emergentes (excluyendo a China), los resultados comerciales mezclan superávits y déficits, pero en ninguno de los casos son tan significativos como los mencionados en el párrafo anterior. Así, puede afirmarse que el desbalance comercial global es un partido que se juega entre los principales países del G-8 (siendo EE. UU. el principal deficitario y Alemania y Japón superavitarios) y China, con un enorme superávit comercial.
Ahora bien, esta Cumbre del G-20 se lleva a cabo en momentos en que la recuperación económica global está seriamente amenazada por la crisis fiscal de varios países europeos, la que, además, amenaza la estabilidad del euro. En este contexto, los analistas constatan dos posiciones divergentes. De un lado, EE. UU. está planteando que si bien los déficits fiscales son altos, la recuperación económica no ha llegado aún al momento en que deban retirarse los estímulos, pues eso frenaría el crecimiento.
De otro, a la mayor parte de los europeos le preocupan los déficits fiscales, por lo cual han puesto en marcha drásticos recortes presupuestales, corriendo el riesgo de frenar el frágil crecimiento económico y volver a caer en recesión, como en la década del 30.
Lo que se constata, entonces, en estos temas centrales de la agenda (también están el valor del yuan, la ayuda a los países en desarrollo y las reformas financieras) es que, de un lado, ya cambió la geografía económica mundial y, de otro, que la necesaria cohesión de políticas económicas —evocada siempre por los líderes políticos— está siendo reemplazada por divisiones cada vez más profundas. Cuál será su impacto en el resto de los “paisitos” del mundo está todavía por verse. Veremos qué pasa.
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