Las discusiones actuales sobre coyuntura internacional suelen centrar la preocupación principalmente en tres frentes: la economía de EE. UU.; la inminente desaceleración de las economías emergentes; y la debilidad crónica de Europa, la cual parece haber empezado a mostrar leves pero continuos signos de recuperación.

En lo concerniente al mundo emergente, causa particular interés el destino económico de China. Mucho se ha hablado acerca del fin de su aparentemente insostenible ritmo de crecimiento de los últimos años, el cual pasó de cifras de dos dígitos, que llegaron a superar el 14% en el segundo y tercer trimestres de 2007, a menos del 8% en los tres primeros trimestres del 2013.

Las autoridades chinas han mostrado una clara decisión de hacer de su proceso de expansión uno más saludable y sostenible, pero también parecen no estar dispuestos a generar un “aterrizaje brusco”. En esa línea, el primer ministro Li Keqiang declaró recientemente que el crecimiento del país debería mantenerse por encima del 7.5% en los primeros nueve meses de este año, apuntando a calmar temores de una desaceleración mayor.

Importancia de China en la economía mundial

China cuenta con la población más grande del planeta, con 1,351 millones de habitantes, es el país con el segundo PBI más grande del mundo, después de EE. UU., es el mayor exportador e importador a nivel global y es, entre las economías más grandes del mundo, la de mayor crecimiento promedio en las últimas décadas.

China cuenta también con la mayor tenencia de bonos del tesoro estadounidense, factor que podría estar siendo considerado por la misma Fed en su ya anunciada decisión de retiro paulatino del estímulo monetario (QE, por sus siglas en inglés). Y es que cabe la posibilidad de que China opte por deshacerse de parte de estas tenencias de bonos con el fin de amenguar el efecto de su pérdida de valor en un supuesto lógico de incremento de las tasas de interés. De efectuarse, tal decisión acentuaría la presión al alza de las tasas de los bonos del tesoro de EE.UU., y podría mellar el proceso de recuperación económica de la primera potencia mundial.

Desempeño económico del gigante asiático

Datos del PMI industrial de China se han mantenido desde octubre de 2012 por encima de 50, nivel que separa el crecimiento de la contracción, y a septiembre de 2013 llegó a 51.7, la cifra mayor en 17 meses (desde abril de 2012). Este dato corresponde a la medición oficial del país, a cargo del National Bureau of Statistics of China (NBS), y es generado a partir de una encuesta a gerentes de compras del sector industrial. Sin embargo, el índice PMI que producen Markit y el HSBC, que toma en cuenta una muestra bastante menor y enfocada en pequeñas empresas, registró 50.2 en septiembre, 50.1 en agosto y cifras por debajo de 50 en los dos meses previos, lo que estaría indicando un relativo menor dinamismo industrial en dicho subsegmento.

Las importaciones crecieron a una tasa anual de 7.43% en septiembre, y la evolución de la suma móvil de 12 meses muestra una tendencia creciente, luego de haberse registrado cierto estancamiento en la segunda parte del 2012.

Por su parte, las ventas minoristas crecieron en 13.4% interanual en agosto, registrando un ligero incremento frente al 13.2% del mes anterior, y mostrando una recuperación en su ritmo de avance en lo que va del año. Las ventas minoristas son el principal indicador de los gastos de los consumidores, y harían prever un aumento en la demanda interna en el tercer trimestre del año.

Estos resultados estarían reflejando los esfuerzos de Pekín por poner fin a la desaceleración económica mediante un incremento de las inversiones en sectores importantes, como el ferroviario y de la construcción de viviendas públicas, además de otras medidas para ayudar a las empresas.

De este modo, los indicadores de actividad doméstica de China estarían apuntando a una normalización en su ritmo de crecimiento en niveles cercanos al 8%, por lo que no cabría esperar –al menos por ahora- una desaceleración aún mayor.

Problemas estructurales: sobreendeudamiento gubernamental y banca en la sombra

A pesar de lo anterior, es necesario mirar de cerca dos factores que constituyen potenciales factores desequilibrantes de la economía china.

Por un lado está el aparente sobreendeudamiento de los gobiernos locales. Éstos han venido tomando créditos del sistema bancario formal de forma exagerada, invirtiendo en proyectos de infraestructura y otros con muy baja o nula rentabilidad. Este comportamiento tendría su sustento en la existencia de incentivos en el interior del Gobierno chino para que los funcionarios que encabezan localidades compitan entre sí por el mayor crecimiento económico de éstas (a mayor desempeño económico, mayor probabilidad de ser promovidos). Tales incentivos existen desde el inicio del proceso de reforma económica de China, en el año 1978.

No obstante, el Gobierno ha ordenado una auditoría del endeudamiento público con el objetivo de controlar estos riesgos, y ha anunciado que mejorará la supervisión de la deuda de gobiernos locales. Este hecho podría implicar el aplazamiento o cancelación de algunos proyectos (los menos rentables), afectando finalmente al ritmo de crecimiento económico del país. Será necesario evaluar de cerca el impacto de estas medidas.

Por otro lado, está la banca en la sombra, la cual está conformada por un conjunto de entidades financieras que están fuera de la estricta regulación del sistema financiero formal, que es básicamente estatal y que cuenta con tasas de interés controladas. Justamente este control generó el surgimiento de un sector financiero paralelo, el cual asume más riesgos y cobra tasas más elevadas, pero que ha empezado a preocupar a las autoridades, debido a su elevadísimo crecimiento y diversificación de sus ramas de acción. Así, al poder eludir los controles de la banca tradicional, la banca en la sombra ha desarrollado innovaciones financieras similares a las de Wall Street, empaquetando créditos de alto riesgo para conseguir financiamiento de inversionistas que buscan retornos más altos que los que consiguen en el sector financiero formal, en el que las tasas de depósitos son menores a la inflación, resultando negativas en términos reales (en septiembre, la tasa de depósitos ascendió a 3.00%, mientras que la inflación anual fue de 3.10%).

El Gobierno de China ha dado señales claras de querer frenar estos desequilibrios. La primera de ellas fue no reaccionar ante una crisis de liquidez en el mercado interbancario en junio (lo que generó un fuerte repunte de la tasa overnight), mercado a través del cual también se fondean las entidades en la sombra. Las autoridades señalaron que no actuarían ante una escasez de fondos causada por un ritmo excesivo de otorgamiento de fondeo para préstamos riesgosos. Con esto, apuntan a disuadir fuertemente a las entidades financieras (formales y en la sombra) para que limiten el exceso de crédito, y buscan inducir a las entidades formales a que estén menos expuestas a la banca en la sombra. La segunda señal ha sido el anuncio de una próxima liberalización de la tasa de interés, de modo que la banca formal tenga menos restricciones para otorgar financiamiento y pueda competir con las entidades no reguladas.

La gran preocupación de los inversionistas y analistas respecto a este tema gira en torno a dos puntos:

1. Que la desaceleración actual de la economía china pueda afectar al sector bancario sombra (vía la quiebra o impago de créditos de deudores de alto riesgo, principales clientes de esta banca), pudiendo incluso desbaratarlo de forma similar a lo ocurrido con la crisis “subprime”.

2. Que la decisión del gobierno chino de acabar con estos excesos pueda mellar más en el desempeño económico del país en el corto plazo, generando una desaceleración aún mayor.

Otro problema en torno a este punto es que no se tiene una cifra clara de la magnitud del sector financiero sombra. Los estimados van desde un 25% hasta cerca de un 60% del PBI chino.

Otras medidas del Gobierno

Las autoridades de China también han adoptado otras medidas concretas y específicas para apoyar el crecimiento de la nación. Entre éstas destaca una suspensión temporal de impuestos a las PyME, la asistencia a exportadores en problemas y aceleración de la inversión en infraestructura urbana y ferrocarriles, según se señaló líneas arriba.

Asimismo, ha señalado que iniciará un proceso de agilización de procesos burocráticos gubernamentales y transparentará y estandarizará el sistema fiscal.

Comentarios finales

Queda claro que el crecimiento de China no volverá a mostrar cifras de dos dígitos en el futuro próximo. Las autoridades han sido muy enfáticas en su decisión de reducir los desequilibrios que han existido hasta ahora en su proceso de crecimiento y que podrían implicar un aterrizaje brusco más adelante, de no ser corregidos. En este contexto, la meta establecida para el avance del PBI en el 2013 de 7.5%, que sería alcanzada sin mayores sobresaltos, marcará el ritmo de expansión más lento en 23 años, ritmo al que el mundo deberá acostumbrarse y prever para el futuro próximo. Si bien esta actitud del Gobierno chino se percibe muy positiva, queda en evidencia que aún no se sabe con certeza si la corrección de los problemas estructurales del país podría generar un efecto aún mayor en su desempeño económico, y qué velocidad podría tener ese ajuste.

Ante ello, será crucial mantener un monitoreo constante de China, tanto de sus resultados macroeconómicos como del avance de sus reformas, con el fin de poder determinar con la mayor oportunidad y certeza posible su efecto sobre la actividad global y la del resto del mundo emergente.

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