La llegada de medio millón de visitantes a Venecia en el fin de semana de Pascua planteó ante las autoridades el problema de cómo restringir el acceso de turistas para salvar la ciudad lagunar del caos.
MEDIO MILLÓN DE TURISTAS EN CUATRO DÍAS
Tras el duro impacto de la pandemia, que en 2020 redujo la llegada de visitantes en casi dos tercios, Venecia recupera su fama de meca turística. Los delfines que hace dos años nadaban en los canales de la ciudad desierta ya no son más que un recuerdo lejano, casi inverosímil.
En las últimas semanas las calles de la ciudad pululan de gente y las cantidades de turistas que la visitan diariamente casi volvieron a niveles prepandémicos. Según los datos del Ayuntamiento, entre el Viernes Santo y el Lunes de Pascua la Serenísima reportaba una media de más de 125.000 turistas al día, que inundaban sus avenidas y formaban largas colas para entrar en los museos y restaurantes.
Igual que en los años precedentes a la pandemia, la mayor parte de este enorme flujo humano llega de otros países: entre los turistas que visitaron la ciudad en los días de Pascua, los alemanes fueron los más numerosos, alcanzando el 20 por ciento del total, seguidos por ingleses, franceses y españoles, con el 13, el 12 y el 11 por ciento, respectivamente.
ECONOMÍA VS PATRIMONIO CULTURAL
El alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, está contento de que los visitantes extranjeros regresen a la ciudad. "Se pone en marcha el turismo. Es una bocanada de oxígeno para los operadores", escribe en sus cuentas de Facebook y Twitter.
De hecho, los comerciantes y los empleados del sector turístico se sienten optimistas: con más turistas mejora su situación económica, mermada por la crisis pandémica. Sin embargo, si para la economía urbana los interminables flujos de turistas son una bendición, para el patrimonio artístico representan más bien un peligro.
Desde hace años la Unesco critica a las autoridades locales por no tomar medidas suficientes para mitigar el daño causado por el turismo en masa y amenaza con excluir a la Serenísima de los sitios inscritos en la Lista del Patrimonio de la Humanidad. De realizarse, este escenario representaría un golpe durísimo para Venecia.
UN SISTEMA EXPERIMENTAL
Para evitarlo, el Ayuntamiento elaboró una solución que, según afirma, es absolutamente innovadora. A partir de julio arranca un experimento, en el marco del cual los turistas, antes de llegar a la ciudad, podrán reservar su visita en una página web vinculada al Ayuntamiento.
En la fase inicial el nuevo sistema será gratuito, se aplicará a los turistas de un día y les permitirá obtener descuentos en los museos o beneficiarse de otros incentivos económicos. Si el experimento da buenos resultados, el sistema se hará obligatorio desde el próximo enero.
A partir de ese momento las reservaciones ya no serán gratuitas: las autoridades aún no han establecido el precio del billete, pero, según los medios italianos, podría tratarse de 3 euros y, cada vez que se alcance el límite de 40.000 turistas al día, el coste subirá a 10 euros por persona.
Podría parecer un buen modo para aumentar los ingresos del Ayuntamiento, pero las autoridades afirman que para una ciudad como Venecia se tratará de sumas relativamente modestas y que el objetivo principal del nuevo sistema es desincentivar el turismo excesivo.
El proyecto aún no está ultimado, quedan cosas que el Ayuntamiento de Venecia todavía debe poner en marcha para hacer operativo el sistema. En este momento la incógnita principal es: ¿cómo las autoridades van a rastrear a los que decidan llegar a la ciudad sin reservar? La administración anunció que podría instalar torniquetes para vigilar los accesos, pero en el Consejo Municipal la idea suscitó bastante crítica de parte de la oposición.
Este verano mostrará si el experimento anunciado por el alcalde Brugnaro y sus consejeros es viable. De no serlo, las perspectivas serán inciertas: no parece que en este momento las autoridades dispongan de un "plan B" para gestionar la invasión turística.
Con información de Sputnik