Jorge Manco Zaconetti

Algunos amigos empresarios y académicos no economistas me preguntan si la economía peruana es sólida en términos macroeconómicos con estabilidad monetaria que es inédita en la historia republicana. Donde el sol peruano está considerado como una de las monedas más fuertes de la región. Si el déficit fiscal por la ortodoxia liberal no debe ser mayor al 3 % a pesar de tener más de US $ 75 mil millones de dólares como reservas internacionales.

 

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Si la inflación en los últimos veinte años está por debajo del 3 % anual salvo en el año 2022 que se disparó por encima del 9 % siendo en lo fundamental una inflación importada en un 50 % gracias a la recuperación de la economía mundial, saliendo del año nefasto del 2020 que se llevó al cementerio a más de 300 mil peruanos, por los precarios servicios de la salud pública, donde no se tenía ni 200 camas UCI, en una pandemia de la cual no hemos obtenido las debidas lecciones.

Podría seguir enumerando las supuestas bondades del modelo económico inspirado en la Constitución Política de 1993 producto del “golpe de estado” del 5 de abril de Alberto Fujimori con el apoyo de los altos mandos de las fuerzas armadas, que terminaron siendo corroídas, compradas por la corrupción sistémica del régimen Fujimori / Montesinos; es decir, se coparon las principales instituciones del país, el Poder Judicial, la Fiscalía, el poder electoral, legislativo, la prensa comprada por millones de dólares, políticos y formadores de opinión al servicio de un capitán expulsado del ejército acusado de alta traición por vender información clasificada a terceros países.

En verdad, esta introducción tiene que ver con el profundo malestar de la población peruana en su conjunto, empezando por los gremios del transporte hartos de las extorsiones y sicariato que están paralizando el país, y a ello se junta la pobreza creciente, la galopante informalidad, y la indiferencia de un poder legislativo ante la creciente inseguridad ciudadana. Se manifiesta un hartazgo ciudadano que está directamente ligado al modelo neoliberal imperante desde 1993.

A la falta de crecimiento económico producto de la retracción de las inversiones privadas en parte explicadas por esta mayor conflictividad social, que se manifiesta no solamente en el sur y norte del Perú, sino también en Lima, en especial frente al crimen organizado y la ineficacia de las fuerzas policiales. Solamente en el sector minero hay más de US $ 56 mil millones de dólares en inversiones proyectadas que debieran ser destrabadas, pero encuentran una fuerte oposición social y política.

 

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En este contexto adquiere plena vigencia las tesis expuestas por los recientes premiados economistas con el Nobel de Economía Daron Acemoglu y James Robinson que en su libro clásico ¿Por qué Fracasan los Países? Los Orígenes del Poder, la Prosperidad y la Pobreza, rescatan a la Ciencia Económica como Economía Política, como una ciencia ligada a la historia, a la sociología, pero en especial con la política.

En tal sentido, quien mejor que Dani Rodrik profesor de la Escuela de Gobierno Kennedy, de la Universidad de Harvard, al resumir un libro de quince capítulos y 589 páginas editado por la editorial Deusto (2012), quien en el prólogo escribe: “Es la política, ¡tontos! Así explican Acemoglu y Robinson, de forma sencilla pero convincente, la razón por la que tantos países no consiguen desarrollarse. Desde el absolutismo de los Estuardo al período prebélico del Sur, de Sierra Leona a Colombia, este trabajo magistral muestra como las élites poderosas manipulan las reglas para beneficiarse en detrimento de la mayoría. Trazando un camino cuidadoso entre los pesimistas y los optimistas, los autores demuestran que la historia y la geografía no tienen por qué marcar el destino de ningún país. Sin embargo, también documentan de qué forma las ideas y las políticas económicas inteligentes a menudo logran pocos resultados cuando no existe un cambio político fundamental”.

Es decir, en la esencia del atraso y el subdesarrollo de los países pobres está la vigencia de instituciones políticas y económicas extractivistas donde una minoría social, “las élites poderosas” extraen recursos, riqueza de la mayoría por medio de una serie de mecanismos que explicaremos en los próximos artículos, para entender ¿cómo funciona el extractivismo en el Perú?

VARIADOS MECANISMOS

Uno de los mecanismos más importantes del extractivismo en nuestro país, ha sido la privatización de las empresas públicas, especialmente mineras, cementeras, eléctricas, pesqueras a precio de remate, pero sobre todo la privatización fragmentada de PetroPerú, desde 1992 a la actualidad. 

 

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La privatización de los lotes petroleros a “precios de ocasión” ha favorecido a unos cuantos grupos de poder y transnacionales como Pluspetrol una empresa privada argentina que en la década de los ochenta del siglo pasado era una empresa mediana, muy por debajo de Pérez Companc.

Aquí gracias a la privatización de las reservas probadas, probables y posibles de PetroPerú del lote 8, Pluspetrol se hizo grande, explotando dichas reservas desde junio de 1996 hasta el 2021 que hizo abandono del lote, dejando cuantiosos pasivos ambientales sin resolver.

Gracias a la producción de petróleo del lote 8/8X (Trompeteros, Corrientes) más de 30 mil barriles diarios en su mejor momento, pudo adquirir con las utilidades obtenidas el contrato de explotación del lote 1-AB que era operado por la OXY. Así, Pluspetrol desde el 2001 hasta agosto del 2015 explotó la reservas probadas, probables y posibles del lote 1-AB, ahora denominado lote 192 por PerúPetro para salvar las apariencias, y los enormes pasivos ambientales dejados por OXY y Pluspetrol, que se convirtió en Pluspetrol Norte con otros socios.

Gracias a los excedentes obtenidos del lote 8 y del lote 1-AB pudo financiar su participación en el Consorcio Camisea con una mayoría accionaria creando dos empresas jurídicas diferentes para sacarle la vuelta a los trabajadores y al fisco. Por un lado, Pluspetrol Plus Corporation (PPC) con el 2.5% del capital accionario, con más de 800 trabajadores especializados, que operan los lotes 88 y 56 de donde se extraen en promedio 1,650 millones de pies cúbicos diarios de gas natural de los cuales 500 millones de pies cúbicos se exportan (Lote 56) y 80 mil barriles diarios de líquidos de gas natural que son tratados en la Planta de Fraccionamiento de Pisco, de donde se obtienen importantes volúmenes de GLP, diésel limpio y nafta que se exporta a precios internacionales.

De otro lado, formaron otra empresa Pluspetrol Camisea con el 25 % del capital accionario en el Consorcio Camisea con menos de 20 trabajadores, casi todos funcionarios y gerentes, para evitar el pago de la participación de utilidades de los trabajadores.

 

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En resumen, el origen de la prosperidad y crecimiento de Pluspetrol en el Perú se explica por la renta petrolera obtenida en el lote 8 privatizado en 1996. Se debe recordar que dicho lote fue vendido por un precio de US $ 142.2 millones de dólares, de los cuales US $ 25 millones fueron pagados en papeles de la deuda externa, que fueron comprados a precios depreciados y reconocidos al 100 % de su valor por el Estado peruano.

Así, gracias a los privilegios de una política petrolera rentista la empresa Pluspetrol pudo ser una empresa transnacional de mayor importancia. Otro caso de transferencia de riqueza gracias a la vigencia de instituciones políticas y económicas extractivistas lo constituye la privatización del lote I en Talara, un lote que fue operado por el grupo Graña y Montero, que, por el escándalo de Odebrecht y la construcción del Gasoducto del Sur, tuvo que cambiar de nombre, hasta diciembre del 2021, cuando fue transferido a PetroPerú por un contrato con vigencia de 24 meses, algo inusual en las prácticas de contratos.

Gracias al pequeño pero rentable lote I, que fue explotado por Graña y Montero desde 1994 con una producción máxima de 1,000 barriles diarios y una inversión promedio de US $ 600 mil dólares anuales. Pudo producir 9 millones de pies cúbicos de gas natural que alimentan la Planta de Fraccionamiento que le permite obtener un promedio de 300 barriles diarios de GLP, y el gas natural seco será vendido a PetroPerú para las operaciones de la Nueva Refinería de Talara.

Gracias a la rentabilidad del lote I, el Grupo Graña y Montero que tiene como principal accionista a los Graña Miró, asumieron la explotación de los lotes V, y en el 2015 la explotación de los lotes III y IV todos en Talara. Es más, gracias a la renta petrolera de todos estos lotes que fueron de PetroPerú, aprovecharon las reservas probadas y probables privatizadas, sin inversiones de riesgo. Es más, siguieron creciendo y en el gobierno corrupto de Alejando Toledo, asumieron la administración y gestión de los terminales marítimos de PetroPerú, sobre todo del Callao y del norte del país.

En resumen, las tesis de los profesores Acemoglu y Robinson son poderosos instrumentos para explicar el empobrecimiento de la mayoría de la población peruana con más de 30 % en situación de pobreza y más del 75 % de la población en edad de trabajar en la informalidad. La vigencia de instituciones políticas y económicas extractivistas deben ser superadas con profundos cambios políticos para democratizar la riqueza, y superar la grave desigualdad de los ingresos.

 

Diario Uno, 26.10.2024