Desde el gobierno del expresidente Alejandro Toledo hasta el actual Pedro Castillo escuchamos la misma perorata de la masificación del gas. Ahora dicen que hay 1.6 millones de usuarios, no obstante, tan sólo en junio decían que hay más de 900 mil hogares con conexión de gas. En todo caso, ambas cifras son una burla a los peruanos y demuestran un trabajo más infeciente que el que pueda realizar un país africano atrasado.
Esta cifra debe aclararse porque una cosa es el número de conexiones y otra la cantidad de beneficiados, porque hay hogares que tienen desde una persona hasta una decena o más.
Colombia: en cinco años siete millones de conexiones
Nuestros vecinos colombianos en cinco años instalaron siete millones de conexiones y ya superan los 11 millones, lo cual, para un país con unos 52 millones de personas, beneficia a más de la mitad de la población, y todavía continúan realizando instalaciones nuevas, por su puesto, a un ritmo ya menor debido a la gran demanda satisfecha.
En el Perú en 2005, con Toledo, se instaló la primera conexión domiciliaria. Han pasado 17 años y tenemos 900 mil, y si hay un error, serían 1.6 millones de conexiones. En cualquiera de los dos casos es una vergüenza para nuestro país y la respuesta, además de la incapacidad, está en la corrupción.
Tenemos unos contratos aberrantes que permiten que la empresa extractora del gas de Camisea pague una bicoca por nuestro gas y lo exporte a precios internacionales. Le conviene que las reservas duren mucho y que los peruanos no consuman, con lo cual los chilenos también están detrás de ello.
Los beneficiados con la extrema lentitud de estas instalaciones son también las empresas que venden gas licuado de petróleo (GLP) en balones, a precios que ahora ya no pueden pagar los hogares pobres, que recurren a la leña.
Esta gran incapacidad o corrupción de Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Pedro Castillo ahora es un azote para los hogares peruanos, que sufren por los altos precios alcanzados por los hidrocarburos con el conflicto ruso-ucraniano.
Por supuesto, no podemos hablar solamente de los presidentes, sino de los sucesivos Congresos, llenos de personajes impresentables, que no sólo no les interesa la geopolítica, cuando deberían ser los que más dominen esa materia, sino que su tiempo y sus metas están orientados hacia apetitos oscuros: “tienes tantos US$, quiero esta ley…”.
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