Historia, madre y maestra
Henri Dreyfus
Henri Dreyfus

La tragedia del 79; Alfonso Bouroncle Carreón, Studium, Lima 30-1-2008

Guerra Perú-Chile 1879. 25 Piérola y Dreyfus


Un capítulo especial en la gestión de Piérola que cobra particular importancia al convertirse en el eje de toda la gestión de guerra, fue la obtención de créditos extranjeros que permitieran salir al país de la grave situación en que se encontró por la carencia de dinero y solvencia para adquirir barcos, armamentos y demás elementos necesarios para proseguir el conflicto e iniciar la recuperación nacional al término de aquél.

 

La desastrosa gestión hacendaría de los últimos diez años sumada a profunda deshonestidad administrativa y agravada por la deficiente gestión gubernamental, había conducido al país a deudas cuantiosas y a la pérdida de la confianza económica, por el impago de los intereses a los bonistas de la deuda. Incluso, en 1876, la incompetente gestión económica del gobierno de Manuel Pardo llevó a la bancarrota al país. En ese estado de finanzas, el procurar dinero fue tarea urgente y éste sólo podía provenir de los créditos que se lograran en el extranjero con la garantía del guano y salitre. El primero había sido la base de la economía nacional en casi treinta años y el segundo en la última década. Riquezas que obnubilaron a los gobernantes, desinteresándose de cualquier otro desarrollo económico, como no fuera la agricultura costera en especial la azucarera que en parte estaba vinculada a la riqueza guanera.

Los mayores antecedentes de la deuda estuvieron en los empréstitos en bonos celebrados en 1870 y 1872, para proseguir la construcción de los ferrocarriles, deuda que en 1880 fuera de 32 millones de libras esterlinas.

Durante el gobierno de Prado, el Congreso, por ley, confiere plenos poderes al ministro del Perú en Francia, Juan Goyeneche y al presidente del Senado Francisco Rosas, para que suscribieren un contrato sobre la base del guano y salitre que permitiera: garantizar el pago de la deuda externa; lograr la adquisición de dos acorazados superiores a los que tenía Chile y, llegar a un acuerdo sobre problemas pendientes con los contratistas y consignatarios.

Los comisionados, pese a los obstáculos que la diplomacia chilena organizó, de las intrigas de aprovechadores y oportunistas inescrupulosos y carentes de documentación sobre los créditos que reclamaban, a los cuales se unió la Peruvian Guano y, especialmente, la casa Dreyfus Hermanos, estos últimos miraron recelosamente la acción de los comisionados que determinaría el fin de la inicua explotación que realizaban con la riqueza peruana.

Goyeneche y Rosas, superando dificultades y devolviendo la confianza a los acreedores peruanos e incluso, a los gobiernos europeos, el 7 de enero de 1880, suscribieron el contrato con la Sociedad Crédito Industrial, pactándose entre otros aspectos: Que el Perú recibiría 2 libras esterlinas en dinero y otras dos en bonos por cada tonelada de guano extraída y, con la diferencia sobre el precio de venta, se efectuaría el pago de la deuda externa; anticipo de 800,000 libras esterlinas por cláusula secreta para la adquisición de los dos acorazados; y, el Crédito se comprometió a concertar arreglos con los bonitas, consignatarios y contratistas sobre cuentas y otros aspectos contenciosos que hubieren.

En esa misma fecha los comisionados rescindieron el contrato existente con la Peruvian Guano Company o casa Thompson Bonard de ingrata recordación, de la cual Mariano Felipe Paz Soldán manifestó: (60).

"A estos sórdidos manejos contribuyó también la casa Thompson Bonard que, disfrazada con el nombre de "Peruvian Guano Company" consiguió ser la casa consignataria del gobierno peruano. Viendo que su contrato con el Perú debía terminar pronto, y sabiendo que no conseguiría continuar como consignatario, por la mala fe y los fraudes con que desempeñó su comisión, acordó un plan pérfido. Se puso de acuerdo con el ministro de Chile en Londres, y le propuso (marzo de 1880) que daría a Chile una libra por cada tonelada de guano que exportara; que con los restos del producto pagaría a los tenedores de bonos del Perú los intereses y el capital, después de deducir exorbitantes gastos y comisiones.

El comercio honrado de Londres vio con asco y rubor a esos agentes y apoderados del Perú, a esos indignos depositarios de su confianza, que así lo traicionaban, haciendo causa común con su enemigo, poniendo en manos de este la riqueza de su poderdante, y pactando su propia deshonra; se entendían el judío con el ladrón".

Dreyfus por su parte, protestó y opuso al contrato, apoyado por los diplomáticos chilenos en París y Londres. Piérola recibió las quejas de su protector, posible financiador de sus golpes revolucionarios y viejos amigos, los hermanos Augusto y León Dreyfus, disponiendo en forma arbitraria y dictatorial y, por encima de la ley, la anulación el día 23 de febrero de 1880, del contrato suscrito con el Crédito Industrial, y lleno de rencor, dispuso en la misma fecha el enjuiciamiento de los comisionados Goyeneche y Rosas y el embargo de sus bienes.

Al respecto del contrato con los Dreyfus, José María Químper, ministro de Hacienda en 1879, que sólo había mostrado honestidad, capacidad y patriotismo, escribió: (61).

"Dreyfus ha ganado una de las importantes fortunas de Europa gracias a Piérola y a la blandura de los peruanos. Cuando instalaron su almacén de telas y ropita barata en la calle del Correo ¿cuánto valían los hermanos Dreyfus? Ni diez mil soles. Ahora valen cien millones de libras esterlinas contantes y sonantes. Y el Perú, el dueño del guano, sólo tiene deudas y ni siquiera buenos rifles para defenderse. . . ¿Se acuerdan del escándalo por la diferencia entre el tonelaje de registro y el tonelaje efectivo de los buques que cargaban guano? ¡Cuarenta y dos por ciento! Desde 1841 sabemos que se han llevado doce y no siete millones de toneladas como aparecen en los registros oficiales. Un robo importante. . . Importa 60 millones de libras esterlinas. Francamente asombroso. Y ahora, en plena guerra, el señor Piérola regala los últimos cuatro millones que se puede ordeñar al país. Un obsequio con facultades omnímodas a su viejo amigo Dreyfus".

Los Dreyfus que un año antes ofrecían reducir sus reclamaciones en porcentaje apreciable, por (62).

"las criminales convivencias entre el conspirador de oficio y los que habían abusado de su comisión como consignatarios. . . El gobierno de Chile no habría procedido de mejor modo para echar por tierra el crédito del Perú, y para arrancarle toda esperanza de salvación".

Recibieron de Piérola: el reconocimiento de un saldo de cuatro millones de libras esterlinas que reclamaban; el monopolio en la venta del guano hasta que la deuda sea cancelada; la entrega por transferencia de los depósitos o stocks de guano que estuviera en poder de la Peruvian Guano. Este increíble regalo lo efectuó Piérola a cambio de la promesa que le hicieron los Dreyfus de prestarle un millón de libras esterlinas para la adquisición de barcos, dinero del que jamás entregaron un centavo, pero sí perpetraron el saqueo de las últimas riquezas, y con ellas, las esperanzas del país que desesperadamente necesitaba ese recurso económico, por eso Paz Soldán escribe: (63).

"Este solo acto bastaría para que caiga sobre don Nicolás de Piérola todo el peso de la responsabilidad por las desgracias que hoy abruman al Perú".

Con ese increíble contrato se regaló a los Dreyfus las últimas riquezas nacionales disponibles, con lo cual, selló el aciago destino del Perú. En esa forma se consolidó otro eslabón en la tragedia del 79.

Piérola requirió de dinero en forma urgente y frente al caos hacendario que encontró y él continuó, procuró agenciarse algunos recursos. De la Iglesia obtuvo, en calidad de préstamo, joyas y ornamentos valiosos del culto que fueron valorizados en trescientos mil soles de plata.

Procuró poner coto a la emisión inorgánica de billetes fiscales que los bancos podían hacer, acción dolosa que se cortó por decreto del 6 de marzo de 1880 disponiendo el recojo de los billetes y su pago en monedas de plata. La comisión correspondiente fijó la responsabilidad del Banco Nacional del Perú en 682,630,43 libras y la del banco del Perú en 297,406,22 libras esterlinas. El 7 de mayo se mandó ejecutar a dichos bancos por deudas al Estado, interviniéndolos.

Para formarse una idea de la devaluación monetaria, en 1880 un sol billete se cotizó en 11 peniques. El 14 de enero por decreto se estabilizó el cambio a 12 peniques o 3.75 soles billete por un sol fuerte. En esa misma fecha, fijó al oro como elemento circulante legal, y mientras se acuñaron los "incas" de oro, se debió utilizar libras esterlinas.

El oro no llegó a ser acuñado y en su reemplazo se emitieron 3'600.000 "incas" de papel y, para captar dinero de los ahorros del público, se dispuso la venta de tres millones de bonos del Tesoro.

Piérola, es acusado por algunos y otros lo defienden, que en el primer año de la dictadura, de diciembre de 1879 al mismo mes de 1880 se efectuaron ingentes gastos, útiles o necesarios, o también superfluos, fluctuando las cifras de lo gastado entre 380 millones como acusa Químper a 114 millones que contabiliza y justifica Basadre.