Niños reciben veneno chileno
Este informe revelador pone en evidencia que la infiltración chilena tiene colaboradores en el Ministerio de Educación para lograr su siniestro propósito de denigrar la verdadera Historia del Perú.
Planteadas así las cosas, parecería ser simplemente un asunto de la esfera cultural-educativa sin mayor trascendencia. Sin embargo, el propósito perseguido por Chile era —y ha sido siempre— eliminar de la enseñanza de la Historia del Perú todo aquello que permitiera al adolescente, futuro ciudadano, tener una actitud reflexiva que le haga entender que la guerra del Pacífico no fue un episodio aislado sino la realización de un premeditado proyecto chileno de apoderarse de territorios de Bolivia, Perú y Argentina, propósito que Chile mantiene inalterable hasta la fecha, con la ayuda de gobiernos peruanos traidores y corruptos.
Para ser más precisos, lo que busca Chile en la enseñanza de la Historia del Perú es lo siguiente:
- En general, que se vea el conflicto de 1879-1883 como algo pasajero y a Chile como un país pacífico e inofensivo;
- Presentar la guerra como algo que sucedió por una provocación de Perú y Bolivia;
- Ocultar la conspiración que durante décadas se gestó en Chile para robar territorios del Perú, que empezó desde 1830, y se concretó en la invasión del Perú durante la Confederación Perú-Boliviana (que Chile destruyó entre 1836-1839), y que continuó con una intensa y prolongada campaña publicitaria, política y psicológica que preparó las condiciones para la siguiente agresión, la de 1879;
- Borrar de los textos escolares de Historia del Perú la mención de los asesinatos, violaciones, saqueo y terrorismo que Chile puso en práctica durante la guerra;
- Minimizar y difuminar el conocimiento de los abusivos tratados que Chile impuso al Perú por la fuerza de las armas, y cómo los ha incumplido siempre, hasta el día de hoy, pesa a que le son beneficiosos;
- Ocultar a los jóvenes peruanos que la conspiración chilena de robar territorios continúa hasta la fecha.
Para empezar, notemos que el libro no es de “Historia del Perú” sino de “Estudios sociales”. Para debilitar el contenido histórico a favor de Chile, se fueron haciendo cambios en los planes de estudios del ministerio de Educación del Perú, para que el resultado final respondiera a los designios de Chile, país promotor de las modificaciones. La idea es “integrar” áreas de conocimiento para desnaturalizar el contenido específico de la información sobre la guerra de 1879. Los chilenos y sus sirvientes peruanos promotores de estas modificaciones han tenido claro que si el curso y el libro se llamaran “Historia del Perú”, los contenidos deberían ser más concretos, más comprometidos con los intereses del Perú; pero si los planes de estudio del ministerio de Educación del Perú hablan de área de “Ciencias sociales” o “Estudios sociales”, todo tiene que ser más relajado, menos esclarecedor.
Ejemplos de la manipulación
Sobre la guerra que contra el Perú hizo Chile entre 1836 y 1839, para oponerse a la Confederación Perú-Boliviana, que el libro Huellas 3 / Estudios sociales trata de las páginas 102 a 104, dedica un párrafo a la oposición chilena a la Confederación y dos a la oposición peruana (p. 104), esto es, un párrafo se ocupa de las posiciones adversas a la unión que había en el Perú y otro a los exiliados peruanos que desde Chile ayudaron en la invasión. Vistas así las cosas, más culpa tendrían los mismos peruanos que desde su suelo nativo y desde Chile lucharon contra la Confederación entre Perú y Bolivia. Estos datos del libro ocultan dos aspectos fundamentales: 1) el declarado propósito chileno, anterior a 1836, de atacar y debilitar al Perú para ser sólo ellos la potencia dominante en el Pacífico sur; 2) el incumplimiento chileno de tratados internacionales, una constante de nuestro enemigo del sur.
Wagner: Ejecutor de la infamia |
No hay héroes peruanos. ¿Qué dice este libro al ocuparse de Francisco Bolognesi? Le dedica seis líneas, en ninguna de las cuales emplea la palabra héroe ni habla del sacrificio del coronel y sus valientes oficiales y soldados. Simplemente dice que “se negó a rendirse”, esto es, fue un terco u obstinado que no entró en razones ante el enemigo que lo tenía completamente rodeado. En cuanto al almirante Miguel Grau, en la p. 147 emplean el título “Las correrías del Huáscar y el combate de Angamos” para referirse a su actuación en defensa de la patria; es significativo que utilicen la palabra “correrías”, como si el almirante hubiese sido un individuo al margen de la ley ("correría" también significa saqueo). No sólo eso, el segundo párrafo bajo el mencionado título de “correrías” exhibe las siguientes palabras: “… Rebolledo dividió en dos a su escuadra y emboscó a Grau en Angamos el 8 de octubre. Éste intentó escapar, pero se vio rodeado por toda la escuadra chilena”. ¿Por qué los sirvientes Juan Fuentes, Daniel Parodi, Marcos Guevara, Milagros Meneses y Rosa Benavides no dieron un paso más y dijeron de una vez que Miguel Grau fue un cobarde, pues no otra cosa es quien intenta escapar? Por supuesto que en ninguna parte de los párrafos destinados a Miguel Grau lo llaman héroe. Si Grau y Bolognesi no merecen la denominación de héroes5, ¿qué se podría pensar de los miles de combatientes anónimos que defendiendo la patria fueron asesinados por los chilenos? ¿Qué identidad nacional, qué conciencia nacional, se está formando con estos libros asquerosamente escritos por mandato y voluntad de Chile?
Historia que no enseña. En capítulo 8, sección 8.4 (“El fin de la prosperidad y el inicio de la crisis”), mencionan el desenvolvimiento político y económico del Perú, los préstamos de la casa Dreyfus a cuenta del guano y finalmente la bancarrota que ocurrió durante el gobierno de Manuel Pardo. Sin embargo, nada dicen de las desoídas advertencias que se daban en el Congreso de la República sobre la amenaza militar del armamentismo de Chile, que posibilitó la agresión de 1879-1883. Es muy necesario enseñar a los jóvenes peruanos lo que ocurre cuando un país no se prepara para la defensa ni compra el armamento necesario. Este silencio del libro responde al deseo chileno de bajar el estado de alerta de los peruanos, para acostumbrarlos a mirar sin preocupaciones cómo se va armando cada vez más el enemigo del sur. Dentro de este traidor y criminal propósito de desinformación de Santillana y sus cinco chulillos (Juan Fuentes, Daniel Parodi, Marcos Guevara, Milagros Meneses y Rosa Benavides), es impensable que el libro siquiera intente explicar lo que está ocurriendo en la frontera terrestre (control chileno de 35 000 m2 de tierra tacneña) y lo que pasa en el mar (Chile ya ejerce control en mar territorial peruano, que en las costas de Moquegua y Tacna no se extiende hasta las 200 millas que creemos que tiene).
Se puede señalar más muestras de la colusión de los autores mercenarios de la editorial Santillana con los intereses chilenos. Si hoy no se supiera nada de la existencia del traidor convenio de 1985 entre las cancillerías de Chile y Perú, leyendo libros como el mencionado tendríamos que llegar, de todas maneras, a la conclusión de que la enseñanza de la Historia del Perú es manipulada y dirigida por los chilenos. ¡Y pensar que los padres de familia confían en la seriedad de los libros que compran para la educación de sus hijos! Dejar la enseñanza de la Historia del Perú al arbitrio de libros como Huellas 3 / Estudios sociales y sus corruptos autores es como dejar la enseñanza de Educación Cívica en manos de adictos a la droga, prostitutas, ladrones o asesinos. Ni más ni menos.
Los culpables
El Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de Educación y el SUTEP comparten complicidad al haber guardado silencio servil en este ultraje chileno a la Patria y a la juventud.
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1 ¿Serán peruanos o chilenos estos “especialistas”?
3 Como vemos, la salvaje ocupación de Lima en enero de 1881 no fue la primera invasión de los chilenos a nuestra capital. Nada de esto menciona el libro Huellas 3 / Estudios sociales escrito por mandato de los chilenos, ejecutado por sus sirvientes peruanos (los mencionados “especialistas de área” Juan Fuentes, Daniel Parodi, Marcos Guevara, Milagros Meneses y Rosa Benavides) que se niegan a leer libros de historia fidedignos, como los de Jorge Basadre.
6 Lo que pasó fue que los chilenos hicieron todo lo posible para impedir la realización del plebiscito. Con esta finalidad, persiguieron, humillaron y asesinaron a los peruanos que en Tacna y Arica se oponían a la ocupación del ejército chileno y a la chilenización de dichos territorios peruanos. Nada de esto importa a los cinco lacayos (Juan Fuentes, Daniel Parodi, Marcos Guevara, Milagros Meneses y Rosa Benavides), para quienes sería un gravísimo pecado presentar a Chile como lo que es: un país agresor, ladrón de territorios e incumplidor de los tratados que firma.
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