"El robo y el despojo con violencia son distintivos de la clase dirigente chilena"
Diplomático boliviano Alberto Gutiérrez retrata a la oligarquía chilena con descripción lapidaria.
Alberto Gutiérrez (Sucre, 1862 - La Paz, 1927)
Escritor, ensayista, historiador y diplomático boliviano. Estudió Derecho en la Universidad de Chuquisaca. Fue Subsecretario de Relaciones Exteriores de Bolivia, Encargado de Negocios en la Legación de Bolivia en los EE.UU., y Ministro Plenipotenciario en Santiago de Chile. Sus artículos aparecían en El Día de Sucre y La Época de La Paz.
El texto que presentamos a continuación proviene del libro de Gutiérrez La Guerra de 1879: Nuevos esclarecimientos. Afirma el diplomático boliviano que en el carácter nacional chileno existe una inclinación innata al despojo ejecutado mediante el robo con violencia. Gutiérrez sostiene que la actuación de las clases dirigentes chilenas tiene como una de sus bases una clara tendencia al despojo:
“No podría el historiador, al analizar sucesos pasados, que han de servir de lección para lo futuro, prescindir de cierto examen del carácter nacional. En el fondo del alma popular, existe una inclinación innata al despojo, al despojo por medio de la violencia. En la criminalidad chilena se advierte el predominio de ciertos actos que demuestran esa tendencia popular, que no ha borrado el progreso de la cultura general. El hurto, el robo tímido y silencioso, son vicios poco generalizados. El robo, para hacerse atrayente, debe ser con efracción y con violencia. Algo queda, a pesar de los refinamientos de la educación y de los adelantos de la cultura general, en las clases dirigentes, de eso que forma la base de la nacionalidad, de eso que constituye una modalidad de la raza misma. Y así se comprende que dentro de las prácticas políticas y diplomáticas, exista una tendencia visible al despojo.
Muchos ejemplos podríamos citar de esta inclinación psicológica que es uno de los distintivos de las razas del sur.
Advertimos en los altos poderes del estado una lucha casi continua por reprimir en sí propios esos impulsos agresivos. No siempre tales empeños resultan eficaces y a medida que son menos cultivados los gestores de la cosa pública, aquella tendencia de la raza se manifiesta con mayor violencia. Tal ocurrió en aquel famoso debate diplomático de 1878 y 1879, que trajo consigo la ruptura diplomática y la guerra [de 1879]”.
Obra consultada
Alberto Gutiérrez. 1920. La Guerra de 1879: Nuevos esclarecimientos. París: Librería de la Viuda de C. Bouret. páginas 208-209.
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