Escribe: Milcíades Ruiz
En el Día Internacional de la Mujer, muchas merecen homenaje, pero en esta oportunidad quiero rescatar del olvido histórico a tres de ellas. Fueron lideresas que lucharon en la insurgencia que encabezó Túpac Amaru II contra la dominación colonial y la reivindicación del Tahuantinsuyo pero que terminaron sus días en suplicio horrendo, condenadas por el estado de derecho virreinal. Murieron heroicamente sin renunciar a sus ideales.
1. Micaela Bastidas Puyucahua, esposa de José Gabriel Condorcanqui –Túpac Amaru II, a quien secundó en la rebelión autóctona más grande de la historia colonial. Son numerosos los hechos históricos en los que participó con mucho fervor y mística, arriesgándolo todo por la causa de la liberación del yugo español.
Cayó prisionera luchando junto a su esposo y conducida al cadalso fue ejecutada en público mostrando hasta último momento las altas cualidades de su heroicidad. Este es el reporte de la represión:
“El viernes 18 de mayo de 1781, después de haber cercado la plaza con las milicias de esta ciudad del Cuzco, que tenían sus rejones y algunas bocas de fuego, y cercado la horca de cuatro caras con el cuerpo de mulatos y huamanguinos, arreglados todos con fusiles y bayonetas caladas, salieron de la compañía nueve sujetos que fueron los siguientes: José Berdejo, Andrés Castelú, un zambo Antonio Oblitas (que fue el verdugo que ahorcó al corregidor Arriaga), Antonio Bastidas, Francisco Túpac- Amaru, Tomasa Condemayta, cacica de Acos, Hipólito Túpac-Amaru, hijo del traidor, Micaela Bastidas su mujer, y el insurgente José Gabriel. Todos salieron a un tiempo y unos tras otros venían con sus grillos y esposas metidos en unos zurrones, de estos en que se trae yerba del Paraguay, y arrastrados a la cola de un caballo aparejado. Acompañado de los sacerdotes que los auxiliaban, y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron todos al pie de la horca, y se le dieron por medio de dos verdugos las siguientes muertes:
A Berdejo, Castelú, al zambo y a Bastidas, se les ahorcó llanamente; a Francisco Tupac-Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito se les cortó la lengua antes de arrojados de la escalera de la horca; y a la india Condemaita se le dio garrote en un tabladillo, que estaba dispuesto con un torno de fierro, que a este fin se había hecho, y que jamás, habíamos visto por acá; habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde así mismo, a presencia del marido, se le cortó la lengua, y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque teniendo el pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fue menester que los verdugos, echándola lazos al pescuezo tirando de una y otra parte y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar.
Murió así horrendamente una de las más grandes heroínas que ha tenido el Perú, cuyo sacrificio por la justicia social abrió un nuevo horizonte para la lucha indígena que aún continúa.
2. TOMASA TITU CONDEMAITA. Cacica del pueblo de Acos, provincia de Acomayo- Cusco. Estuvo desde sus inicios muy comprometida en la lucha revolucionaria que acaudilló Tupac Amaru II. Participó en muchas acciones de combate y sublevó los nativos de su dependencia con quienes intervino en los sucesos de Sangarará donde perecieron los defensores del régimen opresivo junto al abusivo corregidor. Esta lideresa cayó prisionera al ser debelada la insurrección. Expedida la sentencia la cacica de Acos fue conducida al lugar del suplicio arrastrada a la cola de un caballo. Fue ahorcada en un torno o aparato de fierro que se construyó para este objeto como ya se dijo en el acápite anterior. Después se le cercenó la cabeza y se la colocó en un paraje público en el pueblo de Sangarará.
3. MARCELA CASTRO. Estuvo desde los inicios de la gesta de Túpac Amaru sobreviviendo a la muerte de este. Pero su convicción por la libertad de los oprimidos del coloniaje la indujo a arriesgarlo todo por esa causa y por eso se sumó a la rebelión de Diego Cristóbal primo hermano de Tupac Amaru que estalló en Marcapata en Febrero de 1783 y que tenía conexión con la rebelión aimara jefaturada por Julián Apaza Nina- “Túpac Catari”, el mismo que llegó a cercar la cuidad de La Paz.
Debelada la insurrección cayó prisionero Diego Cristóbal siendo conducido al Cuzco conjuntamente con Marcela Castro. La sentencia fue como sigue:
«A Marcela Castro debemos igualmente condenar, en que sea sacada de la cárcel donde se halla presa, arrastrada a la cola de una bestia de albarda, llevando soga de esparto al pescuezo, atados pies y manos con voz de pregonero que manifieste su delito: siendo así conducida por las calles acostumbradas al lugar del suplicio, donde esté puesta la horca, junto a la que se le cortará la lengua, e inmediatamente colgada por el pescuezo y ahorcada hasta que muera naturalmente, sin que de allí la quite persona alguna sin nuestra licencia; y con ella será después descuartizada, poniendo su cabeza en una picota en el camino que sale de esta ciudad para San Sebastián, un brazo en el pueblo de Sicuani, otro en el puente de Urcos, una pierna en Pampamarca, otra en Ocongate, y el resto del cuerpo quemado en una hoguera en la plaza de esta ciudad, y arrojadas al aire sus cenizas».
Por su puesto que el Perú tiene muchas heroínas, todas dignas de la gratitud patria. Es que nuestro país tiene una historia dramática de constante lucha por la libertad y la justicia social. Esta lucha continuará hasta que se hayan roto los lazos de esclavitud y sometimiento abusivo del actual estado de derecho.