Un nuevo estudio científico asegura que el Sudario de Turín no fue elaborado en la Edad Media, como algunos especialistas sugerían, sino que pudo haber sido usado para cubrir el cuerpo de Jesús, pues los análisis con rayos infrarrojos sitúan su antigüedad entre los años 300 AC y 400 DC.
La tela, de 4.27 metros de largo, muestra la imagen de frente y por detrás de un hombre alto, con barba crecida, que evidencia manchas de sangre de heridas en sus pies, muñecas y lados, similares a las detalladas en la crucifixión de Jesús.
Los hallazgos se explican en un nuevo libro, Il Mistero della Sindone (El Misterio del Sudario), del profesor Giulio Fanti, experto en medición térmica y mecánica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Padua, y del periodista Saverio Gaeta.
El nuevo estudio analizó las fibras de la prenda y las comparó con muestras de tela de 3,000 años AC y fibras de diversas épocas, hasta la actual, para determinar si es de hechura medieval, como indicaron recientemente algunos, insinuando inclusive que se trataba de una creación de Leonardo Da Vinci, quien habría reproducido su propia figura utilizando propiedades ópticas.
En 1988 se realizaron pruebas de Carbono 14, que dataron la tela entre 1,260 y 1,390, pero otros expertos creen que la muestra fue contaminada a través de los siglos por el agua y el fuego y que los especialistas de entonces no tomaron en cuenta detalles que podrían haber distorsionado los resultados.
Desde la autorización otorgada en 1988 para la prueba del Carbono 14, la Iglesia no ha vuelto a permitir otras pruebas, pues, como la de Carbono 14, implican destruir pequeñas partes de la reliquia.
No obstante, ningún científico hasta la fecha ha podido explicar cómo se produjo la imagen. Sólo algunos lanzan hipótesis que apuntan a una poderosa fuente de luz, lo cual podría haber coincidido con la resurrección.
La historia de las referencias sobre el Sudario de Turín se pierden hasta antes del siglo XIV, cuando se halla detalles sobre su procedencia, después de haber pertenecido a los emperadores bizantinos, tras lo cual desapareció durante el saqueo de Constantinopla, en 1,204.
Otros registros indican que un sudario con la imagen de un crucificado existía en el pueblo de Lirey, Francia, entre 1,353 y 1,356, en posesión de un caballero francés, Geoffroi de Charny, quien pereció en la Batalla de Poitiers en 1,356, aunque algunos dudan de que haya sido este sudario, sino otro falso.
A partir del siglo XVI hay registros claros. En 1,532 la tela sufrió daño por un incendio en la capilla de Chambéry, capital de Saboya, donde se le restauró.
Un poco de plata fundida de la reliquia produjo huellas en capas del sudario doblado. Las monjas Clarisas Pobres trataron de repararlo con parches.
En 1,578, Emmanuel Philibert, duque de Saboya, ordenó llevar el sudario de Chambéry a Turín, donde hasta ahora se encuentra.
Este sudario no sería la única pieza que nos indicaría cómo fue el aspecto de Jesús. También se conserva el sudario de la Verónica, la mujer que ofreció una tela a Cristo, donde se estampó su rostro, durante su camino al Calvario. Este tejido se guarda en la Catedral de Oviedo, España, país que también conserva el famoso Santo Grial, el cáliz de la última cena, en la Catedral de Valencia.