Las Malvinas son argentinas
Rafael Romero
Hace 179 años que los argentinos fueron desalojados de Las Malvinas manu militari y, de otro lado, el próximo 2 de abril se cumplirán treinta años del inicio de una guerra que trató de reivindicarlas para la soberanía gaucha. Cientos de soldados argentinos se inmolaron por una causa que hoy debería ser, sin ambages, la causa de toda América Latina. Es verdad que entonces gobernaban dictadores militares pero ahora en la Casa Rosada manda la democracia. Por eso mismo la historia no tiene por qué repetirse sino coronar con éxito el reclamo justo −y ajustado a derecho− de la presidenta Cristina Fernández, pedido que es de todo su pueblo y ante al cual no podemos ser indiferentes pues la globalización ha abierto más los ojos del mundo para rechazar, de una vez y para siempre, cualquier tipo de coloniaje anticuado y prepotente.
A diferencia de ayer, ni Chile ni los Estados Unidos deberían repetir su actitud innoble de darle la espalda a un país de este continente en provecho del Reino Unido. Pienso que América no les perdonaría si salen nuevamente a favor de Londres, tal como lo hicieron a inicios de los ochenta Augusto Pinochet y Ronald Reagan. Además, hoy por hoy muchas empresas inglesas tienen sus inversiones en Argentina y deberían contribuir coherentemente con su monarquía constitucional a cerrar las heridas dejadas por un pasado colonial que aún no termina, razón por la cual llama a hilaridad que inversores británicos −supuestamente modernos y competitivos− insulten con su silencio a las mentes más preclaras del siglo XXI, que piden solución al caso Malvinas.
Lamentablemente, desde la realeza y el gobierno del Reino Unido priman las actitudes infantiles, como enviar una súper embarcación de guerra electrónica a Las Malvinas, o hacer que un principito surque los mares hacia este lugar en tiempo récord; hechos que no demuestran otra cosa que anteponer la fuerza bruta y la sorna a la razón del derecho internacional y la paz. Me pregunto: ¿No sería una decisión de mayor madurez, por parte de Gran Bretaña, cumplir con las diez resoluciones de la ONU que la obligan a sentarse a la mesa de negociaciones con Argentina?
Igualmente, ¿no sería más viril y decente discutir la soberanía de Las Malvinas en el campo diplomático antes que escudarse en el manido y extemporáneo recurso de veto de una potencia de un continente en decadencia económica? Si hay un peruano que comprendió a carta cabal que Las Malvinas son argentinas fue sin duda el arquitecto Fernando Belaunde Terry, quien no dudó un instante en brindarle su apoyo incondicional a la nación Argentina en medio del fragor de cañonazos y misiles. Expreso.