La Federación Internacional de Medicina del Deporte (FIMS), celebra por primera vez en la historia su congreso mundial en Roma. Por ese motivo han sido recibidos por el Papa esta mañana en el palacio apostólico de Castel Gandolfo.
En este XXXII congreso FIMS participan personas procedentes de ciento diecisiete países de los cinco continentes, un dato indicativo, dijo el Santo Padre de “la capacidad del deporte y del atletismo para unir a las personas y a los pueblos en la búsqueda común de una pacífica excelencia competitiva”.
“Así como el deporte es algo más que competición, cada deportista es algo más que un mero competidor: está dotado de una capacidad moral y espiritual que debe ser enriquecida y profundizada por el deporte y la medicina deportiva. A veces, sin embargo, el éxito, la fama, las medallas y el dinero se convierten en el principal o incluso en el único motivo para los que se dedican a ellos. También, de vez en cuando, ha ocurrido que el ganar a toda costa reemplazase el verdadero espíritu del deporte, y se ha llegado al abuso y al uso equivocado de los medios a disposición de la medicina moderna”, observó el pontífice.
Este tema es una de las preocupaciones de los organizadores del congreso a quienes el Santo Padre recordó que las personas de las que se ocupan son “individuos únicos y dotados de talentos, independientemente de sus capacidades atléticas, que están llamados a la perfección moral y espiritual antes que a la llamada de cualquier conquista física. En efecto, San Pablo señala en su primera carta a los Corintios, que la excelencia espiritual y deportiva están estrechamente relacionadas, y exhorta a los creyentes a entrenarse en la vida espiritual”.
“Lo mismo que el Señor, que se encarnó y se hizo hombre, cada persona está llamada a reflejar perfectamente la imagen y semejanza de Dios. Por eso rezo por vosotros y por los destinatarios de vuestra labor, para que seáis cada vez más conscientes de la belleza, el misterio y el potencial de cada persona humana, tanto si es deportista como si no lo es, tanto si tiene discapacidades físicas, como si no las tiene”, finalizó el Papa.