Por Vicky Peláez
Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por la verdad (Marco Tulio Cicerón, 106 a. C.-43 a. C.)
Aislado y presionado por la comunidad internacional después del golpe de Estado contra el presidente Fernando Lugo, llamado “Golpe Express” o “Golpe Preventivo” llevado a cabo entre la noche y la madrugada del 21 y 22 de junio pasado, el actual gobierno del Paraguay está recurriendo a desesperados trucos maquiavélicos para denunciar a sus vecinos argentinos, uruguayos y brasileños a quienes acusa de estar preparando una supuesta “nueva Triple Alianza contra su país”.
Se refiere a la Guerra de la Triple Alianza llevada a cabo entre 1864 y 1870 cuando una coalición formada por Brasil, Uruguay y Argentina luchó contra el Paraguay, perdiendo éste 169,174 kilómetros cuadrados y entre el 50 y 80 por ciento de su población.
Igualmente el gobierno de Federico Franco señala a su otro vecino, Bolivia, de supuestos preparativos para desatar una nueva “Guerra del Chaco”, en otra alusión histórica al conflicto armado propiciado por la Standard Oil entre Bolivia y Paraguay en 1932 en una zona inhóspita y despoblada del Chaco Boreal paraguayo.
Aquella guerra, que terminó con la derrota de Bolivia en 1935, devastó a ambos países llevando la muerte a 60.000 bolivianos y a 30.000 paraguayos. Lo extraño de aquel trágico evento fue la competencia entre dos doctrinas y escuelas militares europeas que atravesando miles de kilómetros de distancia llegaron al otro extremo del mundo, el Sur de América Latina.
En su reciente libro Aliados Olvidados, el escritor ruso Serguey Brilev cuenta cómo en 1924 el presidente del Paraguay, Dr. José Eligio Ayala, organizó la venida de 12 militares rusos del extinto ejército zarista para reactivar y modernizar el ejército nacional. Estos oficiales pertenecieron al Movimiento Blanco encabezado por Denikin y Wrangel, que fue derrotado en 1923 por el Ejército Rojo dirigido por León Trotsky. Este grupo de exmilitares rusos liderados por el exgeneral y etnólogo Ivan Beliaev ayudó a sus otros 70 camaradas de armas a asentarse en el Paraguay y dedicarse a la remodelación del ejército nacional.
El exgeneral Ivan Beliaev se convirtió en el general Juan Beliaeff y fue nombrado primero como Inspector General de la Artillería y posteriormente durante la Guerra del Chaco se convirtió en el Jefe del Estado Mayor del ejército nacional. También el gobierno del Paraguay concedió a los rusos el sueldo de diputados y los exoneró durante 10 años de impuestos. Los militares rusos al enterarse de que en el ejército boliviano estaba el general alemán Hans Kundt, que ocupaba el puesto de Jefe del Estado Mayor y entre 1932 y 1933 fue elevado al cargo de Comandante en Jefe, decidieron mostrar la superioridad de la escuela militar rusa frente a la alemana. Lo lograron con un ejército de 150 000 soldados paraguayos venciendo a 250 000 militares bolivianos, perdiendo entre ambos 90 000 de sus ciudadanos.
El viento ya se llevó todas aquellas guerras al archivo de la historia pero de tanto en tanto se las invoca para crear un ambiente belicoso en América Latina, que está luchando por su integración y unión. Esto constituye un irresponsable atentado contra su futuro, cuyo único beneficiado sería el poder globalizado de las transnacionales.
Ya el expresidente del país Fernando Lugo dijo durante su reciente encuentro con Cristina Fernández que los verdaderos miembros de la Nueva Triple Alianza son la “oligarquía nacional, los miembros de los partidos tradicionales y las multinacionales que operan en el país. Son los que propiciaron e hicieron el golpe de Estado y son los que claman las bases norteamericanas en el Paraguay”.
A su vez el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Juan Carlos Aluralde calificó de absurdas las declaraciones de la ministra de Defensa del Paraguay, María Luz García de Arnold, quien acusó a Bolivia de “estar generando un conflicto armado” y que los paraguayos “tenemos que prepararnos para la guerra, para vivir en paz”.
Con este pretexto el comandante de la Fuerzas Armadas guaraníes, el general Felipe Benicio Melgarejo, ha solicitado 560 millones de dólares adicionales para los gastos militares y el diputado del Partido Colorado presentó en el Congreso la moción de instalar una nueva base militar norteamericana en el Chaco.
Actualmente en el Chaco paraguayo ya existen dos bases norteamericanas. La primera fue construida hace cuatro años en el Departamento de Boquerón en el aeropuerto Mariscal Estigarriba con una de las pistas de aterrizaje más grandes en América Latina de 3 800 metros de longitud, que puede recibir grandes aviones como el B-52 y Galaxy.
Los comandos especiales norteamericanos e israelíes operan desde allí. La segunda base pertenece a la Drug Enforcement Agency (DEA) y está ubicada en la frontera con el Brasil en la ciudad de Pedro Juan Caballero, Departamento de Amambay. Instalar más bases extranjeras significaría militarizar la región y poner en un potencial peligro a Bolivia.
Pero estos problemas no les interesan a los golpistas. Están alarmados por el crecimiento de la lucha de los campesinos que perdieron su tierra durante los últimos 20 años del neoliberalismo en el Paraguay. Precisamente con este pretexto crearon un Consejo Nacional de Seguridad de Estado y aprobaron la Ley del “Soldado Profesional” promoviendo el regreso de los jóvenes que cumplieron con su servicio militar obligatorio a los cuarteles.
Dicen que necesitan reforzar sus fuerzas militares para combatir al enemigo interno y externo. Un supuesto Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) que opera en el Chaco y que está compuesto entre 10 a 20 personas representa al supuesto enemigo interno.
De acuerdo a la autora del libro Los Años del Cóndor, Stella Calloni, “el asunto del supuesto EPP es una burla. Ninguna guerrilla puede maniobrar en un territorio tan chico y minado de presencia militar y superintervenido por paramilitares a las órdenes de capataces soyeros y por la propia oficialidad paraguaya que está rastrillando hasta el último confín”. Es un territorio también hostil por el narcotráfico y el crimen organizado.
Según el recién publicado libro de Oliver Villar y Drew Cottle, Cocaine, Death Squads and the War on Terror [‘Cocaína, escuadrones de la muerte y guerra contra el terrorismo’], “al comienzo de los años 1970 Paraguay se había convertido en un centro vital del cartel francés la “Mafia de Córcega” de la famosa “Conexión Francesa”. La heroína fue transportada de Turquía a la ciudad de Marsella y de allí trasladada a los Estados Unidos vía Paraguay.
Dicen los autores del libro que “posteriormente la CIA usó la misma ruta que pasaba por el Chaco paraguayo para el transporte de la heroína asiática”. Después, además de heroína, apareció cocaína en la zona silvestre y áspera del Chaco donde existen no menos de 900 pistas de aterrizaje clandestinas. Se cree además que un 50 por ciento de los químicos para elaborar cocaína entran a Bolivia por el Paraguay.
Dadas estas condiciones, la existencia de una guerrilla en la zona es pura fantasía para un cerebro lógico pero no para un gobierno golpista que busca cualquier pretexto para justificar su existencia. Para tapar su corrupción e incapacidad de enfrentar el narcotráfico desvía su discurso político hacia la ideología eligiendo a Hugo Chávez y Evo Morales como sus enemigos principales.
Diariamente los medios de comunicación al servicio del gobierno denuncian los intentos del “peligroso marxista” y un “Galtieri boliviano” Evo Morales (en referencia al ex presidente Galtieri argentino que inició la guerra de las Malvinas en 1982) de estar preparándose para una eventual guerra contra el Paraguay. También están alertando a la población contra una batalla ideológica que ha emprendido el “gorila bolivariano”, “déspota caribeño” y el “tirano marxista” Hugo Chávez para subvertir la paz en el país y llevarlo a la hegemonía bolivariana.
Mientras tanto están silenciando el hecho que las transnacionales como Monsanto, la canadiense Río Tinto Alcay y la norteamericana Cargill estén apoderándose del país y sus riquezas nacionales, especialmente su tierra productiva y su energía hidroeléctrica, haciendo en el Paraguay lo que no pudieron hacer en Bolivia, Venezuela y el Ecuador: su enclave.
Desesperados por su aislamiento internacional y por la caída de su comercio exterior, pues hasta ahora sólo el Vaticano y Taiwán reconocieron al gobierno de Federico Franco, los golpistas recientemente acusaron al gobierno español de Mariano Rajoy de convertir su país en una “madrastra” del Paraguay al expresar por medio de su Secretario de Estado para la Cooperación Internacional Jesús García un mensaje al presidente Franco que su presencia en la Cumbre Iberoamericana en Cádiz, España, no es bienvenida por una buena parte de los países asistentes.
Tampoco pudo Federico Franco convencer al Brasil para reincorporar Paraguay al Mercosur antes de las elecciones presidenciales que se celebrarán en el abril próximo, esto a pesar de ciertas insinuaciones positivas en este sentido del ministro de Relaciones Exteriores del Brasil, Antonio Patria.
La voluntad de los pueblos del Mercosur y de la Unasur es contraria a esta iniciativa. Lo mejor que puede hacer en este tiempo el gobierno de Paraguay es investigar cómo se incrementó tan rápido la fortuna de su presidente Federico Franco en 645 244 dólares que ni él mismo puede explicar.
A todos les llega su turno para pagar las malas acciones, y por una lógica de la vida, alguna vez le tocará su turno al ejecutor de aquel “Golpe de Estado Express” que le arrancó al Paraguay la esperanza de un futuro que estaba construyendo Fernando Lugo.
RIA Novosti en Español, 26-10-2012
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