Por José Suarez Danós
El 10 del presente el Consejo Nacional Electoral de Venezuela –“CNE”- proclamó oficialmente, el inobjetable triunfo del candidato socialista Hugo Chávez Frías en las elecciones presidenciales de Venezuela realizadas el 7 de este mes (1).
La arrasadora campaña electoral de Chávez sepultó democráticamente las esperanzas que abrigaban su opositor derechista Henrique Capriles Radonski, el neoliberalismo transnacional y las élites político-económicas venezolanas.
El triunfo lo nominó para ejercer la presidencia de Venezuela en el período 2013-2019, que a la vez será su tercer mandato en esta nación.
La victoria de Chávez se dio tras obtener el 55.26% de la opción electoral -8’136,637 votos- de un total de 15’010,256 votos en disputa, mientras que su rival Capriles sólo obtuvo la aprobación del 44,13% del electorado -6’499,575 votos- (2).
El “CNE”, las fuerzas políticas participantes y la “Misión de Acompañamiento Electoral de UNASUR”, resaltaron el hecho que en este evento se haya producido la mayor participación ciudadana en décadas -80.67%-, toda vez que el voto no es obligatorio.
El éxito de Chávez redundó en que a la vez obtuviera la más alta votación en 22 de los 24 Estados de Venezuela, lo cual ha puesto en sobresalto a la derecha que había poseído tradicionalmente siete reductos estatales.
Su alarma es comprensible toda vez que el venidero 16 de diciembre se efectuarán otros comicios para elegir autoridades estatales, en los que Chávez ha adelantado su propósito que “el socialismo también debe arrasar a la derecha”.
Las opiniones internacionales al finalizar el proceso han sido de diversa índole siendo las menos numerosas –y menos racionales- las provenientes de quienes deseaban con fervor que Chávez perdiese en estos comicios.
Ellas han pretendido establecer que el 44.13% de votos obtenidos por Capriles Radonski otorgan a la derecha “prerrogativas” en el seno del futuro gobierno de Chávez.
Este concepto difundido en Suramérica como “cliché” por el neoliberalismo transnacional en sus cada vez más frecuentes fracasos electorales, también fue emitido en el Perú en Junio del 2011.
Las derechas que con Keiko Fujimori obtuvieron el 48.51% de la opción electoral contra el 51.48% que alcanzó el nacionalismo, exigieron al ganador Ollanta Humala “derecho” a “compartir” su gobierno apelando a una “estrechez” electoral.
Incomprensiblemente Humala no sólo se doblegó ante ellas, sino que también se deshizo del pueblo que lo llevó al poder para abrazar el neoliberalismo transnacional.
Igualmente ni bien se dieran en Venezuela los primeros resultados emitidos por el CNE que daban como ganador a Chávez, el Departamento de Estado de los EE.UU. apeló a ese hipotético e inexistente “derecho”, el cual Chávez rechazó de plano.
El portavoz William Ostick del Departamento de Estado -en nombre de Barack Obama-, señaló que "creemos que los puntos de vista de seis millones de personas que votaron por la oposición, deben ser tenidas en cuenta en el futuro" (3).
Es decir, EE.UU. pide que las fuerzas políticas perdedoras se transformen en ganadoras.
Más radicalmente la cubana-estadounidense, Ileana Ros-Lehtinen, representante del Congreso de los EE.UU., salió a criticar a “su manera” la victoria obtenida por Chávez.
Incurriendo en falsedades denunció que "Chávez negó acceso a los observadores electorales internacionales, aplicó cambios de último minuto a la votación, controló el sistema judicial, hostigó a los periodistas independientes y consolidó su poder para manipular el voto a su favor".
Si bien es cierto que esas declaraciones se dieron luego de los comicios, la injerencia extranjera para beneficiar al neoliberal Capriles Radonski en vísperas de los comicios, ha sido uno de los aspectos más repudiados por analistas y corresponsales foráneos.
Los días 5 y 6 del presente en que la ley ya prohibía realizar campañas proselitistas, Venezuela fue sometida a una guerra de cuarta generación en beneficio de Capriles con ataques masivos de guerra sicológica y guerra cibernética externas.
Tecnologías sólo disponibles por EE.UU. y países de la OTAN -“robots telefónicos”- invadieron la privacidad de toda la ciudadanía emitiendo mensajes en favor de Capriles y denostando de Chávez –incluso en horarios de madrugada-.
Llamadas telefónicas masivas a teléfonos fijos y celulares efectuadas desde México y Francia que pretendían perturbar las convicciones de los ciudadanos venezolanos, fueron administradas por las empresas “Movistar” –España- y “Telmex” –México- por el valor de medio millón dólares (4) (5).
La Internet venezolana también fue atacada habiendo sido blanco de estas acciones los portales de diversos medios de prensa alternativa, los cuales fueron sacados de la red.
La prensa escrita también tuvo su rol en esta guerra pro-Capriles destacando en ella los medios dirigidos desde Miami (EE.UU.) por el agente USAID Roger Noriega, y los de la ultra-derecha empresarial franquista (España), como “ABC” –el “abc” de la mentira-.
El mandatario venezolano –Chávez- ha dispuesto se formulen dispositivos legales que eviten a futuro agresiones tecnológicas similares contra la soberanía de su país.
Empero no otorgó mayor trascendencia electoral a sus efectos, acotando que en su concepto “nosotros no sólo derrotamos a Capriles, sino a una coalición internacional con intereses en el país”, a la cual -en su expresión- “se le dio la batalla perfecta”.
En Venezuela se confirmó que el neoliberalismo transnacional ya no tiene cabida en Suramérica, ni así apele al señuelo electoral de mimetizarse de democracia.
Su diseño estructurado para colonias imperiales lo hace antidemocrático.
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(1) http://www.cne.gov.ve/web/sala_prensa/noticia_detallada.php?id=3054
(2) http://www.cne.gob.ve/resultado_presidencial_2012/r/1/reg_000000.html
(3) http://vecinosenconflicto.blogspot.com/2012/10/reaccion-del-departamento-de-estado.html
(4) http://www.aporrea.org/actualidad/a151736.html
(5) http://jose-carmona.blogspot.com/2012/10/slim-y-capriles-aliados-en-guerra-sucia.html