”Dios puede conquistar el corazón de una persona que posee muchos bienes y empujarla a la solidaridad y a compartirlos con los necesitados y los pobres; es decir, a entrar en la lógica del don”, dijo el Papa comentando en el Ángelus el evangelio de este domingo que narra el encuentro de Jesús con un joven rico.
“Jesús enseña que para un rico es muy difícil entrar en el Reino de Dios pero no imposible”, afirmó el Santo Padre. Efectivamente, a través de la “lógica del don” la persona se sitúa en el camino de Jesús que, como escribe San Pablo “siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para que vosotros seáis ricos por su pobreza”.
Benedicto XVI recordó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que el joven que encuentra a Jesús observaba escrupulosamente todos los mandamientos de la Ley de Dios, pero “no había encontrado la verdadera felicidad; por eso le pregunta que tiene que hacer para tener en herencia la vida eterna. Por una parte está atraído, como todos, por la plenitud de la vida; por otra, como está habituado a contar sobre sus propias riquezas, piensa que también la vida eterna, de alguna manera, se pueda “adquirir”, quizás obedeciendo a algún mandamiento especial”.
Cristo percibe el deseo de plenitud del joven pero también su punto débil, “el apego a sus muchos bienes”, y por eso le propone que dé todo a los pobres, de modo que “su tesoro, y por tanto, su corazón, no esté en la tierra sino en el cielo y añade: “Ven y sígueme”. Sin embargo, el joven, en lugar de aceptar con alegría la invitación de Jesús se va entristecido porque no logra separarse de sus riquezas, que no podrán darle nunca ni la felicidad, ni la vida eterna”.
Es entonces cuando Jesús pronuncia la célebre frase “Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios”. Pero, viendo la perplejidad de sus discípulos agrega: “Para los hombres es imposible pero para Dios no; porque para Dios todo es posible”. Comentando el relato, San Clemente de Alejandría escribe: “La parábola enseña a los ricos que no deben dejar de lado su salvación como si ya estuvieran condenados, ni tienen que tirar al mar la riqueza, ni condenarla como insidiosa u hostil para la vida, sino que deben aprender cómo usarla”.
“La historia de la Iglesia -concluyó el Santo Padre- está llena de ejemplos de personas ricas que han empleado sus bienes de forma evangélica, alcanzando la santidad. Baste pensar en san Francisco, en santa Isabel de Hungría o en San Carlos Borromeo”.
Después de la oración mariana el Papa señaló que el sábado fueron beatificados en Praga (República Checa) Federico Bachstein y trece hermanos de la Orden de los Frailes Menores. “Fueron asesinados en 1611 por causa de su fe. Son los primeros beatos del Año de la Fe y son mártires: nos recuerdan que creer en Cristo significa también estar dispuestos a sufrir con él y por él”.
“Hoy en Polonia y en las parroquias polacas del mundo -agregó- se celebra la “Jornada del Papa” con el lema: “Juan Pablo II: Papa de la Familia” (...) Ojalá que en todas las familias polacas resplandezca el fuego vivo de la fe, del bien y del amor evangélico”.