Por José Carlos García Fajardo*
Todos conocemos la amarga historia del borrico del gitano que, cuando ya estaba a punto de vivir sin comer, se murió por empecinado. Así está la sociedad más vulnerable en esta España gobernada por títeres al servicio de la banca y del gran capital.
De esta forma pretenden transformar la plutocracia vigente (gobierno de los más ricos) en oligarquía y en oligopolio por derecho de pernada. Una falacia se impone mejor cuanto más monstruosa se muestre. Las mentiras pueden ser desmontables pero el horror es más eficaz cuanto más despersonalice a las gentes y las hagan sentirse culpables de sus desgracias. Es el terrible mito de la condena de quienes se han atrevido a pensar y a saberse responsables de sus vidas por dioses, que no existen.
Cuenta un avezado analista que el hecho gravísimo es que, en tanto no se embride a los bancos, no se podrá salir de la crisis. España está hipotecada por los bancos que hacen y deshacen. Los bancos son la expresión más genuina del capitalismo salvaje. Y no tienen alma ni sentimientos. El Ejército ha sido controlado, la Iglesia es como el banco del alma y del miedo al supuesto Más Allá. Pero los bancos son la durísima realidad, rayana en la usura. Son inmunes a todo castigo. No hay Gobierno que se atreva a legislar contra ellos. Con los desahucios, a lo más que se ha llegado es a la limosna de posponer sus fraudulentos derechos, puesto que la dación en pago, desde el Derecho Romano, es lo único realmente legal, y lo demás, que no sea suficiente y que las vidas de los desahuciados queden hipotecadas a perpetuidad, fueron añadidos incorporados en las letras pequeñas de los contratos.
Como en el lodazal florecen nenúfares y lotos, la movilización social en España durante los últimos años ha sido grandiosa, ejemplar y hasta heroica al lanzarse a las calles para impedir los desahucios de familias sin recursos con ancianos, niños y hasta con personas discapacitadas o dependientes. Se enfrentaron a la violencia de las fuerzas de orden público, a los agentes judiciales y al silencio de los magistrados que ahora parecen haber despertado del sueño que mantuvieron.
Como figura paradigmática está la Plataforma de Afectados por la Hipoteca que considera "insuficiente" el decreto sobre desahucios y ve detrás manifiestas "presiones de la banca".
Ada Colau, representante de esa plataforma denuncia que esa moratoria de dos años para casos excepcionales de vulnerabilidad es muy decepcionante. La presión social, sobre todo tras los suicidios habidos estas semanas, ha provocado que el Gobierno reaccione, pero las medidas anunciadas son insuficientes.
“Nosotros, dice, reclamamos y contamos con una Iniciativa Legislativa Popular firmada por 600.000 personas, que se aplique esa moratoria a todos los que no puedan pagar la hipoteca de su vivienda habitual por motivos de insolvencia económica sobrevenida por la crisis”.
El escándalo es que estas medidas quedan lejos de solucionar la deuda de las personas, 400.000 en los últimos años, que han sido desahuciadas y que siguen teniendo que pagar la hipoteca al banco. Lo que se necesita es que esas personas puedan entregar las llaves y su deuda sea condonada, que no perdonada.
Y así como para modificar nada menos que la Constitución española bastaron unos días para “limitar al 3% el déficit social”, por imposición de Bruselas, los desahucios no se han paralizado. La plataforma ha tenido que convocar a la gente para detener desalojos a pesar del anuncio de paralización. En algún caso, se ha parado por iniciativa del juzgado y en otros los han tenido que para los voluntarios sociales peleando a las puertas de los domicilios.
Esto constituye un logro de la sociedad civil, que ha conseguido movilizar a la opinión pública, por medio de Internet y a través de los medios de comunicación, aunque para ello haya habido que llegar a la pérdida de vidas humanas por suicidio.
Parece que, ante el dilema de si es más importante el pago de las deudas o las vidas humanas, la sociedad civil se alza sin dudar, a pesar del Bundesbank y de la opresión de los “mercados”. Mientras la Asociación de Banca se muestra satisfecha, el PSOE y la mayoría de partidos de izquierda, dolidos por no haber sido consultados, califican de “parche” la medida y dejan la puerta abierta para seguir negociando con el Gobierno, al tiempo que mantendrán contactos con otros colectivos.
A todo esto, la troika formada por FMI, Comisión europea y Banco Central Europeo, pretenden “echarnos una mano”, pero con palabras de Julius Nyerere, “la conciencia de África”, cuando era Presidente de Tanzania y enviados europeos pretendían entregarle una ayuda, respondió: “No les pedimos que nos echen una mano, basta con que nos quiten el pie de encima”.
*Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
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