Por Xavier Caño Tamayo*
En medio de la histeria de recortes presupuestarios, Rajoy, presidente del gobierno de España, aseguraba que "si hay algo que no tocaré son las pensiones”. Promesa repetida como un mantra por los candidatos del Partido Popular en campaña electoral hace un año. Pero el pasado 30 de noviembre, Rajoy traicionó su última promesa electoral y decidió no aumentar las pensiones para compensar la inflación, como cada año ordena la ley.
¿Cuestión local de España? No. Paradigma de lo que ocurre en Europa, que se traiciona a sí misma por los intereses de su minoría rica. Tiempo de mentira y traición. Lo que sucede en el reino de España expresa y revela la degeneración fraguada en la Unión Europea. Y el partido gobernante español aseguró en campaña que había sectores que nunca tocarían porque eran sagrados: sanidad pública, educación, servicios sociales y pensiones. Ya hemos visto lo que hacen con las pensiones. En sanidad, los recortes presupuestarios auguran el fin de una de las sanidades públicas más rentables y de las menos costosas. En Educación, la calidad se precipita por el aumento de alumnos por clase y la reducción de profesores, mientras el incremento de tasas de matrícula universitaria más la escandalosa disminución de becas cierran el acceso a la universidad a los hijos de clases media y trabajadora.
En servicios sociales, la supresión salvaje del presupuesto de ayuda a personas dependientes (discapacitados de varios grados que necesitan personas remuneradas a su lado para poder llevar una vida decorosa, con menos sufrimiento y para seguir viviendo en muchos casos), ha incrementado el paro hasta casi cinco millones de parados inscritos y contribuido a reducir en más de 200.000 los trabajadores cotizantes a la seguridad social.
Además, el gobierno español ha aumentado el IVA (impuesto sobre el valor añadido, injusto y regresivo donde los haya, porque paga igual el desempleado que el millonario). Lo ha hecho aunque aseguró que no lo haría, porque subir el IVA era un sablazo de mal gobernante a todos los ciudadanos.
También han incrementado de modo injusto y excesivo las tasas por usar la administración de justicia; tanto que han logrado que abogados, jueces y fiscales, por primera vez en la historia, hayan acordado aunar esfuerzos para que se declare inconstitucional esa ley que hará pagar a la ciudadanía hasta 1.200 euros (más otras cantidades variables y ascendentes según pleitos) para poder recurrir decisiones injustas del estado o pedir justicia frente a otros ciudadanos o entidades.
Además, en la sanidad pública crece una lista de espera de tres meses como mínimo para poder disponer de un diagnóstico desde que el paciente consigue visitar al médico especialista, se hace pruebas y conoce los resultados. Tiempo para morirse, incluso.
Y, por si fuera poco, el gobierno de Rajoy se pasa el estado de derecho por el forro al indultar por segunda vez el fallo de la Audiencia de Barcelona que ordenaba encarcelar a cuatro agentes torturadores de la policía autonómica de Cataluña (Mossos d'Esquadra), condenados y confirmada la condena por la evidencia de las brutales imágenes de una cámara de vídeo, cuya existencia ignoraban los torturadores. El mismo Gobierno que ha denegado también dos veces el indulto a un ex-toxicómano, David de 43 años, plenamente rehabilitado, condenado por intercambiar hace más de veinte años dos papelinas de heroína con otro adicto.
Y, en vez de perseguir a defraudadores de Hacienda, el gobierno del Partido Popular, concede amnistía fiscal a evasores fiscales, con solo pagar 10% de los beneficios de fortunas ocultas, por el que nunca pagaron impuestos, pero no mueve un dedo para perseguir el fraude fiscal que alcanza los 80.000 millones de euros anuales en el reino de España.
¿Cuántas propuestas electorales más han de traicionar los gobiernos para que la ciudadanía se harte y expulse a esas bandas de embusteros y traidores a la democracia? Porque, no nos engañemos, no es problema de España, sino de toda Europa. ¿Cuántas promesas electorales no han traicionado los partidos gobernantes de Grecia, Portugal, Italia, Reino Unido... escudándose en una crisis que agravan? ¿Cuántos embustes al servicio de la minoría; de ese 1%, como recuerda Paul Krugman, que son los ricos, la clase dominante?
Los gobiernos de Europa traicionan tsus contratos electorales con el resultado de más desempleo, pobreza y desigualdad crecientes. Pero la minoría rica es cada vez más rica. Estos gobiernos han perdido legitimidad. Es el drama de Europa, desgobernada contra la ciudadanía por minorías sin legitimidad.
*Escritor y periodista, Centro de Colaboraciones Solidarias