miguel angel rodriguez mackay 3Miguel Ángel Rodríguez McKay

Hoy comienza la fiesta del fútbol  —el deporte más globalizado del planeta— y será en la tierra caliente y alegre del pentacampeón mundial.

El contexto político y económico no es el mejor, pero igual el éxtasis arranca en el enorme Arena Corinthians de Sao Paulo cuando Neymar, la esperanza carioca, pueda darle, junto a su equipo, el triunfo clave a Brasil sobre Croacia.

La economía más grande de América Latina enfrenta por estos días paros, huelgas y protestas al conocerse los 7800 millones dólares que han servido para financiar obras de construcción, modernización y remodelación de las 12 sedes del mundial, además de la edificación de vías, aeropuertos y otros gastos de infraestructura.

La presidenta Dilma Rousseff para aquietar la ira colectiva ha dicho a tono de consuelo que se esperan ganancias superiores a los 13,300 millones de dólares. Difícil saber el resultado en un país camino a los 200 millones de habitantes y donde cerca de 40 continúan en la pobreza y con un PIB que ha vuelto a bajar llegando a 1.8% en este año.

Se trata de una economía en desaceleración que crece por debajo de la región, pero que igual seguirá siendo espacio atractivo para los inversionistas gracias al enorme mercado interno que posee y a una clase media en ascenso que es la base de la pirámide para el consumo en el país.

Para mantener el orden durante los 64 partidos que se disputarán a lo largo del campeonato y la seguridad de los 32 equipos, se contará con 150,000 policías, tres veces más que en Sudáfrica 2010. Enorme reto para Brasil el que se viene, dentro como fuera de la cancha, pues habrá elecciones presidenciales en octubre próximo y en 2016 organiza los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Correo, 12.06.2014