Rubén Alexis Hernández
El asesinato reciente de un liceísta (estudiante de educación secundaria) en la ciudad andina de San Cristóbal, ha despertado una vez más la furia de numerosos venezolanos opositores al actual gobierno de Venezuela, algunos de los cuales no disimulan sus ganas de derramar la sangre de todos aquellos que crean son chavistas-maduristas, sin importar si son mujeres o ancianos (a manera de ejemplo, revísese el contenido de las redes sociales). La violencia sociopolítica manifestada en toda su expresión, impulsada y/o aprovechada por intereses internos y externos para generar nuevamente el caos en el país suramericano; acción bien planificada por grupos mezquinos, ambiciosos y egoístas, que esperan sacar muy buen provecho en distintos ámbitos.
De los intereses mencionados en el párrafo precedente, los capitalistas tienen un peso muy importante, y se disputan con ferocidad el mercado venezolano y el mayor beneficio posible en distintos aspectos. Buitres nacionales y planetarios sacando el jugo en plena “crisis” capitalista global, favorecidos en buena parte por una serie de medidas económicas decretadas por el Gobierno de Maduro. Estas medidas (devaluación monetaria, endeudamiento, liberación de precios, entre otras), que han afectado negativamente la calidad de vida de las masas, demuestran con claridad que el capitalismo manda en Venezuela, así como en la casi totalidad del planeta. De manera que la actual conflictividad sociopolítica no responde a un enfrentamiento entre el socialismo y el capitalismo, equivalente a la lucha de clases, como se ha querido hacer ver a los venezolanos, sino a una violenta disputa entre intereses procapitalistas, disfrazados como socialismo del siglo XXI en el caso del oficialismo.
Disputa de intereses que refleja en parte la dura competencia entre las corporaciones estadounidenses y chinas, notables inversoras en suelo latinoamericano y venezolano. Considérese que la presencia de China en América Latina creció de forma importante en los últimos años, en sectores como el energético, las telecomunicaciones, el transporte, la agricultura, la construcción, la minería, la banca, y otros. En cuanto a Venezuela, China ha prestado más de 50.000 millones de dólares, y ha invertido fuertes sumas de dinero en materia petrolera. Mientras tanto el águila imperial invierte a la vez que amenaza a distintos gobiernos de la región, y aumenta su contingente militar. ¿Será casualidad el ingreso próximo de más de 3.000 militares estadounidenses a Perú, importantísimo socio de China?
Se puede asegurar entonces que, ¿la violencia entre grupos oficialistas y opositores en Venezuela responde casi en su totalidad a los intereses chinos y estadounidenses?, por supuesto que no, pero es evidente la presión que ejercen las corporaciones y los gobiernos de ambas potencias, para lograr el mayor apoyo posible de unos y de otros grupos, y en general de las autoridades y de sectores venezolanos influyentes. Respecto a Estados Unidos, se nota claramente tal presión, debido a su pérdida de influencia en América Latina, justamente por el avance de China; aún así, el país norteamericano continúa siendo el primer socio comercial de Venezuela. Ahora bien, ¿de qué forma concreta se manifiesta la violencia prochina o proestadounidense en la nación caribeña? Considérense tres vertientes, aunque pueden ser más: a) La lucha permanente por el control del poder central y de los poderes regionales y locales, fundamentales para favorecer de una u otra manera a las apetencias burguesas ; b) disputa en las calles como herramienta de presión procapitalista; y c) la violencia como medio distractor ante la adopción de medidas gubernamentales impopulares.
Lo cierto del caso es que la feroz competencia global entre China Y Estados Unidos, se siente fuertemente en Venezuela, país dependiente a tal punto, que su legislación ha contemplado enormes garantías para los inversores capitalistas foráneos, más allá del trillado discurso antiimperialista, socialista y humanista de Maduro. Ah, y no crea nadie que los capitalistas chinos son mejores personas en comparación con los estadounidenses y con los burgueses de otras nacionalidades, tal como creen y quieren hacer creer algunos dizque izquierdistas; al fin y al cabo todos son explotadores, parásitos, ladrones, depredadores, y pare de contar. China surgió como potencia mundial, no precisamente en favor de las masas y del medio ambiente de las naciones en las que ha invertido. Y es un Imperio como Estados Unidos, sólo que sin la relevancia mediática del primero.
Para concluir este artículo, señálese que el continuo derramamiento de sangre en Venezuela, azuzado y aprovechado en buena medida por perversos intereses internos y externos, da a entender que la vida de los venezolanos, especialmente de los de a pie, vale menos que las apetencias económicas de la burguesía local y global, y los cálculos políticos de sectores minoritarios, tanto de la oposición como del Gobierno.