Algunos saltaron al vacío antes de morir por el fuego. Habría negligencia por materiales inflamables empleados en remodelación.
Hasta el momento se ha confirmado que hay 12 cuerpos de fallecidos a causa del incendio desatado hace 12 horas en la Torre Grenfell de Londres, un edificio de viviendas en el centro de esa ciudad, al noroeste de los palacios de Buckingham y Kensington, en la zona de White City.
Las autoridades han informado que nadie sobrevivió en los tres últimos pisos, hasta donde los bomberos no pudieron llegar y son docenas de personas las desaparecidas, parte de los cuales son ancianos y niños, sobre todo, en los últimos pisos.
Según Scotland Yard, el número de víctimas sería de una cincuentena. El edificio, construido en 1974, albergaba a gente de etnias diversas, entre árabes, asiáticos, africanos y otros, en 120 departamentos.
El fuego, que se inició alrededor de las 01:00 horas locales, movilizó a 200 bomberos con 40 vehículos y ambulancias mientras unas 600 personas trataban de escapar del inmueble. Seis hospitales recibieron a unas 74 personas llevadas por personal de salud, de los cuales 20 se encuentran en estado grave.
Testigos denuncian que no funcionaba la alarma de incendio, así como los aspersores, mientras que la única escalera estaba bloqueada, de lo cual habían advertido anteriormente al propietario, que es el Concejo. Una vez desatado el fuego, no se despertaron con la alarma, sino gracias a algunos vecinos, otros por los gritos y olor a humo.
Consternadas personas vieron cómo algunos de los atrapados por las llamas se lanzaron al vacío o lanzaron a sus niños, donde perecieron, pues no había colchones inflados donde cayeron. Otros anudaron sábanas tratando de que funcionen como sogas y paracaidas antes de saltar.
Un bebé lanzado fue cogido en el primer piso y logró sobrevivir, pero se desconoce el destino de su madre. Otros vieron cómo tres niños movían sus brazos por una ventana, esperando ser salvados, pero de pronto una explosión los desapareció.
Otros simplemente agitaban toallas, usaban sus teléfonos celulares y linternas suplicando ser rescatados, a la vez que las autoridades les indicaban que permanezcan donde estaban, mientras el público no cesaba de escuchar gritos de espanto.
Un refrigerador
El incendio comenzó a causa de una refrigeradora en mal estado, en el segundo piso, que explotó, tras lo cual las llamas tardaron tan sólo 15 minutos en alcanzar los pisos superiores. Esto, según testigos y la prensa, datos que todavía no han sido confirmados por la Policía.
Desatada la tragedia, ahora se cuestiona al Concejo y la compañía que remodeló el edificio hace un año, debido a la rapidez con la cual el fuego se propagó, pues habrían empleado materiales inflamables. Al parecer deberán comparecer por negligencia grave. Además, se negaron a escuchar las advertencias de los residentes acerca del revestimento nuevo.
Jack Monroe, exbombero citado por el Daily Mail, señaló que quien haya firmado el contrato de remodelación con ese material debe ir a los tribunales a responder por cada víctima. Mientras que Arnold Tarling, de Hindwoods, dijo que el revestimento puede crear cavidades de 25 a 30mm entre el aislamiento y la capa de material, lo cual crea túneles de viento por donde avanzaron las llamas.
El edificio, antes del incendio
Uno de los factores que habrían ayudado a la propagación del incendio parece haber sido una nueva cubierta de plástico a prueba de lluvia, que costó unos £10 millones (unos 12.7 millones de dólares), y “ardió como un fósforo”, según testigos, pero el contratista de la remodelación insiste en que era segura. El mismo material se ha empleado para remodelar edificios de las décadas de 1960 y 1970.
Residentes del edificio, que lograron huir, narraron el infierno vivido, avanzando en medio de cadáveres.
Vecinos de Londres, incluyendo celebridades, llevaron alimentos, agua y vestido a los centros de atención del siniestro, mientras que otros ofrecían cobijo a la gente que quedó sin un lugar dónde vivir, mientras, a 12 horas del inicio del incendio, las llamas todavía no habían sido apagadas.
Un ingeniero estructural revisó el edificio y aseguró que no hay riesgo de derrumbe.
