Jennifer Hennebert Dalton
Uruguay ya era un país tradicionalmente con baja fecundidad, y este año la tasa llegó a un mínimo histórico. Esto lo impele a un complejo equilibrio: debe lidiar con el envejecimiento de su población a la vez de mantener el descenso del embarazo adolescente y apoyar a aquellas mujeres que desean tener más hijos pero lo ven como un "costo".
Esta nación sudamericana pasó de tener 49.000 nacimientos en 2015 a menos de 35.000 proyectados para 2021, lo cual se traduce en menos de 1,4 hijos por mujer en edad de ser madre, la tasa de natalidad más baja de su historia, un desafío para los sistemas de jubilaciones y de salud en un país que envejece.
El 15 por ciento de la población uruguaya -de 3,4 millones de habitantes- tiene 65 años o más, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), una proporción muy cercana al 18 por ciento que tiene en promedio Europa y lejos del 8 por ciento de América Latina.
"La maternidad genera fuertes costos a las mujeres porque posterga la finalización de sus proyectos educativos e impacta en el mercado laboral", explicó a la Agencia Sputnik el sociólogo Fernando Filgueiras, representante de la oficina del Fondo de Población de Naciones Unidas en Uruguay.
En este contexto, hay un conjunto de mujeres de sectores medios que "declaran que hubieran querido tener más hijos de los que tienen, hay una insatisfacción por baja fecundidad, que no ocurre por cómo se concibe la división sexual del trabajo y todos los desincentivos que enfrenta si eligiera tener más".
Efectivamente, Uruguay no cuenta con un Estado que proporcione una serie de servicios en alianza con las familias: sistema de cuidados en niñez temprana, extensión del tiempo lectivo en la escuela primaria y secundaria, licencias maternales y parentales adecuadas y asignaciones familiares más robustas.
"Esa alianza estatal-familiar favorecería la distribución de la carga de trabajo no remunerado entre las familias y el Estado, y entre hombres y mujeres", sostuvo.
El modelo de baja fecundidad que tiene Uruguay "es un equilibrio imperfecto entre la reproducción y producción en una sociedad que envejece, y no logra sostener los niveles de bienestar que podría haber generado", agregó.
Por ello, esta baja de la tasa de nacimientos, afirmó, "coloca presión sobre el sistema tributario, fiscal y la seguridad social, ya que implica un descenso abrupto en el número de jóvenes que serán a futuro la población activa que sostendrá a los pasivos".
"BIEN PÚBLICO"
Filgueiras sostiene que el Estado debería reconocer el trabajo que realizan las familias, principalmente las mujeres, como un "bien público" e intertemporal, y apoyarlo con transferencias monetarias.
De esta forma, se generaría un incentivo a aumentar la tasa de natalidad.
Sin embargo, también eS cierto que "cuando pensamos en un envejecimiento de la sociedad, estamos mirando dos elementos positivos, que la gente vive más y que las mujeres pueden elegir cuándo y cuántos hijos tener", apuntó.
El problema es por qué no se compatibiliza más el proyecto reproductivo y el productivo.
"Debe cambiar el contrato de género dentro de las familias y entre las familias y el mercado", afirmó el sociólogo.
Para Filgueiras, el Estado debe reconocer, premiar y favorecer la compatibilización de dos producciones valorables para el país: la producción dentro del mercado laboral y la producción de crianza que tiene sus costos.
Por eso, la semana pasada, el partido Cabildo Abierto (derecha) presentó un proyecto de ley para estimular los nacimientos, que incluye beneficios y compensaciones económicas para las parejas, con el propósito de que despejen la variable económica como factor de decisión.
La baja tasa de fecundidad "significa un grave problema para la viabilidad del país en un futuro no muy lejano", afirma el proyecto presentado por el senador Guido Manini Ríos, líder del partido.
Esa situación "resulta realmente preocupante" porque implica un envejecimiento de la población, lo que pone "en riesgo" el "sistema de solidaridad intergeneracional", en referencia a las prestaciones de seguridad social, añade.
El proyecto de ley establece incentivos para nacimientos de niño, tales como una licencia especial de 45 días dentro de los dos primeros años de vida del hijo, descuentos de los aportes al Banco de Previsión Social para acceder a un servicio de guardería sin costo y un aumento de las deducciones de los contribuyentes por gastos de educación, alimentación, vivienda y salud.
DESDE SIEMPRE
De todos modos, Uruguay, a diferencia del resto de la región, es demográficamente pequeño desde sus orígenes, explicó a la Agencia Sputnik la docente y doctora en demografía Wanda Cabella, coordinadora del Programa de Población de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.
"Uruguay procesó muy tempranamente su transición demográfica, pasó de tasas altas de natalidad y natalidad a tasas bajas a mediados del siglo XX, con un 'timing' parecido al de los países europeos", dijo.
El alto contingente europeo que migró a Uruguay impactó mucho en los comportamientos demográficos, según Cabella, sumado a una urbanización temprana, un estado de gobierno secular laico y un tipo de economía basada en la ganadería que no requería de mucha mano de obra.
El tema del envejecimiento de la población "se debe a la evolución demográfica de las sociedades; hay cada vez más población adulta mayor que depende de los que están en edad de trabajar, pero más que mirarlo como un problema, creo que es una tendencia que demuestra cierto progreso y hay que encontrar un nuevo equilibrio", sostuvo.
En todo caso, "sí hay una discusión respecto a las mujeres que quisieran tener más hijos y por razones vinculadas a la incompatibilidad de crianza y trabajo no lo hacen; ahí hay una tensión que se debe atender con políticas estatales, que podrían aumentar la tasa de natalidad y al mismo tiempo satisfacer esa necesidad insatisfecha".
De todos modos, Filgueiras aclara que "no hay ningún escenario catastrófico poblacional, Uruguay no va a desaparecer".
Si mantuviéramos los niveles de fecundidad en torno a 1,5 hijos por mujer o más, "las proyecciones indican que hacia el año 2100 seríamos un poco menos de los que somos ahora", dijo.
BUENAS NOTICIAS
En este desplome de la fecundidad hay una muy buena noticia, sostiene Filgueiras: la caída en los últimos años de "la tasa de embarazos en adolescentes de 15 a 19 años, que se redujo de 60 cada 1.000 mujeres a 30, gracias a una buena política pública de prevención y de acceso a métodos anticonceptivos".
Los implantes subdérmicos, los inyectables y los dius, además de mayor acceso a información y educación sexual y una elección de postergación de la maternidad, son puntos clave en la baja de la fecundidad no planificada que genera altas vulnerabilidades asociadas, explicó.
A la hora de encontrar el equilibrio demográfico, Filgueiras precisó que se requiere una reforma del sistema de seguridad social mediante la modificación de la edad de jubilación adaptada al aumento de la esperanza de vida.
Pero, sustantivamente la forma más integral de enfrentar este envejecimiento de la sociedad uruguaya es con tres o cuatro herramientas macro, precisó el sociólogo.
Se debe "maximizar la participación laboral de las mujeres, incrementar la productividad de la población activa, mediante la capacitación e incorporación de la tecnología, y aumentando la productividad de las generaciones futuras, que aunque sean menores en cantidad, pueden ser más productivas".
Para eso, subrayó se debe invertir en primera infancia, adolescencia y juventud, fortaleciendo los logros educativos y mejorando las tasas de egreso de la educación media para que los jóvenes puedan insertarse en forma plena en el mercado con mayores niveles de educación, productividad, y así sostener a generaciones adultas mayores.
Con información de Sputnik