Nikolái y Anna Bondarenko, una pareja de 86 y 88 años, que en su niñez sobrevivieron a la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial, narran a Sputnik los horrores que les tocó vivir en estos últimos ocho años del conflicto con Kiev.
Su pueblo Triojízbenka, en el centro de Lugansk, estuvo todos estos años en manos de los militares ucranianos que podían pasar en cualquier momento por el pueblo en un vehículo y disparar sin razón a las casas.
A finales de febrero, las tropas ucranianas emplazaron sus lanzacohetes múltiples cerca de las viviendas ante el avance de las fuerzas de Lugansk.
Nikolái Bondarenko relata que dos proyectiles estallaron en el patio de su casa, destrozando las ventanas y el techo.
La pareja se trasladó a un cobertizo con sus pocas pertenencias y fotos familiares, lo más preciado que les queda. Los vecinos les ayudaron a tapar las ventanas con mantas para que no entren corrientes de aire. Por ahora no tienen posibilidades de comprar cristales.
Ahora que los combates se alejaron del pueblo, Anna Bondarenko dice que estos sucesos son más terribles que la Segunda Guerra Mundial. "Ahora se enfrentan nuestros hijos, nuestros nietos. En aquella época los otros eran alemanes, ahora los que se enfrentan son de la misma sangre (...) Las autoridades ucranianas se vendieron a la OTAN, se vendieron por unos cuantos dólares", recalca.
La anciana rememora que incluso algunos soldados alemanes eran más humanos que los ucranianos colaboradores de los nazis. Una vez, tres militares alemanes entraron en un aula, en la que estudiaban niños de todas las edades, y uno de ellos rompió a llorar, relata Bondarenko. "Nuestra maestra sabía alemán y habló con él. El soldado le contó que tenía cinco hijos y que sentía mucha pena por nosotros. Dijo que no quería ir a la guerra, pero Hitler los envío a todos", recuerda y agrega que los ucranianos colaboradores de los nazis se llevaron un día a su abuelo. Solo después del final de la guerra supieron que había sido fusilado.
Triojízbenka por el momento no tiene luz, el suministro está interrumpido. Y la pequeña tienda local vende solo una vela a cada uno para que alcance para todos. Las tarjetas bancarias con las grivnas ucranianas no funcionan y las autoridades de Lugansk todavía no han empezado a pagar las jubilaciones.
Con información de Sputnik
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