Esporas de ántrax, bacterias de la tularemia y la peste son, al parecer, algunas de las armas bacteriológicas que se desarrollaban en la red de laboratorios secretos de Estados Unidos en Ucrania, según los documentos que capturaron los militares rusos durante la operación que llevan a cabo en ese país desde el pasado 24 de febrero.
Kiev, Odesa, Leópolis y Járkov son algunas de las ciudades que albergaban las más de 30 instalaciones secretas del Pentágono para sus siniestros proyectos en los que trabajaban científicos militares con cobertura diplomática.
Si bien Rusia venía denunciando desde antes el funcionamiento de esos laboratorios cerca de sus fronteras, la captura del dossier está destapando el alcance del programa de armas bacteriológicas de los estadounidenses y su 'modus operandi'.
El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, insistió este viernes que llevará este asunto a la ONU cuantas veces sea necesario. "Planteamos ya este problema ante el Consejo de Seguridad, y lo volveremos a plantear constantemente porque es una amenaza para la paz y la seguridad del mundo", recalcó en un evento en la Fundación Gorchakov para la diplomacia pública.
EL HIJO DE PAPÁ
Según los documentos obtenidos, el programa de armas bacteriológicas era financiado por un entramado de fondos, entre ellos Rosemont Seneca, vinculado a Hunter Biden, el hijo del presidente estadounidense, Joe Biden. El controvertido vástago de Biden, que tuvo problemas de adicción a las drogas durante un periodo importante de su vida, es un viejo conocido en Ucrania por sus relaciones turbias con una compañía gasista local llamada Burisma, cuando Joe Biden era vicepresidente de Estados Unidos.
"Los materiales obtenidos permiten rastrear el esquema que usaban los organismos estatales de Estados Unidos para trabajar con los laboratorios en Ucrania. Las estructuras cercanas al entorno del Gobierno estadounidense estaban implicadas en la financiación de esa actividad, en particular el fondo Rosemont Seneca que encabeza Hunter Biden", desveló Ígor Kirílov, jefe de las fuerzas de defensa radiactiva, química y biológica del Ejército ruso.
Además de Rosemont Seneca que maneja unos 2.400 millones de dólares, en la trama estaban implicadas la compañía Metabiota y Black and Veach, dos contratistas importantes del Pentágono.
Desde el Kremlin exigieron explicaciones a la Casa Blanca por la financiación del programa de armas bacteriológicas por parte de Hunter Biden, que ya está en la lista de Rusia de individuos sancionados. "Es una información muy sensible para Rusia y para el mundo entero. Vamos a demandar una explicación. Y no solo nosotros. Ya sabéis que China exigió explicaciones y pidió que se transparente esta situación. El asunto interesará a muchos países", dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, este viernes en una comparecencia ante la prensa.
Viacheslav Volodin, presidente de la Cámara baja rusa, anunció que una comisión parlamentaria investigará la conexión de Joe Biden con esa red de laboratorios. "El mismísimo presidente estadounidense Joe Biden está involucrado en la creación de esos laboratorios. El fondo de inversión que encabeza su hijo financió las investigaciones y la implementación del programa militar biológico de Estados Unidos. Es obvio que Joe Biden, como padre y como jefe de Estado, estaba al tanto", señaló en la red social Telegram.
BIDEN CONTRAATACA
Tras el anuncio de Volodin, el presidente Joe Biden impuso sanciones contra los 328 diputados de la Cámara baja rusa. La decisión fue cuestionada por el comité anticorrupción del hemiciclo.
El líder parlamentario llamó al Congreso estadounidense a iniciar una investigación propia, así como volvió a demandar a Joe Biden que explique a la comunidad internacional los hechos que evidencian la actividad de esos laboratorios. A pesar de los documentos hallados y las pruebas presentadas, Washington se ha limitado a negar las graves acusaciones.
De momento, los países europeos guardan mutismo absoluto, pese a que desde Ucrania eran enviados miles de muestras con patógenos altamente peligrosos a instituciones de Gran Bretaña, Georgia y Alemania, entre otros, creando riesgos para la seguridad biológica.
La investigación, que solo ha empezado, de lo que hacía realmente esa red de laboratorios estadounidenses en Ucrania, debe arrojar luz a los verdaderos propósitos y las consecuencias de esa actividad.
Con información de Sputnik