Por Adrián Mac Liman*
Castigar a Rusia, engañar a Rusia, acabar con el poderío imperial de los zares rojos… Trato de hacer memoria. Sucedió hace cuatro décadas, en la primera mitad de los años 70, durante la fase preliminar de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE). Se trataba, en aquel entonces, de persuadir a los jóvenes e inexpertos periodistas que la ofensiva diplomática de Occidente acabaría con la cohesión del llamado bloque socialista, con el monolítico Pacto de Varsovia, temible rival de la Alianza Atlántica, con el mundo bipolar liderado por Washington y por Moscú. Una percepción de futuro difícilmente asumible por los integrantes de la primera generación de la guerra fría, de mi generación. Presenciaremos el final del comunismo, seremos sus enterradores, afirmaban rotundamente los diplomáticos occidentales destinados a las consultas de Ginebra y Helsinki.