Un joven de 22 años que padecía de cáncer pereció de sed en un hospital londinense tras ser descuidado por el personal asistencial.
El nuevo caso se suma a la larga lista de pacientes y ancianos que perecen por falta de atención o que son mantenidos sin cuidados elementales como la alimentación en el Reino Unido.
El fallecido, Kane Gorny, quien practicaba el fútbol y se preperaba para ser zapatero, tenía tanta sed que llamó a la policía por el teléfono de emergencia 999 para decir que se moría de sed, pero el personal del hospital dijo respondió a la policía diciendo que no hay problema.
Sólo una hora antes de la muerte del joven se dieron cuenta de que las enfermeras habían olvidado suministrarle su medicación, pero nada pudo hacerse, murió deshidratado después que no le dieron agua para beber.
Lo más trágico es que el joven tenía buena expectativa de vida, pues había logrado la remisión exitosa del cáncer cerebral que lo afectó y necesitaba fármacos para regular sus niveles hormonales, según informa el Daily Mail.
El abandono del paciente por parte del indolente personal hospitalario ocurrió en el St George's Hospital in Tooting, ubicado al sur de Londres Rita Cronin, madre del fallecido, reveló que el personal del hospital una y otra vez se negó a escuchar su preocupación cuando ella les decía que no había dado la medicación a su hijo.
La atribulada progenitora narró que se desesperó y molestó por la mala atención y reveló que en la víspera del deceso su hijo no fue atendido por ningún médico, pese a encontrarse en una habitación para él solo.
Después de la muerte del joven, una enfermera ingresó a la habitación y preguntó si la familia había “terminado”, delante de ellos, para poder embalar el cuerpo del fallecido.
El cáncer cerebral afectó a Gorny también su glándula pituitaria, que regula los niveles de fluidos, por lo cual necesitaba esteroides, que debilitaron sus huesos y por ello se encontraba en el hospital para un procedimiento rutinario de reemplazo de cadera.
El caso se ventila en la actualidad en los tribunales, donde su madre denunció que el personal de ese hospital era ocioso y ni siquiera revisaban sus registros para ver que su medicación era esencial.
Ayer la señora Cronin dijo que su hijo también la llamó por teléfono para decirle que estaba desesperado porque le alcancen un vaso de agua para beber, por lo que se dirigió furiosa y confundida al hospital, donde gritó al personal.
Al momento que ella llegó el personal se encontraba sin hacer nada y los médicos jóvenes parecían nerviosos de llamar a un médico experimentado.
Entonces el personal de seguridad impidió a la señora hacer algo más.
“Llamé a la policía porque no querían darme algo de beber”, le dijo su hijo, quien agregó que el personal todo el tiempo se coloca de pie a hablar de sus cosas, en lugar de brindarle atención.
La señora Cronin se sentó por tres horas en la habitación de su hijo la noche previa a su muerte, donde vio que ni siquiera una enfermera se había acercado a verlo o darle su medicina vital, por lo cual se acercó a una enfermera que pasaba para decirle qe no habían dado su medicina a su hijo.
La madre del fallecido pidió quedarse en el hospital por si su hijo se despierta. Sorprendentemente le respondió una enfermera: “No necesita hacer eso, si su hijo hace ruido cerraré la puerta y no despertará a nadie”.
La mañana de la muerte de su hijo, el 28 de mayo de 2009, la señora Cronin llegó temprano al hospital y encontró a su hijo delirando y con labios y lengua hinchados y una de tres enfermeras que había allí le dijeron que ya tomó su desayuno, cuando en realidad no había ningún indicio de que su hijo haya podido desayunar.
La madre verificó que no dieron la medicina a su hijo porque estaba en la mesa de su cama. Entonces advirtió de este hecho a un médico, quien le dijo que el no darle su medicina no hará ningún daño a su hijo.
Después otro médico vino a ver a su hijo, tras lo cual comenzó a llamar a todos, “vengan rápido”, dijo, y recién trataron de salvar al joven, pero todo fue en vano, el médico principal le dijo que su hijo se estaba muriendo y que vaya a verlo. Lo encontró manchado de sangre y fluidos en sus sábanas. Una enfermera le pidió que la ayude a cambiar a su hijo, la misma que dijo si ya podía embalarlo después que pereció.
El certificado de defunción indica que Gorny murió de “déficit de agua” y “hiperatraemia”, es decir, deshidratación.
Tras resistir bien sesiones de radioterapia y quimioterapia para su cáncer cerebral, su hijo retomó su vida normal, hasta que presentó problemas óseos en la cadera, por lo cual esperaba operarse.