Píldora anticonceptiva y reemplazo hormonal destruyen defensas contra el cáncer
Las píldoras anticonceptivas y las terapias de reemplazo hormonal en mujeres destruyen las defensas naturales del cuerpo contra el cáncer, según un estudio que se publica este lunes 19 de enero en el Journal Of Experimental Medicine.
Las píldoras anticonceptivas y las terapias de reemplazo hormonal en mujeres destruyen las defensas naturales del cuerpo contra el cáncer, según un estudio que se publica este lunes 19 de enero en el Journal Of Experimental Medicine.
Los científicos aseguran que las píldoras y las terapias hormonales de reemplazo pueden estimular mutaciones genéticas cancerígenas.
En el estudio identificaron cómo la hormona estrógeno en anticonceptivos orales y las terapias de reemplazo hormonal pueden iniciar una reacción bioquímica en cadena, que destruye las defensas naturales contra el cáncer.
El estrógeno juega un rol clave en la lucha contra las infecciones como el resfrío común, pero descubrieron que la exposición a altos niveles puede estimular mutaciones genéticas que pueden causar cáncer.
La relación entre el estrógeno y el cáncer es conocida desde hace tiempo, pero este nuevo hallazgo proporciona una clara evidencia de cómo están vinculados y podría ayudar a los científicos a encontrar nuevas formas de luchar contra el cáncer.
El doctor Svend Petersen-Mahrt, de los laboratorios Cancer Research UK’s Clare Hall, en South Mimms, Hertfordshire, Reino Unido, indicó que han encontrado evidencia de que el estrógeno es determinante en la generación de diversidad en el sistema inmunológico, que ayuda al organismo a combatir parte de las infecciones, pero que la exposición prolongada a la hormona produce cambios genéticos en otras partes del cuerpo, que pueden causar cáncer.
Los estudiosos aseguran que el hallazgo es muy importante porque por mucho tiempo los científicos han tratado de explicar el vínculo entre el estrógeno y el cáncer, que es importante en las mujeres expuestas a cantidades mayores de estrógenos por períodos prolongados, por ejemplo, durante las terapias de reemplazo hormonal.
Existe otro estudio, The Million Women Study, de 2003, que observó que las mujeres postmenopáusicas que se sometieron a terapias de reemplazo hormonal tenían un riesgo 22% mayor de morir de cáncer de mama que las demás.
Los estudios también sugieren que las mujeres que emplean píldoras anticonceptivas combinadas, que contienen estrógenos, presentan mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama. Los riesgos se incrementan cuando hay antecedentes familiares de cáncer.
El doctor Petersen-Mahrt, que condujo el trabajo de investigación, realizó los hallazgos en ratones en los cuales examinó células blancas que se activaban cuando encontraban una bacteria o virus.
Estas células inmunológicas experimentan mutaciones en su código genético, que les permite producir nuevos anticuerpos para combatir a los microorganismos invasores.
Se observó que el estrógeno ayuda a iniciar ese proceso estimulando la producción de una enzima llamada AID en el sistema inmunológico de las células. Cuando eran más alto que lo normal los niveles de AID causaron mutaciones celulares asociadas con el cáncer.
El doctor Petersen-Mahrt también mostró que una elevada cantidad de estrógenos indujo la producción de AID en las células de las mamas, ovarios, en las gónadas y en la próstata; estudios previos habían mostrado que esto puede estimular cambios en los genes que pueden producir cáncer.
En el estudio identificaron cómo la hormona estrógeno en anticonceptivos orales y las terapias de reemplazo hormonal pueden iniciar una reacción bioquímica en cadena, que destruye las defensas naturales contra el cáncer.
El estrógeno juega un rol clave en la lucha contra las infecciones como el resfrío común, pero descubrieron que la exposición a altos niveles puede estimular mutaciones genéticas que pueden causar cáncer.
La relación entre el estrógeno y el cáncer es conocida desde hace tiempo, pero este nuevo hallazgo proporciona una clara evidencia de cómo están vinculados y podría ayudar a los científicos a encontrar nuevas formas de luchar contra el cáncer.
El doctor Svend Petersen-Mahrt, de los laboratorios Cancer Research UK’s Clare Hall, en South Mimms, Hertfordshire, Reino Unido, indicó que han encontrado evidencia de que el estrógeno es determinante en la generación de diversidad en el sistema inmunológico, que ayuda al organismo a combatir parte de las infecciones, pero que la exposición prolongada a la hormona produce cambios genéticos en otras partes del cuerpo, que pueden causar cáncer.
Los estudiosos aseguran que el hallazgo es muy importante porque por mucho tiempo los científicos han tratado de explicar el vínculo entre el estrógeno y el cáncer, que es importante en las mujeres expuestas a cantidades mayores de estrógenos por períodos prolongados, por ejemplo, durante las terapias de reemplazo hormonal.
Existe otro estudio, The Million Women Study, de 2003, que observó que las mujeres postmenopáusicas que se sometieron a terapias de reemplazo hormonal tenían un riesgo 22% mayor de morir de cáncer de mama que las demás.
Los estudios también sugieren que las mujeres que emplean píldoras anticonceptivas combinadas, que contienen estrógenos, presentan mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama. Los riesgos se incrementan cuando hay antecedentes familiares de cáncer.
El doctor Petersen-Mahrt, que condujo el trabajo de investigación, realizó los hallazgos en ratones en los cuales examinó células blancas que se activaban cuando encontraban una bacteria o virus.
Estas células inmunológicas experimentan mutaciones en su código genético, que les permite producir nuevos anticuerpos para combatir a los microorganismos invasores.
Se observó que el estrógeno ayuda a iniciar ese proceso estimulando la producción de una enzima llamada AID en el sistema inmunológico de las células. Cuando eran más alto que lo normal los niveles de AID causaron mutaciones celulares asociadas con el cáncer.
El doctor Petersen-Mahrt también mostró que una elevada cantidad de estrógenos indujo la producción de AID en las células de las mamas, ovarios, en las gónadas y en la próstata; estudios previos habían mostrado que esto puede estimular cambios en los genes que pueden producir cáncer.