Por Herberth Cuba García
Villanueva y los votos de APP son esenciales para cualquier lista congresal
Junio y julio son meses electorales en el Congreso de la República, debido a que cada 28 de julio se renueva su mesa directiva. La expremier Mercedes Aráoz ha introducido el efecto César Villanueva en las elecciones de la mesa directiva, porque el premier es parte de la bancada de Alianza Para el Progreso (APP), cuyos votos son esenciales para cualquier lista congresal. Los 66 votos que requiere Fuerza Popular pueden ser los 58 propios más los 9 de APP, con la finalidad de dar estabilidad al actual premier y al Gobierno de Martín Vizcarra.
La bancada de PPK, a través de las declaraciones de la vicepresidente y congresista Aráoz al diario El Comercio, ha puesto la valla muy alta para conseguir la presidencia del Congreso. “Sigo pensando —es mi modo de ver las cosas, lo lamento— que el vacador no puede ser presidente del Consejo de Ministros… me parece que provocó la situación que nos llevó a la crisis. No quiso escuchar, alimentó sobre la base de infundios la idea de la vacancia”, señaló la ex premier.
Estas declaraciones, en pleno proceso electoral congresal, han incrementado la capacidad de maniobra del premier, cuya seguridad al frente del Gobierno estaría ligada a su capacidad de influir en la elección de la mesa directiva. Los congresistas de la bancada de APP podrían definir la elección de la mesa a favor del fujimorismo, pero no es fácil. La participación del Frente Amplio en el gabinete de Gobierno puede aportar los votos necesarios para el continuismo fujimorista en la mesa directiva. Sin embargo, la enorme campaña de acusaciones contra la mesa directiva busca restarle capacidad al fujimorismo para forjar alianzas, y por lo tanto alejar a APP y al Frente Amplio de esa posibilidad.
La expresiones de la exministra Aráoz han puesto en evidencia la dificultad que tendrían los congresistas de los diversos partidos para confluir en una lista unitaria. Otra vez, el rol del premier puede ser decisivo. La buena relación del premier con la bancada PPK podría ser el inicio de esa ruta; y luego, la articulación con cada uno de los grupos parlamentarios y de los no agrupados. La dificultad mayor será la designación del congresista que lidere el conglomerado antifujimorista. La polarización que ya existe se agudizaría. Es posible que el antifujimorismo sea el paraguas que permita aglutinar, por ejemplo, a Frente Amplio y Nuevo Perú, a los avengers y a los no agrupados. Una alianza efímera y de izquierda. El precio para un sector de PPK, de AP y del Apra sería caro para sus propios electores. Los casi 30 votos que posee la izquierda, desde diversas vertientes partidarias o bancadas, ponen en evidencia el nuevo giro político que tomaría el Congreso de la República. Los 40 votos restantes de la coalición antifujimorista son numéricamente incapaces de poner la agenda. El rol de Fuerza Popular como contrapeso sería inevitable; y la confrontación, mayor. El costo-beneficio para la estabilidad política y la gobernabilidad no parece favorecer esa posibilidad. Pero nada está dicho.
El desafuero de los tres congresistas involucrados en los kenjivideos significa el aumento de la bancada de Fuerza Popular a 61 congresistas, con lo que se acercaría, sin hacer alianzas, a la cifra mágica de 66 votos. Sin embargo, el antifujimorismo, atento a ese crecimiento, se ha parapetado en la defensa de esos tres votos y, por lo tanto, impide el desafuero. Poco interesa ahora que la defensa de Kenji implique consolidar ante la opinión pública el indulto de Alberto Fujimori y la gestión del presidente PPK.
El premier ha creado un gabinete ministerial que satisface de alguna manera a los diversos grupos parlamentarios y a la ciudadanía. Sin embargo, las contradicciones electorales al interior del Congreso de la República podrían entorpecer el liderazgo del premier y del propio presidente Martín Vizcarra, si se revive la polarización previa a la renuncia de PPK.
Los congresistas y los medios que alimentan el desprestigio del Congreso con la finalidad de ganar las elecciones congresales, polarizan al Congreso y generan enorme repercusión y movilización en la calle.
Apelan a la calle, al “que se vayan todos”, llaman a un nuevo gobierno y una nueva Constitución. El Gobierno, el premier y los líderes políticos tienen la enorme responsabilidad de construir la gobernabilidad de nuestro país y aunar esfuerzos por una mejor gestión y mayor crecimiento económico, en sintonía con la gente. Más trabajo, salud, educación y justicia. El reto es grande.
01 de junio del 2018