Por Herberth Cuba Garcia
Una oportunidad para superar la trampa de ingresos medios
El contexto político, económico, social y cultural de nuestro país ha llevado al Poder Ejecutivo y a diversos analistas y estudiosos a elaborar una serie de propuestas de cambio y transformación en general, y en el sector salud en particular. Estas propuestas, de mediano y largo plazo, deberían incorporar cuidados frente a la trampa de los ingresos medios y el aprovechamiento del bono demográfico. La demora en la toma de decisiones significaría una pérdida irreparable.
El bono demográfico es una oportunidad para nuestro país, debido a que la población entre 20 y 65 años es mayor que la suma de los otros segmentos poblacionales, los mayores de 65 y menores de 20. Es decir, la proporción de la población activa y productiva es mayor que la población dependiente. El reto consiste en aprovechar la productividad de esta población “activa” y reducir la “carga” de la población mal llamada “dependiente”, con la finalidad de conseguir altas tasas de crecimiento, durante el presente periodo. Pero esto, a su vez, resulta un riesgo, porque es una oportunidad pasajera que, si no es aprovechada, generaría cargas sociales que en el futuro complicarán nuestra sostenibilidad.
El bono demográfico ofrece un perfil epidemiológico de baja siniestralidad; es decir, la población activa coincide con la población de menores requerimientos sanitarios. La población “dependiente” posee un mayor consumo de los servicios de salud. Si no se emprende un proceso de transformación y desarrollo en salud, por cuenta de la población activa, es poco probable que existan en el futuro los recursos para sostener una población dependiente más numerosa, con mayor siniestralidad en enfermedades y menores ingresos.
Además no solo es necesario el ahorro económico para las futuras enfermedades que acarrearán el envejecimiento, sino también que existan médicos, profesionales de la salud, infraestructura, equipos, insumos y medicamentos. En consecuencia, mayor ahorro, mayor inversión, cerrar brechas, e implementar la medicina preventiva y la promoción de la salud.
Las propuestas deberían estar acordes con el contexto y los lineamientos de política económica que consagra la Constitución Política.
Las propuestas a contracorriente y sin contexto se convierten en mecanismos de freno y atraso. La marcha económica y la salud no deberían estar divorciadas. La trampa de los ingresos medios y el bono demográfico son fenómenos dependientes del tiempo. El retraso y quizá retroceso de lo avanzado en desarrollo económico social dependea de la inobservancia y falta de aprovechamiento positivo de esos dos fenómenos.
La tarea en salud que debe enfrentar el Gobierno es apalancar en modo positivo esos dos fenómenos. Sin embargo, no lo podrá hacer solo. Requiere, en primer lugar, de la claridad conceptual y de un diagnóstico de la fase de desarrollo en que se encuentra el Perú, como país de ingreso medio. Luego construir consensos en torno al aprovechamiento del bono demográfico y evitar la caída en la trampa de ingresos medios. Y tercero, liderar un proceso de cambio y transformación en salud que modifique el paradigma curativo (que nos agobia) por uno preventivo y de promoción de salud, que enrumbe hacia la cobertura universal en salud.
El contexto actual de desarrollo exige la mirada de mediano y largo plazo. Las transformaciones en salud se insertan en dos variables complejas: una es la falta de profesionales, especialización médica e innovación tecnológica; y la otra, el incremento progresivo de demanda de servicios de salud. El bono demográfico, sin embargo, debido a la baja siniestralidad en salud de la población activa, nos permite tener un valioso tiempo que se debe aprovechar para invertir en la educación de profesionales, en médicos especialistas y en innovación tecnológica. Y también en rediseñar el Sistema Nacional de Salud para fortalecer el primer nivel de atención. Es decir, crear la capacidad para atender el 80% de las necesidades de la gente; pero sobre todo, implementar el nuevo paradigma de la prevención y de la promoción en salud.
Es probable que el Ejecutivo enfrente estrechez económica el presente año, y que las políticas para evitar la caída en la trampa de los ingresos medios limiten la expansión de la inversión. Sin embargo, hacerlo en detrimento de las transformaciones y cambios del sector salud sería equivocado. El actual contexto político exige crear mecanismos de articulación, coordinación y complementariedad entre todos los actores involucrados en el desarrollo de la salud. Se debe lograr consensos y una gran alianza entre el Poder Ejecutivo y el
Poder Legislativo para que los cambios y transformaciones gocen de prioridad, adhesión y compromiso.
Es obvio que los cambios deben sobrepasar la duración de un Gobierno. Sin embargo, el compromiso con los actores privados, sociedad civil y usuarios resulta clave para asegurar la continuidad y la sostenibilidad del proceso de cambio y transformación en salud. ¡El tiempo y el envejecimiento nunca se detienen!
29 de junio del 2018
Asociacion Médica Peruana