Camila Cardoso
 
En Uruguay, en promedio, se suicidan aproximadamente dos personas cada día. La cifra ya no sorprende, es casi la misma desde hace cinco años. Pero cada vez más se intenta poder comprenderla, y si bien no tiene una única causa o explicación, hay un camino para trabajar en el tema: hablarlo.
 
 

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Hace no muchos años hablar de suicidio era un tema tabú, e incluso se consideraba que estaba "prohibido" tocarlo en los medios de comunicación.
 
Desde hace algún tiempo los especialistas hacen hincapié en lo contrario, en la necesidad de hablar y abordar el asunto, no desde un punto de vista amarillista o cuantitativo, sino de visibilidad, concientización, comprensión. Hablarlo no solo en la prensa, sino también en la comunidad, en las familias, en las aulas.
 
El 17 de julio se celebra en este país el Día Nacional para la Prevención del Suicidio, una fecha que desde 2007 pone en la agenda mediática el tema y busca, justamente, que se hable más de él.
 
"Tenemos que comenzar a hablar del tema, ponerlo en la tribuna pública, no hablarlo todos los días y dar un reporte diario, eso no, tenemos que hablar en un sentido más amplio de convivencia social, más integradora donde se respeten todos los valores", dijo a Sputnik el magíster en Sociología e integrante del Grupo para la Comprensión y Prevención de la Conducta Suicida de la Universidad de la República, Pablo Hein.
 
Por su parte, la psiquiatra Silvia Peláez, directora de la organización no gubernamental Último Recurso, especializada en suicidios, recordó que se trata de "muertes evitables" por lo que, por ejemplo, los medios, "no solo pueden sino que deben hablar del tema, por supuesto que en forma constructiva, pedagógica y preventiva, pero no ocultar porque no es ocultando donde se consiguen los resultados".
 
Para Hein, Uruguay tiene que sí o sí no solo prevenir sino comprender el fenómeno en la sociedad en que se produce.
 
En ese sentido, explicó que la prevención por sí sola "ya no basta" y se debe "comprender que cuando hay un suicidio hay una afectación familiar, de amigos, social más importante y que la conducta suicida no se agota con la muerte del suicida, que trasciende eso".
 
El también docente del posgrado de Suicidio en la Universidad del País Vasco hizo hincapié en que las familias y amigos por lo general encapsulan el tema para no nombrarlo, "porque siempre la culpa es de la gente que la rodeaba (a la persona suicida)", y eso es algo que no sucede con otras muertes.
 
"En Uruguay es muy natural decir de qué murió un familiar, por una enfermedad, un accidente de tránsito, pero cuando es suicido se evita y en esa evitación suceden muchísimas cosas, por eso es necesario comprender para prevenir y no solo prevenir para prevenir", añadió.
 
Hein hizo referencia a cómo se está tratando el tema en otros países, donde "se habla de víctimas del suicidio", en referencia a los familiares de la persona que se quita la vida, y que necesitan reparación.
 
"La víctima, al repararse, nos muestra a todos que este hecho pasa en familias 'normales'. Entonces ahí actuamos y observamos el tema de manera diferente", dijo.
 
Explicó que las personas ponen mayor atención en el tema cuando ven que pasa en familias que, por ejemplo, no tienen problemas de salud mental, ni drogas, ni ninguna otra posible vinculación común con el suicidio.
 
NO SOLO SALUD MENTAL
 
Los especialistas coincidieron en que el sistema sanitario debe ampliar la mirada que tiene sobre el suicidio que es exclusivamente salud mental y focalizarla en lo que se denomina salud comunitaria, involucrando a todos los actores de la sociedad.
 
"El suicidio sigue siendo un problema también social. Lo social y lo cultural y colectivo tienen que ver. No necesariamente vamos a arreglar este tema con un aumento de horas en los consultorios psiquiatría", afirmó Hein.
 
Peláez, asimismo, señaló que un enfoque exclusivo en la salud mental no ha derivado en medidas exitosas contra el problema. En cambio, "el éxito en la prevención se tuvo cuando se tomaron otros aspectos antropológicos, religiosos, de género, sociales, culturales", explicó.
 
El suicidio es multifactorial y muy complejo, dijo la psiquiatra, "y si lo llevamos solo al área de la salud mental lo simplificamos y de alguna manera (se) genera una especie de descanso, (una idea) de que 'bueno, era una persona que estaba muy enferma'".
 
EFECTO PANDEMIA
 
El año pasado, un aumento significativo en el número de llamadas a las líneas de ayuda psicológica durante los primeros meses de la pandemia de covid-19 encendió las alarmas sobre un posible aumento de la ya elevada tasa de suicidios en este país.
 
Sin embargo, en 2020, según datos del Ministerio de Salud Pública, el número de suicidios se mantuvo prácticamente igual que en años anteriores: fueron 718. En 2019 habían sido 723 y en 2018, 710.
 
Los especialistas explican que eso era esperable por lo que en psicología social se llama "efecto guerra", esto es, un descenso de suicidios en contextos de crisis. Luego, tienden a elevarse.
 
En Uruguay se cree, ya que todavía no están las cifras desglosadas mes a mes, que ese descenso se dio durante marzo, abril y mayo, mientras hubo mayor confinamiento y el miedo o temor a la pandemia era más severo.
 
Y luego hubo un aumento significativo de los casos que contrarrestó esos meses de baja y mantuvo la cifra total casi igual a la del año anterior.
 
En cuanto a las expectativas para este año y el que viene, ambos especialistas coinciden en que lo esperable es que haya un aumento respecto a la cifra de 2019 por las propias consecuencias de la pandemia: desempleo, crisis económica, falta de acceso a la salud mental, violencia doméstica por el confinamiento, aislamiento, y también la falta de pertenencia y pérdida de vínculos.
 
"En eso tenemos el diario del lunes, porque es lo que pasa en todas las pandemias en todo el mundo", dijo Peláez, y añadió que por eso se deben tomar políticas publicas serias.
 
Uruguay mantiene a nivel tasas de todas las Américas número muy altos que lo ubican entre los primeros lugares.
 
En 2020, los suicidios en este país superaron ampliamente a las muertes por siniestros de tránsito (378) y los homicidios (352), según los datos del MSP. 
 
 
Con información de Sputnik