La proliferación en el mercado de bebidas de origen vegetal que evocan en sus mensajes las bondades nutricionales a los lácteos está generando una enorme confusión entre los consumidores, según han constatado desde la Organización Interprofesional Láctea (InLac), que aboga por la información clara, objetiva y con rigor científico para aclarar dudas, mitos y bulos que circulan de forma creciente, especialmente en Internet y redes sociales.
El desconocimiento ha provocado que muchos consumidores consideren erróneamente a las bebidas de origen vegetal como un sustitutivo o alternativa a la leche y derivados lácteos. Pero, ¿sabemos realmente lo que estamos consumiendo? ¿Cuáles son las diferencias entre la leche y las bebidas vegetales? ¿Por qué las bebidas vegetales no pueden sustituir a la leche?
La leche y los productos lácteos son pilares nutricionales en todas las edades mientras que no todas las bebidas vegetales disponen de los mismos atributos. El calcio, por ejemplo, está presente en la leche y los productos lácteos como queso o yogur de manera natural, constituyendo la principal fuente de este nutriente en nuestra alimentación. Las bebidas vegetales, sin embargo, no contienen calcio por sí solas y en cantidades suficientes.
InLac ha detectado que proliferan bebidas vegetales en el mercado que intentan usurpar la cualidades o denominaciones de los lácteos, por lo que es necesario incidir en que no son productos equiparables ni sustitutivos y, además, estas bebidas nunca podrán ser llamadas “leche” porque no lo son realmente (la única excepción autorizada es la “leche de almendras” mientras que el resto, siempre serán “bebidas vegetales” pero nunca “leche”).
De acuerdo con la jurisprudencia europea, “se entenderá por leche exclusivamente la secreción mamaria normal obtenida a partir de uno o más ordeños, sin ningún tipo de adición ni extracción”. También define a los productos lácteos como “aquellos derivados exclusivamente de la leche, pudiendo añadirse las sustancias necesarias para su fabricación”. Por todo esto, “no podrán utilizarse, en productos distintos de los indicados, ninguna etiqueta, documento comercial, material publicitario ni ninguna forma de publicidad o de presentación que indique, implique o sugiera que tal producto es un producto lácteo”.
Tres raciones al día
Organismos nacionales e internacionales que marcan pautas en nutrición y alimentación aconsejan tomar entre 2 y 4 raciones al día de lácteos. La recomendación media sería de 3 lácteos cada día, entre leche, yogur y queso, tal y como constatan también desde la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
Por grupos poblacionales, el consenso científico marca una ingesta de entre 2 y 3 raciones al día en niños y adultos; y de 3 a 4 raciones/día en colectivos con necesidades más elevadas, como la adolescencia, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, Tercera Edad, deportistas…
Una ración es la cantidad de producto que permite conseguir 250 mg de calcio: un vaso de leche, 2 yogures, o 30-60 g de queso, según sea curado o fresco.
Sin embargo, el consumo actual de lácteos es menor del aconsejado en más de la mitad de la población, por lo que la situación no es óptima sino mejorable, según especifican desde InLac, que lamenta que están incrementándose los problemas para la salud de la población que decide dejar de tomar lácteos pensando erróneamente que otros alimentos pueden aportarles idénticos beneficios. Una situación, más preocupante aún, cuando pensamos en colectivos vulnerables como la infancia, las mujeres embarazadas o las personas de edad avanzada y en consecuencias el déficit de ciertas vitaminas y minerales como el calcio.
Beneficios de los lácteos para nuestra salud
Frente a la idea equivocada que refiere que el consumo de estos alimentos es innecesario, desde InLac aclaran que los lácteos aportan cantidades elevadas de proteínas (de alta calidad), calcio, magnesio, zinc, selenio, potasio, yodo, vitaminas B2, B12, B6, A, niacina, ácido pantoténico y biotina. De esta manera, cubrir las ingestas recomendadas de estos nutrientes es difícil cuando se restringe el consumo de lácteos. También proporcionan numerosos nutrientes esenciales como ácidos grasos esenciales, ácidos grasos omega-3, ácido oleico, ácido linoleico conjugado y otros componentes bioactivos importantes en diversas funciones fisiológicas y bioquímicas, como los antioxidantes.
Diversos estudios señalan que más de un 75 % de las personas tienen ingestas inferiores a las recomendadas, y dado que más del 50 % del calcio de la dieta proviene de lácteos, aumentar el consumo de estos alimentos puede ser útil para aproximar las ingestas de calcio y otros nutrientes a las de referencia, de acuerdo con los expertos.
Sobre la posibilidad de conseguir el calcio necesario a partir de otros alimentos, conviene realizar algunas matizaciones, recuerdan desde InLac. Es cierto que otros alimentos pueden aportar calcio, pero el procedente de lácteos es el de más fácil absorción.
Para cubrir las ingestas recomendadas de calcio, es bastante sencillo tomar, a lo largo de un día, un vaso de leche, 1-2 yogures, y un poco de queso. Mucho más complicado se antoja tomar 25 g de semillas de sésamo más 250 g de acelgas, 175 g de garbanzos (cada día) para conseguir ese mismo calcio. Además, conviene recordar que el aporte calórico asociado al consumo de algunos alimentos (como legumbres, frutos secos o sardinas enlatadas) sería bastante elevado para conseguir un aporte de calcio similar en cantidad, pero siempre de menor biodisponibilidad que la procedente de lácteos.
Lácteos y colesterol
InLac también desautoriza las creencias erróneas sobre la vinculación entre lácteos y colesterol. El tipo de ácidos grasos saturados presentes en los lácteos y su estructura química en los triglicéridos hacen que esta grasa no contribuya a elevar el colesterol sanguíneo, por lo que los lácteos (totales o incluso los enteros) no se asocian con mayor riesgo cardiovascular y pueden asociarse, incluso, con un efecto protector. El calcio ingerido forma complejos con la grasa de la dieta y aumenta su eliminación con las heces, disminuyendo la absorción. También hay que tener presente que el calcio contribuye a disminuir la presión arterial, lo que resulta muy favorable en la protección cardiovascular.
La evidencia científica pone cada día en un papel más relevante el consumo de lácteos, incluso los enteros, como factor positivo para la prevención de ciertas enfermedades.
Lácteos y calcio
De otro lado, el beneficio que deriva de un consumo adecuado de calcio para adquirir y mantener una buena masa ósea es ampliamente reconocido, pero no deberíamos esperar a tener un diagnóstico de osteoporosis para empezar a tomar un suplemento de calcio. El aporte adecuado tomando la cantidad aconsejada de lácteos, desde la infancia, puede ayudar a conseguir una mejor masa ósea y a retrasar o evitar la aparición de osteoporosis en etapas más avanzadas de la vida.
Entre la literatura científica más relevante hasta la fecha, destaca el suplemento de la prestigiosa revista Advances in Nutrition, que constata los beneficios que derivan del consumo adecuado de lácteos. En diferentes artículos del suplemento se plantea que parece haber asociaciones positivas entre la ingesta moderada de leche durante el embarazo con el peso al nacer del bebé y con su longitud y el contenido mineral óseo durante la infancia. También que el consumo de productos lácteos en las personas mayores puede reducir su riesgo de fragilidad y sarcopenia y se asocia con una disminución del riesgo de fractura vertebral, y que el consumo de lácteos se asocia con un riesgo reducido de desarrollar síndrome metabólico, enfermedad coronaria e infarto de miocardio, cáncer colorrectal y de vesícula, y diabetes tipo 2, señalando que los efectos de los lácteos sobre la salud son el resultado de la interacción de todos los componentes que los integran, y van más allá de la simple suma de efectos individuales.
Son muchas y poderosas razones que hacen de la leche, el yogur y el queso, alimentos nutritivos que pueden ayudarnos a mejorar nuestra salud y prevenir enfermedades, en el marco de una dieta variada y equilibrada, como la Mediterránea, acompañada de ejercicio físico regular.
Alimentación y vida activa son, para los expertos de InLac, el mejor tándem para mejorar nuestra nutrición y salud. Los lácteos juegan un papel protagonista, por lo que deben participar en las dietas de todos los grupos de población, desde la infancia hasta la tercera edad.
q.com.es
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