Mientras no cesan los accidentes fatales en las carreteras, la ministra de Transportes, Verónica Zavala, viaja feliz a Australia y no asiste a dar explicaciones sobre la racha de muertes en las carreteras en la reunión multisectorial realizada ayer, donde culparon nuevamente a los pasajeros.
Aparentemente, para la ministra no pasa nada serio, por eso se da el lujo de ausentarse, pese a estar citada a la reunión multisectorial, donde dejó bien adiestrado a Diego Vargas, Secretario Técnico del Consejo Nacional de Seguridad Vial, quien culpaba a los pasajeros de los crecientes accidentes en las carreteras.
Diego Vargas, sin ningún escrúpulo, y con todo desparpajo, no tuvo mejor manera de defender a la ministra que descargando la culpa sobre los pasajeros, de quienes dijo “les falta amor propio”. Es decir, por eso suben a ómnibus en los que puede haber accidentes.
Como si fuese poco, el incapaz ministro del Interior, Luis Alva Castro, completa la burla con sus declaraciones a la prensa, en las que da la razón a la Zavala y culpa a los pasajeros, además de pedir sugerencias sobre lo que se debe hacer. Según él, pues, nosotros debemos gobernar dando solución a cuestiones elementales, que no necesitan más que sentido común. Si no saben hacer su trabajo, ¿para qué postularon en las elecciones, si quieren que los ciudadanos resolvamos sus torpezas?
¿Los pasajeros serán mecánicos y tendran tiempo para revisar los vehículos? ¿Y serán policías para exigir toda clase de documentación? ¿Y serán inspectores de trabajo para saber si los choferes han descansado?
Mientras la parca tiene cada vez más cosecha en las carreteras, es surrealista la poca vergüenza de la Zavala y sus incondicionales, que con estas declaraciones muestran en verdad el poco respeto que tienen no sólo por la vida de los peruanos, sino por su inteligencia.
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