Elección de contralora: pésimo mensaje a la corrupción

Con el apoyo del Apra, fujimorismo y Unidad Nacional eligieron a Ingrid Suárez para el cargo de Contralora General de la República, por 18 votos a favor y 10 en contra en el Congreso, pese a la denuncia de haber firmado como ingeniera sin serlo.


Un aspecto increíble es que en el informe la propia Mercedes Cabanillas, presidenta de la comisión del Congreso, calificó de “deficiente” el trabajo de la comisión del Poder Ejecutivo encargada de seleccionar a los candidatos a la contraloría, la misma que fue presidida por Richard Webb. Cabanillas cuestionó que los datos presentados no hayan sido “debidamente cotejados”.

Después de descalificar a la comisión Webb, Cabanillas continuó una esquizofrénica defensa de Suárez, diciendo que cumplía con los requisitos establecidos en la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control: ser peruano de nacimiento, ser mayor de 40 años, gozar de sus derechos civiles, tener título profesional, haber ejercicio su profesión por más de 10 años y tener idoneidad moral.

No posee idoneidad moral ni profesional


Como se desprende de la hoja de vida de Suárez, no posee experiencia en auditoría en organismos públicos, materia fundamental en un Contralor General de la República, ni estudios de especialidad de auditoría.

Yonhy Lescano, congresista de Acción Popular, denunció, con documentos sustentatorios, que Suárez se colocó el título de ingeniera sin serlo, con el agravante de haber firmado documentos en ejercicio de un cargo público en el Ministerio de la Producción.

Lescano agregó que Suárez ha inducido a error al presidente de la República, pues en la resolución suprema 347-2008-PCM (en la cual la propuso como candidata a la Contraloría) figura como ingeniera.

Por su parte, Fredy Otárola, recordó el vínculo de Suárez con la empresa Amerinco S.A., firma que fue fundada por ella y Florentino Lavandera, quien también fue funcionario del Ministerio de la Producción, caso investigado por la Contraloría por conflicto de intereses ocurrido en febrero del 2008. Suárez alegó que se deshizo de sus acciones en Amerinco en enero del 2007, pero Otárola denunció que esta transferencia no fue inscrita en Registros Públicos ni certificada notarialmente. Es decir, tranquilamente podrían haber generado documentos este año.

Javier Bedoya, de Unidad Nacional, al igual que los apristas, esgrimió una vergonzosa defensa de Suárez argumentando que en los documentos entregados por Lescano, Suárez no ejerce el cargo de ingeniera sino que solicita información. ¿Acaso no basta la impostura, sea cual fuese el motivo de ésta?

Bedoya agregó que hay actas de la junta de accionistas de Amerinco, donde Suárez Velarde ya no participa. ¿Acaso, siendo abogado, no sabe que las actas pueden ser escritas asentando fechas antiguas? Es una práctica común, lo cual muy bien podría ser el caso, siendo que no se registró la transacción en escritura publica ni pasó por notaría alguna.

Los cómplices


Finalmente, para consumar la censurable e inmoral designación defendida por el Apra, el fujimorismo y Unidad Nacional, se sumaron con voto cómplice los congresistas Wilder Ruiz (Renovación Nacional), Juan Perry (evangélico de Restauración Nacional), el tránsfuga Álvaro Gutiérrez y el peruposibilista Carlos Bruce.

Los votos en contra de nacionalistas, upepistas, del Bloque Popular y el congresista Lescano nada pudieron hacer ante la falta de escrúpulos de la mayoría. Así el Apra asegura lenidad para la investigación de los casos de corrupción de su gobierno, cuyos signos asoman en forma alarmante.

Unidad Nacional y Evangélicos


Existiendo tantas evidencias no sólo contra la comisión Webb, sino contra la misma Ingrid Suárez, resulta execrable que el partido de Lourdes Flores y los evangélicos se presten para avalar esta inmoralidad.

Tratándose del aprismo y fujimorismo no llama la atención esta clase de arreglos. Pero el partido dirigido por Lourdes Flores opta una vez más por el doble discurso: por un lado condena la corrupción y la inmoralidad, pero con los hechos sus partidarios avalan una gran inmoralidad como es la elección de Suárez.

Lo mismo puede decirse de los evangélicos: predican la moral cristiana, pero en los hechos están listos a toda clase de componendas con los apristas y fujimoristas.

Estamos pues en una época ya no sólo de la convivencia con los rabos de paja y de su tolerancia, sino del encumbramiento de estos sinvergüenzas.

¡Qué espanto de gente! ¡Desgracia para la salud moral del Perú!