cesar acuna peralta 1Tras el escándalo suscitado por el presunto plagio que habría perpetrado el candidato presidencial César Acuña de otras tesis, usadas para sustentar la propia, ahora la Universidad de Trujillo ha inicia recopilación de información con miras a una investigación sobre el título de ingeniero químico que obtuvo en dicho centro de estudios.

Extrañamente, en 2014, el profesor y decano de la Facultad de Ingeniería Masahiro Ywanaga Angulo había denunciado que Acuña fue un alumno fantasma a quien nunca vio en clases, sin embargo, le solicitaron que firme su diploma de bachiller, a lo cual él se negó.

“Apenas asumí el decanato me alcanzaron para que firmara, entre otros, el Diploma de grado de Bachiller de Ingeniería Química de César Acuña Peralta. No lo hice. No recordaba haberlo visto como alumno en los ambientes de la Facultad y al revisar mis actas del curso de Operaciones Unitarias I, que sólo yo dictaba en Ingeniería, no aparecía ni como matriculado ni como asistente el nombre de César Acuña”, dijo Masahiro Ywanaga Angulo en una entrevista de 2014 para voltairenet.org.

“En el colmo de los colmos, el alumno César Acuña Peralta aparecía aprobando en un ciclo 48 créditos (en el año académico de 1977) en lugar de 22 que era y es lo normal. Todo un superdotado. ¡Ni Einstein! Además, había aprobado cursos secuenciales en forma paralela. Por si esto fuera poco, primero aprobó cursos superiores de línea y después los prerrequisitos, siendo esto imposible por razones obvias”, dijo Ywanaga.

“El señor Acuña sabe tanto de ingeniería como un albañil de física cuántica”, aseguró Ywanaga y demandó que “las actuales autoridades universitarias se revise el caso Acuña que sigue y seguirá constituyendo una herida abierta a la moralidad de la Universidad Nacional de Trujillo”.                       

Al parecer, en la Universidad de Trujillo todavía persiste la influencia aprista, conocida es la historia académica de las universidades donde mandó el Apra, por ser apegadas al favoritismo y no al mérito académico, la misma que dio título de ingeniero químico a Allan Wagner, quien no pudo desarrollarse en su profesión, sino que buscó el padrinazgo aprista para enquistarse en la Cancillería (ver Wagner: la química de la traición).