Durante décadas el comportamiento de la Cancillería peruana frente a Chile ha estado marcado por un permanente servilismo a Chile, grotesca y riddículamente disfrazado de buenos modales diplomáticos.

En esencia, la directiva que ha impartido Santiago —y que Torre Tagle cumple fielmente— es que el Perú no dé un solo paso que contradiga las opiniones o los intereses de Chile. Así, en una circunstancia crítica como fue la presentación de la malhadada demanda peruana contra Chile, este país vencedor dejó muy claro a sus sirvientes diplomáticos de acá que no debían ir en contra de la posición de los militares peruanos, que siempre había sido allanarse en tierra y mar a las exigencias de Chile (por eso, en las áreas de mar peruano que Chile usurpaba, la marina peruana nunca se opuso al apresamiento de pescadores tacneños que perpetraba el enemigo chileno). Esto en primer lugar. En segundo lugar, Chile prohibió a los diplomáticos peruanos incluir el injusto histórico en la demanda, porque eso hubiera contextualizado históricamente el caso como una guerra de rapiña y probablemente hubiera evitado la catastrófica derrota que nos significó el fallo de la Haya en enero de 2014.

Como veremos en nota de Hildebrandt en sus trece, la diplomacia peruana, con su corrupto servilismo, continúa siendo un vergonzante apéndice de la Cancillería de Santiago.

 

 

Luna menguante

El nombramiento de Ricardo Luna aparece ahora como uno de los más trémulos errores del presidente Kuczynski

Por Eloy Marchán

En el Palacio de Torre Tagle la agenda prochilena tiene un lugar privilegiado. Se actúa sin consenso diplomá­tico a la hora de tomar decisiones de repercusión internacional, se coque­tea con el fujimorismo y el vicecan­ciller goza de una autonomía pocas veces vista. La Cancillería ha entrado en fase de cuarto menguante y el des­contento del cuerpo diplomático con la gestión de Ricardo Luna ya no es ningún secreto.

Cuando el 15 de julio del año pa­sado el entonces presidente electo Pedro Pablo Kuczynski anunció que Luna iba a ser su canciller, en Torre Tagle cundió la preocupación. Luna tiene fama de padecer de mal carácter y de ser arbitrario cada vez que puede.

Por eso cuando nombró a su colega Néstor Popolizio como vice­canciller, la medida supuso un ali­vio. De hecho, aseguran fuentes de Cancillería, no pasó mucho tiempo para que Popolizio se convirtiera en la sombra de Luna al frente de Torre Tagle.

“En Cancillería sucede lo mismo que en Palacio de Gobierno. Si allí Pedro Pablo Kuczynski delega todo en el premier Femando Zavala, aquí Luna deja todo en manos de Popo­lizio. Es él quien dirige los procesos de ascensos, nombra embajadores y establece las políticas de relaciones exteriores”, dice un embajador en actividad.

El peso de Popolizio en Torre Tagle, por ejemplo, se vio en el in­cidente que nuestro país tuvo con el embajador francés Fabrice Mauries en julio último. Según la periodista Rosa María Palacios, Popolizio fue quien tuvo un altercado telefónico con Mauries a raíz del falso rumor de que Ollanta Humala y Nadine Heredia tenían planeado refugiarse en la embajada francesa. El chisme sin fundamento habría desencadenado una serie de desencuentros que vivió su momento crítico cuando Cancille­ría prohibió a todos sus funcionarios asistir a la ceremonia del Día Na­cional de Francia del 14 de julio. El asunto terminó con la cancelación de la visita a Perú del presidente francés, programada para el 13 de septiembre.

“Por lo menos en los últimos 50 años no se ha visto que Cancillería prohíba a sus funcionarios asistir a ceremonias de las embajadas de cualquier país. La única fiesta a la que no se asiste, por obvias razones, es al día de ‘Las Glorias Nacionales’, que la embajada de Chile celebra todos los 19 de septiembre”, dice la fuen­te diplomática. (Y eso debe estar a punto de revisarse.)

Un último capítulo de esta his­toria tuvo lugar el viernes pasado.

Con el ánimo de corregir la metedura de pata y restituir las relaciones con Francia, el presidente Kuczynski condecoró a Mauries con la “Orden del Sol”. El evento fue en estricto privado y en lugar de ser en Torre Tagle, como es habitual, se realizó en el comedor de Palacio de Gobierno. A la ceremonia asistió Luna sin su vicecanciller, por obvias razones.

La agenda

Los fres temas que han predomi­nado en la agenda diplomática du­rante el año que Luna lleva a cargo de la Cancillería han sido la obsesión porque Perú entre a la Organización para la Cooperación y el Desarro­llo Económico (OCDE), el silenciar aquellos temas limítrofes que pue­dan irritar el ánimo chileno y una agresiva campaña contra Venezuela.

“No hay duda de que Perú ingre­sará a la OCDE”, dijo Luna el pasa­do 12 de jimio en Madrid, cuando acompañó a Kuczynski en una visita oficial. “No se entiende las razones que tiene Luna con que el país entre a una asociación de países donde no están como miembros China, Rusia, Brasil, India o Sudáfrica. Todos los esfuerzos de Cancillería, recursos incluidos, ahora están apuntando a ese objetivo”, añade una fuente que pidió el anonimato. Otro embajador señala: “Luna ha estado vendiendo la idea de que estamos a punto de entrar a la OCDE, pero lo cierto es que la organización sólo está apli­cando uno de sus programas con nosotros. Eso no asegura de ninguna manera nuestro ingreso”. Según la página de la OCDE, los únicos paí­ses latinoamericanos que están en progreso de ingreso son Colombia y Costa Rica. Perú aparece bajo el rótulo de “Programa País”. Es decir, como una nación a la cual le están dando sólo asesoría.

Y si la obsesión por entrar al club de la OCDE es inexplicable, más lo es la condescendencia de Lima con Chile. Cuando el Ministerio de la Producción propuso, en julio pasado, autorizar a dos empresas chilenas (Saga Falabella y Ripley) comprar terrenos dentro de los 50 kilóme­tros de frontera, Cancillería guardó riguroso silencio. “El Ministerio de Relaciones Exteriores tiene una Di­rección de Soberanía que depende directamente del canciller y cuando están comprometidas nuestras fron­teras tienen la obligación de dar su opinión. En este caso ni Luna ni sus subalternos dijeron absolutamente nada”, señala el internacionalista Aníbal Sierralta.

No ha sido el único guiño que Lima le ha lanzado a Chile. Duran­te la gestión de Ollanta Humala, las agendas de conversación entre nuestra cancillería y la chilena te­nían siempre como último punto “el derecho del mar”. Desde el ingreso de Luna, este capítulo ha sido supri­mido. Una evidencia de ello es que en los 25 acuerdos que Kuczynski firmó con su par Michelle Bachelet en la cumbre binacional de julio pa­sado no se tocó ni por asomo el tema marítimo ni mucho menos el espino­so asunto del “triángulo terrestre”. Hildebrandt en sus Trece accedió al paquete de los otros 110 acuerdos adicionales que se dieron en la cum­bre y tampoco se menciona el tema.

En cambio, sí se aprobó un plan de trabajo para la venta de energía y gas a Chile. El pasado 9 de agosto en Torre Tagle hubo una reunión de canci­lleres de América Latina donde se acordó condenar al gobierno de Venezuela como una dictadura. La cita fue una convocatoria que nació del gobierno peruano y en la que Luna puso especial interés. De los 17 países invitados sólo 12 enviaron a sus cancilleres. “Aquí se cometieron varios errores diplomáticos y todo por el afán de protagonismo de Luna. ¿Por qué Perú debía encabezar una cumbre anti-Venezuela? ¿Por qué convocar a una reunión de emergen­cia de cancilleres sin un organismo como paraguas? La cita de Lima no es reconocida por la Unasur, OEA ni Mercosur como una de sus reu­niones. Eso no lo han explicado ni Luna ni el gobierno”, dice la fuente diplomática.

Dos días después de la cita de cancilleres, el gobierno expulsó al embajador de Venezuela, Diego Molero. “Cuando tú retiras a un embajador, estás rompiendo rela­ciones con su país. El consejo que se le dio a Luna era el de suspender relaciones con Venezuela y no ex­pulsar al embajador. Él no hizo caso. En Torre Tagle no se entienden las razones del porqué se está actuando tan duro con Venezuela”, dice otro informante. Y añade: “Perú lleva 5 meses sin embajador en Venezuela y allá sólo tenemos a un agregado comercial. Y hay más de 100,000 peruanos residiendo allí”.

Recuerdos del pasado

En diciembre esta publicación informó que Luna había sido uno de los organizadores del cese de 117 diplomáticos que el gobierno de Al­berto Fujimori propició en 1992. Y como embajador en Washington se encargó de defender el autogolpe a capa y espada en los fueros interna­cionales. Y tal parece que la simpatía de Luna por el fujimorismo no es cosa del pasado.

En enero último Luna ascendió al grado de embajador a Francisco Tenya Hasegawa, uno de los diplo­máticos de Torre Tagle próximo al fujimorismo. Tenya es recordado por haber sido durante toda la década de los noventa el brazo derecho de Víc­tor Aritomi, cuñado de Alberto Fuji­mori, en Japón. Tenya en su primer año como embajador fue destacado a una de las plazas más deseadas por los diplomáticos: Naciones Unidas.

“Tenya fue nombrado representante en Naciones Unidas cuando ya teníamos a uno, que era el embajador Gustavo Meza Cuadra. No es común que un país tenga dos representantes ante el máximo ente internacional y menos aún que un recién ascendido a embajador tenga ese peleado en­cargo”, dice la fuente de Cancillería.

 Hildebrandt en sus trece, Lima 01-09-2017

 

Caso de Venezuela

Aunque el presidente Kuczynski no tiene raíces peruanas, ni por su origen polaco-francés nada que ver con la casta gobernante criolla, al llegar al poder se asimila a las percepciones de los criollos, una de las cuales es tener siempre una posición pro-Chile (pese al intento chileno de anexarse el Perú) y anti-Venezuela, porque el odio de estos corruptos nunca olvida que, en la solidaria y valiente voz de su presidente Antonio Guzmán Blanco, Venezuela fue el único país del continente que denunció de manera enérgica la invasión perpetrada por los rateros chilenos en la guerra de 1879-1883. Por eso la cancillería peruana fámula de Santiago se permitió expulsar al embajador de Venezuela.

[Nota de Con nuestro Perú]

 

 

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