Renato Vilca, candidato a la alcaldía del distrito limeño de Magdalena denunció una campaña de amedrentamiento y robo presuntamente perpetrada por opositores que temen que llegue al sillón municipal.

 

Renato Vilca

 

Primero destruyeron sus carteles de propaganda y después incluso robaron partes de su auto. No contentos con ello, destrozaron las lunas de las ventanas y realizaron destrozos dentro del vehículo.

"Desmantelan el auto de mi familia en la puerta de mi casa. Delicuencia neta o guerra sucia? No lo sé. Nos amenazan, nos rompen paneles y ahora esto? No nos van a amedrentar, se los aseguro.", escribió en su cuenta Facebook, donde también colgó un vídeo:

https://www.facebook.com/vilcarenato/videos/898018550398576/

La siguiente es una autobiografía del candidato:

 

Hola, soy Renato Vilca. Abogado. Nací la tarde del martes 08 de septiembre de 1981 en el Hospital de Policía. Pase los primeros años de mi vida en el Jr. Félix Dibos junto con mis padres el Gran Comisario de la Comisaria de Magdalena, Hugo Vilca Del Castillo y mi madre Delmy García Terzi también policía de esta comunidad.

A los 9 años me mude al Parque Gonzales Prada. Aprendí a jugar futbol en las pistas de Rutte, Larco Herrera, Domingo Ponte, Arica, Daniel Carrión, Inclán, Bolívar y Tomas Ramsey. Los días de colegio almorzaba con mi querido tío el Gran Profesor Homero Alba, quien luego iba a dictar sus clases al Colegio Miguel Grau mientras que yo iba al Colegio Claretiano al lado de la Iglesia del Sagrado Corazón de María – La Cúpula.

Los sábados en la mañana acompañaba a mi mama al Mercado de Magdalena, en los gigantes Colectivos (picapiedra), comíamos el ceviche de Conchas Negras de Jhony cuando su puesto estaba en Leoncio prado, y a veces pecábamos con una sabrosa salchipapa del Epicentro. Los Jugos del Mercado los compartía con mis tías Rosita, Margot.

Pasaron los años, cuando de repente ya tenía edad para jugar la Liga de Magdalena y rasparme en la tierra del Estadio Municipal Miguel Grau, agradezco no haberme caído al acantilado. Los domingos en la mañana disfrutaba con mi familia de los deliciosos helados de chocolate del Speciale, no sin antes haber pasado por la parroquia Sagrado Corazón de Jesús frente a la Plaza Túpac Amaru. En la noche, nos reuníamos un grupo de amigos en la Parroquia San Juan María Vianney, fue ahí donde me enamore por primera vez.

Hice las interminables colas para entrar al fabuloso Cine Brodway, viaje durmiendo en la Línea 21, participe en los campeonatos del Colegio Rosenthal, comí Camote Arrebozado En El Chino donde ahora venden dólares, jugué billar en el Billar de 28 de Julio y en el del Chifa Brasil, compre mis útiles en Murakami, me contagie del fervor religioso con nuestras procesiones del Señor de los Milagros.

En las vacaciones de invierno mi querida tía la Gran Maestra VIOLETA VILCA me llevaba a atender sus clases en el Colegio Divino Corazón entre Moore y Sáenz Peña. Esperaba con ansias las fiestas patrias para ver el desfile escolar y los tanques pasar por nuestra emblemática Avenida Brasil. Por las tardes de vacaciones acompañaba a mi hermana a Caprichos frente al Mercado de Magdalena a comprar hojas perfumadas y otros detalles. En los días de votaciones cuidaba carros con mis amigos afuera del Colegio Jacarandá.

Tuve el orgullo de llevar los colores del grupo scout Magdalena 149 y de visitar los sábados en las mañanas a los pacientes de nuestro gigantesco Hospital Víctor Larco Herrera. Iba en bici a comprar a Santa Isabel y alquilaba películas en el Blockbuster. Cuando quería impresionar a alguna enamorada le invitaba helados en Pharmax.

Me recibí de abogado en la Universidad de Lima y empece a trabajar en la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito O.N.U. Al poco tiempo me casé en la bella Municipalidad de Magdalena del Mar, luego con mucho esfuerzo logramos comprar un departamento en Jr. Daniel Carrión donde tuve a mi primer hijo, el genial Mauro. Pasaron los años y tuvimos la oportunidad de comprar una casa en Jr. Salaverry, en esos momentos venía al mundo mi hermosa Sofía.

Luego vinieron nuevos vecinos al distrito, ahora grandes amigos y les di la bienvenida con los brazos abiertos, me sentía orgulloso de conocer y mostrar mi Magdalena querida, de haber pasado toda mi vida aqui y haber sido siempre un ferviente MAGDALENO de todo corazón.

Permíteme trabajar por nuestro distrito con AMOR y DECENCIA. Te garantizo que podemos ser un distrito seguro, moderno, humano y a la vez volver a ser ese Barrio donde su gente se quiere, se respeta y se estima.

Porque todos mis años de felicidad se los debo a MAGDALENA y a su gente, quiero ser tu Alcalde. Mi equipo y yo estamos preparados para asumir el reto y retribuirles todo lo que nos han dado.