Jefe de la armada chilena con delirios de potencia
“Chile debe ser la segunda Marina más grande de Sudamérica”, señala en febriles declaraciones
Por Rocío Ferrel
Rodolfo Codina, jefe de la Armada de Chile, alardeó acerca de la capacadad de la armada chilena, para la cual el gobierno sureño desembolsó fuertes sumas en adquisiciones, y fanfarroneó diciendo que “es la segunda marina más grande de América del Sur, no tenemos nada que envidiarle a la OTAN”.
No se sabe si el almirante Codina emitió esas declaraciones a El Mercurio de Chile después de una noche de francachela, ni se conoce qué clase de alucinógeno pudo haber bebido, pues la armada chilena no es más que una pulga o garrapata de mar en comparación con la armada de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN.) Chile no está a la altura de ningún país europeo, no sólo en cuanto a la capacidad logística de su armada, sino en cuanto a la preparación de sus militares: son sólo seres tercermundistas y cobardes.
Lo que sí parece deducirse es que los marinos chilenos, encabezados por su almirante Codina, estarían actuando como parásitos que demandan más y más presupuesto, creando expectativas en la población chilena, a la cual quieren hacer creer que son una fuerza poderosa capaz de robar más territorio (pues en la defensa de sus latrocinios están educados los chilenos) y que defenderán el robo que perpetran de cuatro hectáreas de Tacna y de miles de kilómetros de mar peruano.
Como se sabe, el Perú interpuso una demanda ante la Corte Internacional de La Haya en respuesta a la usurpación de nuestro mar, pero todavía no se dice nada acerca de la usurpación chilena de las cuatro hectáreas de territorio peruano en Tacna, en violación del Tratado de 1929, en un acto más que configura a Chile como un pérfido transgresor de las leyes internacionales.
De esta manera, muy suelto de huesos Codina es capaz de decir que “en cuanto a preparación profesional estamos entre las mejores del mundo; por empleo de los medios no tenemos nada que envidiarle a la OTAN”.
Lo risible es que todo este delirio sea tomado sin cuestionamiento por la prensa chilena, que ve impasible que el jefe de su armada hace el ridículo internacional. Tal vez se deba no sólo a que hacen el juego al gobierno y a los militares vividores, sino que esa actitud puede ser consecuencia de que en un país subdesarrollado como Chile se puede decir cualquier cosa sin que nadie lo cuestione.
No obstante, para la región la cantidad de armas que Chile compra es desproporcionada. ¿Para qué se arma? ¿Para qué hace tantos ejercicios cerca de la frontera con el Perú? Sin embargo, esos son los signos de una ilusoria amistad que Alan García imagina y alienta.