Herbert Mujica Rojas

El embajador Carlos Alzamora, de vasto prestigio nacional e internacional, se dirigió por carta al canciller César Landa y en torno a un tema sobre el que hemos escrito numerosos informes, ninguno desmentido o refutado. Leamos.

 

carlos alzamora



“Me preocupa mucho que permanezca abierto e irresoluto el emblemático caso del embajador Fortunato Quesada Seminario, que descansa sobre la grotesca aberración que constituye el que la Cancillería reconozca que hubo una conspiración en su contra, que sanciona -levemente- a sus dos autores, Boza y Rubín, pero que a la víctima de la conspiración se le condene y destruya de por vida", señala el diplomático Carlos Alzamora.

Además, señala Alzamora: "estoy seguro que esta heredada, gravísima e irracional injusticia repugna vuestra conciencia de afamado jurista y ex presidente del Tribunal Constitucional, porque su prosecución nos hace a todos partes y cómplices de esa conspiración, cuando está claro y abierto el camino de la Resolución Revocatoria, la reincorporación del embajador Quesada Seminario al Servicio, la reparación civil y su nombramiento a la embajada que corresponda".

En apenas dos párrafos seleccionados de su importante misiva, el embajador Alzamora resume sus puntos de vista claros y categóricos acerca de la conspiración –así la llama- de que fue objeto el embajador Fortunato Quesada, que es un tema pendiente, de inequidad palmaria en los castigos y que la continuación de este enojoso capítulo convierte a todos en el Ministerio de Relaciones exteriores “en partes y cómplices de esa conspiración”.

Advierte, además, el embajador Alzamora que está abierto el camino de la resolución revocatoria.

En los últimos 3 meses hemos informado a nuestro público lector acerca del complot que usó pruebas ilícitas, vía una componenda manejada desde las alturas de los titulares de Cancillería y viceCancillería y que ¡ni siquiera! aguardó el inicio de un proceso administrativo correcto pues condenó de antemano a Quesada y, por último, terminaron de echarle del Servicio Diplomático.

Preguntado el embajador Fortunato Quesada acerca de la carta de su colega Carlos Alzamora, manifestó: “Estoy muy orgulloso que una persona de las calidades humanas, morales y profesionales como las del diplomático Carlos Alzamora, tuviera la amabilidad señalada de dirigirse al canciller Landa y comentarle sus agudos y enérgicos puntos de vista.”

La pita se rompe por el lado más débil. Los señores Boza y Rubín, cuya participación en el complot fue señalado en el Informe de la propia Cancillería, les suspendieron por breves meses.

La participación de Néstor Popolizio y Hugo de Zela desde el principio y con autoridad jerárquica influyente, también fue identificada. ¿Y qué ocurrió? Un escándalo mediático debidamente coordinado y letal en sus resultados. Preciso es recordar que el jefe de Misión en Israel, Fortunato Quesada, fue devuelto a Lima y a la postre, le echaron del Servicio Diplomático. En castellano simple: ¡le malograron su proyecto de vida!

¿Es Cancillería una isla privada donde puede hacerse, literalmente, cualquier cosa? Me temo que la respuesta es muy simple: ¡de ninguna manera!

El actual, y de nuevo, canciller César Landa, tiene la oportunidad de resolver, con ciencia y decencia, este amargo capítulo institucional.

No sólo eso. La chance de exhibir una institución pública capaz de reconocer sus errores y enmendarlos, constituiría una lección epocal en Torre Tagle. Cuando se mete la pata o se yerra considerablemente, están previstas las penas o sanciones. Si la caridad comienza por casa, la ocasión de sorprender a todo el Perú la tiene el canciller Landa a pocos milímetros.

Prolongar esta circunstancia podría derivar en una pérdida de prestigio y sobre todo en una demostración de soberbia injustificada, impunidad vergonzosa y estancamiento total de la Cancillería.

 

14.20.2022
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