¡Anchovetas que se creen delfines!
Escuché una sentencia de buen humor en un programa televisivo, el otro día. Para referirse a los políticos: “En este mar de vanidades, hay anchovetas que se creen delfines”.
¡No puede ser más certera la puntería respecto de aquellos! Ciertamente, un 5% —la excepción a la regla—, no cae bajo la definición de anchovetas presuntuosas con ínfulas de delfines. Pero un enorme 95% de petimetres de voz engolada, anteojos que otorgan aire doctoral, frases hechas y portátiles pagadas e integradas por ganapanes, sí hacen méritos para ser definidos como estas lauchas vanidosas.
La semana que pasó, di a conocer (información pública), que dos altos oficiales de la MGP viajaban a Beijing a firmar un Memorándum de Entendimiento entre la guardia costera nacional y la china. Habida cuenta de intromisiones chinas y de pesca no autorizada del recurso pota, devenía propio tocar el asunto en esa reunión.
¿Oyó usted si algún político-anchoveta opinó sobre el particular? No sólo hay pescadores artesanales perjudicados por la pesca ilegal china, hay un tema de soberanía que la Guardia Costera de la Marina, debía mejor definir. ¡Y qué mejor ocasión para precisarlo que en un Memorándum de Entendimiento.
Más aún. Preguntamos si la Cancillería tiene en estudio ese Memorándum que casi implica un tratado de límites marítimos con el país asiático. Torre Tagle se distingue por sus andares elefantiásicos y preferencia para que cogollos definan la política externa del Perú. ¿No es el momento de cambiar el rumbo?
Los informes que emitimos están basados en documentos oficiales públicos. Los políticos anchoveta ¿no leen? ¿Y qué decir de sus pelotones de asesores, brigadas de secretarias, amigotes, compadres, allegados, en las planillas de cada oficina, no se dieron el trabajito de revisar documentación seria, patriótica, fundamental para la elaboración de barruntos de política y análisis?
¿No debía el Congreso someter a minucioso escrutinio cuanto se acuerde en dicho Memorándum? Que se sepa, toca al Parlamento la ratificación de todos los temas referidos a tratados, límites y soberanía.
Ningún servidor del Estado, con o sin uniforme, está por encima de las leyes ni trabaja por la libre. Tiene Perú un futuro extraordinario con respecto al Océano Pacífico y su proyección hacia el Asia. Los políticos anchoveta conocen el mar cuando van a la playa, en sus yates o escapadas indiscretas.
¡Honor al mérito! Nuestros políticos anchoveta destacan por su profunda miopía e incontinencia cuando de dar “opiniones” se trata. Hablan porque tienen lengua y la hemorragia produce esperpentos a cual peor que, como no podía ser de otro modo, los brutos reputan como “análisis” y cierta prensa, igual de adocenada y cuasi ciega, celebra con alborozo estrambótico.
El grave problema de nuestros políticos anchoveta, desde hace más de cuatro décadas, es que son ineptos para proyectar un país vivible por los próximos 50 ó 70 años. Son lenguaraces y producen indigestiones cerebrales capaces de enredar una telaraña. Ciertamente tampoco son muy entendidos en el análisis de los grandes temas de la agenda nacional.
¿Cuántos políticos anchoveta se preocupan por la soberanía de los cielos peruanos hoy cuasi obsequiados por el gobierno de Alan García (2011) a Latam (antes Lan Chile)? Ni siquiera pueden definir lo que son quintas libertades y los segmentos concedidos en absoluta desigualdad a la aerolínea foránea.
¿Conocen Perú nuestros políticos anchoveta? Más allá de uno que otro barrio y metropolitano, la mayor cantidad de personajes que se hacen llamar políticos, son burros en entender que Perú no sólo tiene Costa, Sierra y Montaña sino que debiera considerar los cielos y el Mar de Grau como 4ta y 5ta región a defender y honrar, la conexión Atlántica y Antártica.
¿Qué, sí saben?, practicar la estafa de la fe del pueblo, traficar influencias; mal usar la información del Estado y hoy pueden ser parlamentarios y mañana pelearán desde la gerencia de alguna multinacional, la famosa puerta giratoria. Y todo sin pizca de rubor o vergüenza mínima.
Resulta explicable por qué los partidos políticos carecen de respaldo ciudadano al modo de antes. No hay vítores, tampoco éxitos en las calles ni protesta firme, hay connivencia salvaje y entre todos se culpan. Los que se van, entrenan a los que llegan en el finísimo arte de callarse la boca para seguir mamando de la cansada ubre del Estado y la corrupción campea, destruyendo todo a su paso.
Más que un país, somos una caricatura informe, desproporcionada, inmóvil al cambio pero proclive a elegir rateros y pícaros en los puestos más importantes. ¿Cómo puede entenderse que todos los ex presidentes tengan cuentas por saldar con la justicia? Uno de ellos se metió un tiro porque barruntaba que los grilletes se le acercaban peligrosamente. Y otro acaba de morirse.
“En este mar de vanidades, hay anchovetas que se creen delfines”.
17.09-2024
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