El Estado sufraga, vía las universidades públicas, las carreras profesionales de miles de jóvenes, hombres y mujeres. En buen castellano, el pueblo, a través de sus impuestos, financia lo que cuestan esos estudios.
¿Cómo devuelve el nuevo profesional, a través de los años, lo que se invirtió en él? ¿No es justiciera la retroalimentación que posibilite que otros también obtengan el título profesional y sean elementos productivos a sus familias? También debiera ser urgente la creación de una deuda universitaria.
Contrario sensu. ¿Cuánto dinero se pierde, cuando el profesional graduado en universidad estatal, consigue puesto o plaza de trabajo en un país foráneo?
¡No es broma! Conozco brillantes médicos, geólogos, ingenieros, cuyas estupendas carreras se han desenvuelto por décadas en los Estados Unidos. La nación norteamericana ¡no invirtió un cobre en la formación académica o práctica de esos compatricios.
Pero, he allí la paradoja, los estudiantes en Estados Unidos, sí adquieren créditos que pagan en el tiempo, son descontados por caja y que deben ser honrados, porque de otro modo, arriesgan sus licencias o autorizaciones.
¿Qué impedimento poseería el profesional peruano egresado de universidad estatal, en devolver, como ejercicio solidario y de mirada al futuro, algo de lo que se gastó en él? El horizonte equivaldría a asegurar más profesionales para el ámbito laboral.
¡No son pocos los peruanos profesionales que han hecho sus desempeños en todo el mundo! El porcentaje de los que se graduaron en universidades del Estado, es muy alto.
Perú debe renunciar a su deshonroso papel de proveedor pasivo de profesionales. Aquellos tienen el deber y el derecho legítimo de conseguir ingresos buenos o excelentes. A la par debieran entender que la deuda universitaria, pagada aquí o desde el extranjero, representaría una práctica solidaria y de excelso civismo ciudadano.
El mundo contemporáneo casi ha eliminado las distancias y fronteras. Se puede pagar por bancos, giros o con tarjeta de crédito, en cualquiera de los casos, sólo existe el requisito ineludible de ¡contar con fondos!
Cualquier pillería con tarjeta de crédito, se castiga globalmente, es decir, ese adminículo ya no sirve ¡en ninguna parte!
Una pregunta interesante sería ¿qué hacemos con los veteranos profesionales que desean volver al Perú, de visita o para gozar de sus años postreros?
“¿Se ha puesto alguien, en dependencia oficial, para-oficial, comercial o estratégica, a estimar, estudiar, prever o calcular, cuántos peruanos, cuya vida ha transcurrido más fuera del país que dentro, gustarían de volver y rendir en la tierra que los vio nacer mucho del profesionalismo que aprendieron allende y aquende y también?
De repente, visitar lo que nunca vieron sino en la televisión y en documentales de la belleza natural abundante en nuestros múltiples parajes costeños, serranos y selváticos?
El retorno de los “elefantes” peruanos, no debe ser un sueño, sino una realidad que podría caminar por dos avenidas de enorme utilidad a la patria.
Todo peruano que hubiera estudiado en universidad del Estado, tiene el deber, en algún momento de su vida, de devolver a la nación lo que ella invirtió en su carrera profesional. Más aún, estos peruanos, cuyo proyecto de vida, fue satisfecho con creces y merced al limpio esfuerzo, en el exterior, debieran dar clases en las universidades locales y ser condecorados con preseas y diplomas que la nación les otorgará en reconocimiento a su esfuerzo patriótico.
Por otro lado, ¿a qué peruano, que sólo conoció el portento de nuestra geografía a través de la televisión, el documental fílmico o la revista especializada, no complacería visitar todo aquello que nunca vio en la realidad? ¿Y que en los aeropuertos fueran recibidos por chalanes y morochucos y el fondo instrumental y coral de conjuntos musicales criollos y folclóricos que les den la bienvenida?
Con profesionales vueltos al país, enseñando sus habilidades y pagando su deuda pedagógica; con turistas ávidos de viajar, nutriendo con ello los circuitos aeronáuticos, la generación de negocios directos y conexos; con dólares o euros honestos y bien empleados, la dinámica en perspectiva puede impulsar un espectáculo pocas veces visto: la reconquista del Perú por sus antiguos y acreditados habitantes otra vez dentro de sus fronteras.
Hay, sabemos, mentes amplias e instruidas y capaces de mejorar estas humildes ideas con la savia y emulsión que su juventud y amor al Perú, dan en el desempeño de sus cargos. No todo está podrido, aunque las señales que así ocurre, sean más numerosas que lo contrario”. (El retorno de los “elefantes” peruanos, 4-12-2007).
20.09.2024
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