Hora tras hora las evidencias comprometen más a la fiscal de la Nación Patricia Benavides, investigada por supuestamente liderar una organización criminal enquistada en el Ministerio Público, pero ella no se da por aludida y mostrando una total carencia de vergüenza y ética sigue aferrada al cargo.
En todas las instituciones públicas cuando se investiga a un funcionario se le separa del cargo de forma preventiva hasta que se determine su responsabilidad, hecho que debería cumplirse con mayor razón tratándose de altos cargos, por la gravedad de los delitos investigados y por la naturaleza de la función, como es el caso de la Fiscalía, que cumple un papel crucial en la lucha contra la criminalidad.
Estos procedimientos los tiene que conocer la fiscal Benavides, por tanto no debería esperar a que se tome la decisión de suspenderla, sino que ella misma debería dejar el cargo.
El hecho de que no lo haga no sólo que es grave, sino que indica que presuntamente Benavides pretende aprovechar hasta la última hora de permanencia en el cargo para seguir moviendo los hilos de la organización criminal que supuestamente dirige, lo cual supone mayores peligros para el curso de las investigaciones importantes en la lucha anticorrupción.
La renuncia de Patricia Benavides debe darse ya sin más demora o la Junta Nacional de Justicia, el Congreso y la presión ciudadana deberían obligarla a hacerlo, como se hace en una operación de urgencia con un tumor que está dañando a un cuerpo, que en este caso es el Ministerio Público.