Depravadoras de menores se jactan de ser evangélicas: Gisela y Tula
Las maestras de la vulgaridad, embrutecimiento y depravación de los menores, Gisela Valcárcel y Tula Rodríguez, ahora se jactan de ser evangélicas.
Las maestras de la vulgaridad, embrutecimiento y depravación de los menores, Gisela Valcárcel y Tula Rodríguez, ahora se jactan de ser evangélicas.
La vedette Tula Rodríguez asegura que no falta a la iglesia y agradece sus "éxitos" al Señor y que quiere dedicarle su vida a Dios, según declararon a medios locales.
Estas bufonas, ante la falta de talento y cultura, recurren al morbo de pésimo gusto para escandalizar en la pantalla, sin respetar que los menores pueden estar viendo sus programas.
En sus programas no solo presentan grosería, sino que ventilan sus intimidades y presentan bailes propios de prostitutas, estimulando así la procacidad en las niñas, que tarde o temprano conducirá a una baja autoestima y a la falta de respeto y violencia contra la mujer.
Con sus espectáculos y sus escandalosas declaraciones a la prensa se prestan servilmente a las maniobras psicosociales para embrutecer a la población, para que se mantenga distraída en sus fangos malolientes y no aspire a una mejor calidad de vida ni piense en criticar la corrupción en el gobierno, lo cual es más grave en nuestro país, donde muchos padres, por tener pocos ingresos, trabajan largas horas y dejan a los niños al frente de la pantalla, situación que afecta a los hogares más pobres.
Por lo visto, la secta evangélica está cada día más mercantilista.
Estas bufonas, ante la falta de talento y cultura, recurren al morbo de pésimo gusto para escandalizar en la pantalla, sin respetar que los menores pueden estar viendo sus programas.
En sus programas no solo presentan grosería, sino que ventilan sus intimidades y presentan bailes propios de prostitutas, estimulando así la procacidad en las niñas, que tarde o temprano conducirá a una baja autoestima y a la falta de respeto y violencia contra la mujer.
Con sus espectáculos y sus escandalosas declaraciones a la prensa se prestan servilmente a las maniobras psicosociales para embrutecer a la población, para que se mantenga distraída en sus fangos malolientes y no aspire a una mejor calidad de vida ni piense en criticar la corrupción en el gobierno, lo cual es más grave en nuestro país, donde muchos padres, por tener pocos ingresos, trabajan largas horas y dejan a los niños al frente de la pantalla, situación que afecta a los hogares más pobres.
Por lo visto, la secta evangélica está cada día más mercantilista.