¿Los nacionalistas son malos y feos?
Expreso se quedó corto al recordar el 13 de abril último el pasado fujimontesinista de Augusto Alvarez Rodrich, director de Perú 21, que pertenece a la corporación de El Comercio:
“Este señor ―que durante la dictadura fujimontesinista trabajó codo a codo con esa delincuencia cobrando suculentos contratos del gobierno de un dictador, al que hoy desprecia y que antes besaba sus pies―, sí pues, este fujimorista reciclado quiere dar a entender ―sin prueba alguna― que los artículos de servicio público que difundimos, y que caracteriza la línea periodística de este diario, son pagados.”
A ese pasado ahora suma su servilismo prochileno y su desembozado desprecio por el Perú y las fuerzas armadas peruanas. Bien haría el tal Alvarez Rodrich en renunciar a la nacionalidad peruana, pedir la nacionalidad chilena e irse del Perú, si tanto lo desprecia y si tanto se siente sirviente chileno.
En El Otorongo, suplemento político humorístico del diario Perú.21 del 18 de mayo de 2007, bajo el título “Recuerdos del futuro” aparece una caricatura en la que se ve a un militar grotescamente delineado que —fusil en mano y ante la sorpresa de un niño que exclama “¡Así que eso es un nacionalista!”— dice lo siguiente:
“¡El pisco es peruano!”, “¡El cebiche también!”, “¡Muera Chile!”, “¡Da la vida por tu patria!”, “¡Todos a las armas!”, “¡Nos quieren invadir!”, “¡El Perú es sagrado!”
Para analizar mejor el contenido y la intención de las frases del uniformado y las del niño que aparecen en la caricatura del mencionado diario, consideremos lo siguiente:
1) Los dibujos. El militar es representado como un individuo feo, viejo, iracundo, prepotente y anticuado (tiene incluso telarañas: una a la altura de las nalgas, de la que cuelga una araña; otra en la axila del brazo que estira admonitoriamente y otra más en la mano del brazo estirado, de la cual también cuelga una araña). En contraste, el niño es retratado con formas armónicas y luciendo un buzo algo parecido a la vestimenta de los astronautas, lo cual —junto con su tierna edad— resalta frente a lo anticuado del militar; es decir, están frente a frente el pasado (el militar patriota) y el futuro (el niño inocente). Para concluir esta parte, debemos señalar que el uniformado no está parado en el suelo, como el niño, sino sobre un pedestal, lo que recuerda a los héroes que vemos en monumentos.
2) Los mensajes. Vista superficialmente, esta caricatura parece nada más que una crítica a ideas nacionalistas que el editor de El Otorongo considera anticuadas, obsoletas. Sin embargo, para no quedar sólo en las apariencias, debemos entender que en general las palabras y enunciados tienen un mensaje explícito, directo; pero también otro menos visible, por decirlo de alguna manera. Tal como aparece la caricatura con las frases correspondientes, se nota que en el niño hay un desencanto o mala sorpresa (“¡Así que eso es un nacionalista!”) que le producen la apariencia física del hombre de armas y su mensaje, tan anacrónico como la apariencia del emisor. Siguiendo la lógica implícita del editor que ordenó hacer la caricatura, el niño se sentiría gratamente impresionado si el militar fuera un joven apuesto y dijera lo contrario de lo que se lee; en otras palabras, para que el niño del dibujo y el lector tengan una grata impresión, las frases del uniformado deberían transmitir el mensaje opuesto, así:
Frase condenable (publicada) Frase deseable
“¡El pisco es peruano!” “¡El pisco no es peruano!”
“¡El cebiche también!” “¡El cebiche tampoco!”
“¡Muera Chile!” “¡Viva Chile!”
“¡Da la vida por tu patria!” “¡No des la vida por tu patria!”
“¡Todos a las armas!” “¡Desarmémonos!”
“¡Nos quieren invadir!” “¡Ningún país quiere invadirnos!”
“¡El Perú es sagrado!” “¡El Perú no es sagrado!”
Ahora sí es clarísima la intención de la caricatura:
a) Es bueno el militar moderno, el que no es patriota, el que se identifica con los enunciados que están bajo el título “Frase deseable” (“¡El pisco no es peruano!”, “¡El cebiche tampoco!”, “¡Viva Chile!”, “¡No des la vida por tu patria!”, “¡Desarmémonos!”, “¡Ningún país quiere invadirnos!”, “¡El Perú no es sagrado!”);
b) Es malo, feo y anticuado el militar que se manifiesta con lo que se lee bajo el título “Frase condenable” (“¡El pisco es peruano!”, “¡El cebiche también!”, “¡Muera Chile!”, “¡Da la vida por tu patria!”, “¡Todos a las armas!”, “¡Nos quieren invadir!”, “¡El Perú es sagrado!”);
c) Los héroes son anticuados, nos hacen mirar al pasado y no al futuro brillante que nos espera como colonia de Chile. Tengamos en cuenta que como los editores de El Otorongo no se atreven a criticar de manera directa a Grau, Bolognesi y Cáceres por haberse opuesto radicalmente a la obra “civilizadora y benefactora” de los chilenos durante la Guerra del Pacífico, en la caricatura se alude oblicuamente a los mencionados valientes defensores de la patria, al presentar al militar parado sobre un pedestal (esto es, en la persona de ese contrahecho soldado se quiere representar a los héroes de la Guerra del Pacífico, que se yerguen sobre los pedestales de sus monumentos). Para esta gente antipatriótica que publica diarios, Grau, Bolognesi y Cáceres constituyen un ejemplo que incomoda, en realidad (para ellos) son un mal ejemplo, son cosa del pasado y ya no tienen cabida en estos tiempos de mundialización (o “globalización”).
Ya hemos denunciado cómo los textos de Historia del Perú (véanse nuestros artículos " ¡Infamia contra escolares al descubierto!" y "¡Lavado cerebral a escolares promovido por Ministerio de Educación!" ) minimizan la memoria de nuestros héroes máximos de la Guerra del Pacífico, llegando al extremo, este año 2007, de publicar libros1 en los que en el capítulo de la guerra del Pacífico ya no aparecen ni dibujos ni fotografías de Grau, Bolognesi y Cáceres (¡simplemente son un mal ejemplo y un estorbo para los peruanos prochilenos!)2.
Ocurre que militares retirados y en actividad están tomando conciencia de lo evidente e innegable: que la economía del Perú va cayendo bajo control chileno y que, además, no han cesado las pretensiones chilenas de usurpar tierra y mar peruanos. Como corresponde con personas identificadas con los intereses del Perú, de una u otra manera la gente de uniforme y algunos diplomáticos advierten sobre los peligros que acechan a nuestra patria desde la frontera sur y señalan cuáles son nuestros derechos y posibles estrategias diplomáticas y de defensa. Esto ya es más de lo que el grupo editor de El Comercio (que tiene ramificaciones en la televisión) puede tolerar, puesto que para ellos el dilema es simple: o se está a favor de Chile (haciendo apología de sus bondades de “país amistoso”, recibiendo beneficios por publicidad y anuncios de empresas chilenas y minimizando o silenciando las fechorías que Chile comete contra el Perú) o se está en contra de Chile (defendiendo claramente la posición peruana en asuntos de delimitación y exponiendo sin maquillajes la verdad histórica de las agresiones chilenas contra el Perú, señalando los peligros que Chile representa para nuestra seguridad nacional, etc.).
El periodismo entre sus funciones tiene las de informar y orientar. En esto de la orientación, ¿qué clase de orientación al pueblo da esa empresa editora denigrando los sentimientos patrióticos de los peruanos?, ¿quieren que de una vez nos declaremos vasallos de Chile? Además preguntamos: si de monumentos y pedestales se trata (eso se ve en la caricatura), ¿por qué no se ocupan del busto en bronce que marinos peruanos sirvientes de Chile han erigido en la Escuela Naval al hampón Arturo Prat Chacón, agresor del Perú y frustrado asesino del almirante Miguel Grau?
Otro punto es que leyendo diversas publicaciones del grupo editorial encabezado por El Comercio, se nota una actitud ambivalente: por un lado cada que pueden adulan a los militares; por otro, arremeten contra los hombres de uniforme, con caricaturas y mensajes como los que ahora examinamos y con un énfasis dosificado y selectivo de ataque a la fuerza armada peruana con el pretexto de señalar presuntas o comprobadas violaciones a los derechos humanos3 que hayan cometido los militares en la lucha antisubversiva. El hecho es que pese a las adulaciones que prodigan a la fuerza armada peruana, estos editores no ocultan su deseo de verla minimizada o desaparecida, puesto que entre ellos impera el pensamiento de que si Chile tiene una fuerza armada bien equipada, la nuestra estaría de más, sería un estorbo ante el hegemonismo chileno, que a través de su dominación económica busca “civilizar” y “conducir al desarrollo” al Perú. Como consecuencia de este manejo antipatriótico de la prensa, la fuerza armada del Perú prácticamente está a la defensiva en el frente interno. Por ejemplo, el correcto proyecto de destinar un porcentaje de las regalías mineras para el equipamiento militar (no sueldos) de la fuerza armada ya va encontrando oposición en la prensa local prochilena, la cual sostiene que la aplicación de ese proyecto afectaría a las regiones (¡como si éstas no fuesen parte del Perú y no compartiesen los peligros de una agresión de Chile, país delincuente!, ¡qué desarrollo puede haber sin seguridad interna y externa!).
En conclusión, según la forma de pensar del grupo editor de El Comercio, para estar de acuerdo a los nuevos tiempos hay que abandonar la idea de patria, hay que borrar la memoria de los héroes y, por sobre todas las cosas, respetar y amar a Chile. En el contexto de las diferencias entre Chile y el Perú por la delimitación marítima y por la usurpación de los 36 000 m2 de suelo tacneño, sabemos que el que se expresa en defensa de los intereses del Perú, el que afirma los sentimientos de patria y soberanía, se expone a que lo llamen “antichileno”, palabra que delata como agente pagado de Chile a quien la utiliza para señalar a los patriotas peruanos. Es fácil entender que los intereses del Perú y Chile son opuestos: Chile nos robó territorios en la Guerra del Pacífico y recordamos y condenamos esa agresión, Chile usurpa una extensión de nuestro territorio y nos oponemos, usurpa nuestro mar territorial y nos oponemos (no hacerlo sería incurrir en traición a la patria), Chile vende armas a Ecuador cuando este país nos atacó en 1995 y denunciamos, Chile (con la colaboración de peruanos corruptos) quiere poner al Callao como puerto segundón en la costa del Pacífico y nosotros queremos que el Callao esté a la cabeza, etc., etc. Queramos o no, siempre Chile se interpone en el camino del Perú, lo cual explica que nuestra afirmación nacional implica identificar a Chile como país opositor y enemigo, nosotros nunca lo hemos invadido ni quitado territorio, eso no hay que olvidar como peruanos que somos; por tanto queda clarísimo que sólo un peruano pagado por Chile, vendido a Chile, puede llamar “antichileno” a un peruano patriota. ¡Empecemos a conocer a los corruptos traidores a la patria, especialmente a los que están en el aparato estatal (cuerpo diplomático y fuerzas armadas) que emplean la palabra “antichileno”!
Por último, felicitamos al pueblo peruano que adquiere cada vez menos los mamotretos del grupo El Comercio, cuyo tiraje disminuye progresivamente.
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1 Aprovechando que pocos padres de familia que tienen a sus hijos en colegios estatales pueden comprarles libros, estos textos atentatorios contra la formación cívico-patriótica de los jóvenes son distribuidos gratuitamente por el Ministerio de Educación en abril y recogidos en diciembre (¡los entregan en préstamo, no los dan para posesión permanente!). Detalle interesante, motivo de reflexión, es que tales libros son editados no por editoriales peruanas sino por transnacionales como Santillana, de España, y Norma, de Colombia.
2 Solamente tomando el caso de la inexistencia de retratos o dibujos de los héroes, ¿qué va a ser de la memoria histórica, de la identidad nacional y de la conciencia cívica de los adolescentes que utilizan los libros que les da el Ministerio de Educación?, ¿estos jóvenes tendrán que seguir el ejemplo de la Marina de Guerra del Perú, que rinde homenaje con efigie en bronce y todo al agresor chileno y hampón basura Arturo Prat?
3 Es un tema en el que más que nada hay responsabilidades individuales.