La más harapienta de las geishas
Alejandro Miró Q. |
En junio del 2006, en El Comercio, Francisco Miró Quesada alababa al electo Alan García atribuyéndole iniciativas que no le correspondían, como el pago extra sobre las ocho horas de trabajo. No contento con eso alabó su juramento ante Dios y la patria. Añadía: "Todos estaremos vigilantes. Y los medios de comunicación masiva serán implacables. Todo desvío de las promesas asumidas será criticado severamente." Por supuesto, ni él mismo creía lo que decía.
Es una nueva versión del episodio fujimontesinista en la campaña contra Toledo, diversos medios y periodistas competían por ser la mejor geisha. Pero una vez caído el régimen, parte de esas geishas agachó la cabeza o guardó silencio, podría decirse que eran unas geishas algo más recatadas. En ese año no podríamos decir que El Comercio estuviera entre las geishas, por lo menos en apariencia.
El resurgimiento de las geishas para esta campaña y gobierno ha sido más vulgar y descarado. Televisión, radio y prensa escrita se dedicaron a realizar campaña en favor de Alan García, rompiendo la imparcialidad que debe caracterizar al periodismo. Abundaron las difamaciones contra Humala y la estrategia de sembrar el miedo en la población, inclusive se llegó al extremo de presentar a un cocinero trujillano disfrazado de militar disidente venezolano como si denunciara infiltración. Cuando se esclareció la mentira en este caso, los medios no se interesaron en presentar la verdad al público.
El periodismo geisha supérstite fue un factor decisivo en el triunfo de Alan García, que en estas circunstancias, no bien ser legal, es cuestionable o ilegítimo, por haberse dado contando con una dictadura procaz de los medios y por la denuncia de fraude de Lourdes Flores que habría cometido el APRA en mesas.
Para remate, el descaro mayor fue que las geishas se congratularan unas a otras públicamente. Se cruzaron frases como: "Gracias a Cecilia Valenzuela, gracias a El Comercio, gracias a Jaime Bayly, gracias a los canales que rompieron la imparcialidad, pero contribuyeron al triunfo de Alan García".
Lo más deplorable de todo el periodismo vil es el caso de El Comercio, porque en carne propia sufrieron el asesinato de Antonio Miró Quesada y esposa a manos de un sujeto ligado al APRA y tradicionalmente recordaban públicamente estos crímenes y denunciaban los delitos apristas. ¡Qué bajo han caído! No tienen ni punto de comparación con las otras geishas, es el geishismo en su más mísera expresión, del honor ya no queda ni la sombra.
Ahora, cuando Unidad Nacional, el partido que en principio apoyaron, trata de hacer frente ―con los nacionalistas y Alianza Parlamentaria― a las pretensiones totalitarias y de puerta abierta al genocidio (con los últimos decretos represivos) de Alan García, este papelote sale a criticar esta razonable unidad de las fuerzas de oposición surgida para ejercer el rol opositor que les corresponde, el cual, en una democracia, garantiza que la división de poderes sea una realidad (¿qué gracia que el partido de gobierno controle también el Congreso?, ¿distorsionada división de poderes?).
¿Dónde quedó la “implacable vigilancia”? Ahora, El Comercio y toda la prensa geisha, al mismo tiempo que vilipendian y denigran a las bancadas congresales de oposición por proponerse a actuar en el papel opositor que les ha encomendado el voto popular, publicitan el maniobreo de otorgar prebendas (caso Aldo Estrada) para dividir la oposición y fomentar el tan criticado transfuguismo con su campaña antidemocrática y rupturista del equilibrio de poderes.