Canal N: el sucio negocio de la tragedia humana
El canal N se aprovechó de la desgracia humana para invadir la intimidad de una parturienta, Ericka Gutiérrez, de 22 años, quien fue atendida en las carpas de campaña de Essalud, pues transmitió como “imágenes exclusivas” los precisos momentos del parto.
El canal N se aprovechó de la desgracia humana para invadir la intimidad de una parturienta, Ericka Gutiérrez, de 22 años, quien fue atendida en las carpas de campaña de Essalud, pues transmitió como “imágenes exclusivas” los precisos momentos del parto.
Pero hay que lamentar que para eso también se presten los médicos de Essalud que la atendían y hayan permitido la invasión de la intimidad de esta madre, pues la Ley General de Salud establece que debe respetarse la intimidad y el pudor del paciente. En este tipo de actos médicos sólo puede ser quebrada la intimidad con la autorización de la gestante y normalmente sólo se autoriza la presencia del padre.
Definitivamente, estamos ante el caso de una joven mujer en una ciudad damnificada, que no conoce sus derechos y se siente en manos de quienes le prestan ayuda en un momento de trauma emocional. Necesariamente tiene que estar entre confundida y agradecida con sus benefactores y tendrá cierto temor de responder con una negativa al pedido de ser presa de las cámaras. Por lo tanto, no se podría considerar válido un consentimiento en estas circunstancias, puesto que se han aprovechado de la situación de necesidad de la mujer, que este canal no respeta.
¿Tanto puede el afán de ganar algo con el negocio de la prensa, que tienen que romper códigos éticos y legales, con el agravante de que se trata de una situación de indefensión de una mujer en estas trágicas circunstancias? ¿Por qué la ministra de la Mujer avala estas situaciones con su silencio?
Una vez más el Canal N, perteneciente al grupo del El Comercio, denota que no necesariamente está dirigido con la ética.
Definitivamente, estamos ante el caso de una joven mujer en una ciudad damnificada, que no conoce sus derechos y se siente en manos de quienes le prestan ayuda en un momento de trauma emocional. Necesariamente tiene que estar entre confundida y agradecida con sus benefactores y tendrá cierto temor de responder con una negativa al pedido de ser presa de las cámaras. Por lo tanto, no se podría considerar válido un consentimiento en estas circunstancias, puesto que se han aprovechado de la situación de necesidad de la mujer, que este canal no respeta.
¿Tanto puede el afán de ganar algo con el negocio de la prensa, que tienen que romper códigos éticos y legales, con el agravante de que se trata de una situación de indefensión de una mujer en estas trágicas circunstancias? ¿Por qué la ministra de la Mujer avala estas situaciones con su silencio?
Una vez más el Canal N, perteneciente al grupo del El Comercio, denota que no necesariamente está dirigido con la ética.