Por Herbert Mujica Rojas
¿No son también derechos humanos y económicos del pueblo peruano, el saber que se emplea bien su dinero vía impuestos y que éste se administra de manera honesta y limpia? ¿Por causa de qué, desde que hice pública la causa por la que Contraloría General de la República, sigue, considerando existente el mérito a denuncia penal contra la ministra de Transportes, Verónica Zavala Lombardi, por haber colocado 5 millones de dólares cuando era integrante de Fonafe, durante el fujimorismo delincuencial, en un banco que luego quebró, no ha concitado las protestas, lloriqueos, algazaras, que sí ocurren en otras circunstancias? ¿Hemos llegado al punto de concluir que hay derechos humanos rentables porque traen dólares y otros no rentables porque son verdades políticamente incorrectas de ser citadas? ¡Qué vergonzosa doble o triple moral la aquí ambiente!
El asunto viene de años atrás cuando la sempiterna funcionaria del Estado, colgada de todos los gobiernos que ella y sus hermanos han gozado a su regalado gusto, Verónica Zavala pertenecía a un comité especial de Fonafe. Entonces, cuando era ministro de Economía, Carlos Bologna, ella con otra cómplice funcional, también responsable, según el informe de la CG, dispuso, ante sí y por sí, y porque hay motivos que aún no han sido confesados, de 5 millones de dólares y los depositó en el NBK. Como es de público conocimiento, este banco quebró a posteriori.
El derecho que tiene el pueblo a que su dinero, recaudado por impuestos que paga todo el tiempo, sea pasible de un manejo cristalino, es un derecho económico y por abarcar a la ciudadanía en su integridad, comporta uno social y humano. ¿No saben esto las organizaciones que han hecho de los derechos humanos un buen filón productor de dólares? O, precisamente por eso, porque hay que estar en buenas migas oportunistas con el poder efímero de quienes están episódicamente en el gobierno, ¿conviene no pelearse ni denunciar, es decir, practicar la muy “rentable” política de ser ciegos, sordos y mudos? Una prensa cortesana, lacaya, disponible al peso y valor de dólares que compra su bulla o paga su silencio, sólo representa un cáncer recurrente en la historia patria. Nadie puede llamarse a ignorancia, sobre todo, porque son documentos que circulan de oficina en oficina porque esta maravilla de Internet así lo hace posible.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!