“Mejor que hacer el bien es procurar que otros lo hagan”
Profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), José Carlos García Fajardo fundó en 1987 SOLIDARIOS para el Desarrollo, una organización de la sociedad civil declarada de interés público y vinculada a la UCM, cuyos objetivos prioritarios son el voluntariado social, la cooperación con los pueblos empobrecidos del Sur y la sensibilización de la sociedad en temas de justicia social y solidaridad. En este sentido, García Fajardo considera que el voluntariado tiene un papel muy importante en la eliminación de las barreras mentales para hacer frente a las diversas formas de exclusión social. Desde 1999, cuando se creó el Centro de Colaboraciones Solidarias dentro de la ONG, procura además que esta sensibilización social tenga eco en los medios de comunicación a nivel mundial.
Ha señalado que los voluntarios sociales son caballeros andantes. ¿Por qué?
Se trataba de una figura retórica. Porque con su transparencia asumen la causa de los más débiles, denuncian las estructuras de poder injustas, se ponen en camino y se saben responsables solidarios que no hallarán descanso mientras exista una sola persona o comunidad explotada, marginada o ignorada. Tienen el idealismo y andadura de ese Caballero de la Triste Figura que se mueve en un mundo donde le toman por loco por no seguir el pensamiento único del mercado, la competitividad y los beneficios.
¿Existe un riesgo de saturación en el voluntariado social?
No lo creo. Al igual que la intensidad de una amistad no se mide por el tiempo que se pasa con el amigo, la intensidad y la calidad del voluntariado social se miden por la calidad de las horas invertidas en el servicio. Lo contrario podría influir en la continuidad de los voluntarios, pero para eso están las normas de conducta del voluntariado social que se aprenden en los cursos de formación continua y en la supervisión por los responsables de la ONG. El voluntario debe ver los problemas con perspectiva y saber que él es una pieza más en un proceso de reinserción o en la resolución de un problema. Una persona sin hogar que lleva quince años en la calle no puede pasar de la noche a la mañana a vivir una situación de completa normalidad. La implicación intensa para conseguir resultados a corto plazo puede conducir a la decepción del voluntario o al aborto de resultados más firmes aunque a más largo plazo.
¿Qué supone la formación para un voluntario?
Durante mis años como presidente de nuestra ONG he sostenido que, sin formación, no hay voluntariado social. Una formación concreta para que el voluntario se desenvuelva en un entorno determinado, pero sobre todo un cierto aprendizaje en la sensibilidad, en el respeto y en la aceptación del otro, tal como es y sin pretender cambiarlo. Nosotros no vamos a enseñar nada ni a cambiar a nadie, sino a ayudar a transformar a quien lo desee, desde su propia realidad en la maduración de sus señas de identidad. Por ello escribí el “Manual del voluntario”, en el que recogí la experiencia de una vida.
En nuestro país hay centenares de miles de personas que se forman como voluntarios sociales. Sólo una actitud contemplativa, brotada del silencio, puede fundamentar y dar sentido a un vivir coherente. Y eso es lo que debe aportar el voluntario.
¿Cual es el papel del voluntariado en pro de la justicia social?
El voluntariado social no es prioritariamente una actividad asistencial con las personas marginadas, porque eso podría crear dependencia. La acción voluntaria tiene un componente asistencial decisivo en la resolución de problemas inmediatos, pero, sobre todo, se trata de buscar la colaboración mutua, la autonomía y, en definitiva, la felicidad para aquellos que no la tienen. Un voluntario puede ayudar a un discapacitado a sortear una barrera arquitectónica, pero su responsabilidad será, unida a otros miles de voluntarios, pedir a quien corresponda que desaparezcan las barreras. Su misión social se encamina hacia eliminar las barreras mentales frente a las diversas formas de exclusión social.
Algo mejor que hacer el bien es procurar que otros lo hagan. El voluntariado es para todos y ahí radica su eficacia social. Siempre habrá un lugar adecuado para cada persona dentro del voluntariado.
Los temas sociales tienen poca presencia en los medios de comunicación ¿Cuál es el papel de los mismos en las estructuras solidarias?
Hace tiempo, la campaña de Manos Unidas me impresionó con el siguiente mensaje: “si quieres cambiar el mundo, cambia tu corazón”. Y para cambiarnos a nosotros mismos, debemos dejarnos empapar por las cosas, permitirnos conocerlas. Hace una semana celebramos unas Jornadas de Comunicación para el desarrollo con el objetivo de abrir un debate en torno a ese papel de los medios de comunicación. Periodistas como Rosa María Calaf y Ana Pastor, profesores como Carlos Taibo y otros expertos como Pilar Orenes, nos recordaban que muchos medios no hablan del “tercer mundo” porque lo consideran un mundo de tercera. Y porque siguen una ‘equidistancia’ y supuesta objetividad marcadas que los convierte en cómplices de la injusticia. Pero cada día está cambiando esa actitud con la fuerza de la profesionalidad y de la auténtica información. No ha sido otro el objetivo para fundar el Centro de Colaboraciones Solidarias, hace más de diez años y a lo que dedico lo mejor de mi tiempo “liberado”
¿Qué es el CCS y qué fines tiene?
El Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) es un servicio gratuito del que se benefician más de 500 medios y cerca de 1.500 periodistas en toda América. Buscamos ampliar y profesionalizar la presencia de los temas sociales y de justicia social en universidades, centros de estudios y, sobre todo, medios de comunicación. Desde hace diez años analizamos la realidad social y humana de acuerdo con el calendario de las conmemoraciones más importantes en el campo de la salud, de la educación, de un desarrollo sostenible y de la justicia social.
Cada semana enviamos siete artículos de nuestra redacción y nuestros colaboradores sobre los grandes temas que proponen ONU, UNESCO, FAO, OMS, Amnistía Internacional, UNICEF, etc. Y otros cuatro más breves para que sirvan de “faldón”
Buscamos informar y sensibilizar a la sociedad y a los profesionales de la comunicación en temas de solidaridad, justicia social, por una cultura de paz, en defensa de los derechos humanos, con especial énfasis en la lucha contra la pobreza, la exclusión y la protección del medio ambiente.
En tiempos de crisis económica algunas personas creen que el voluntariado social evita la contratación de profesionales remunerados. ¿Cómo los convencería que dicha afirmación no es cierta?
El voluntario social nunca podrá amortizar ningún puesto de trabajo, pues eso supondría un intrusismo generador de mano de obra barata y, por tanto, de injusticia social. Igual sucedió con la prestación sustitutoria del servicio militar, hubo entidades que intentaron aprovecharse de los objetores de conciencia. Pero no prosperó en donde cada organización seria fue coherente con su concepción del voluntariado social. Hoy ya nadie puede llamarse a engaño. Los voluntarios sociales son mensajeros de justicia y de paz que saben robar unas horas a su tiempo para ayudar a que los demás se ayuden a sí mismos. Por eso los voluntarios sociales siempre serán necesarios, pues el modo en que ejercen su servicio a los más necesitados no interfiere sino que complementa la labor de los profesionales.
Por su relación directa con los jóvenes ¿opina si éstos están realmente sensibilizados con la realidad social de nuestro tiempo o necesitan impulsos nuevos para participar en la ayuda a los demás?
Es un error sostener que a los jóvenes les asustan el orden y la exigencia. Al contrario, si a un joven le pides poco no te dará nada, si les pides mucho te lo darán todo. Ésa es la experiencia cotidiana en las organizaciones de la sociedad civil con los voluntarios sociales que asumen un compromiso movidos por la compasión o espoleados por la injusticia. Lo que admiran y respetan no es la educación como transmisión de conocimientos sino la capacidad de los maestros para extraer lo mejor de cada uno de ellos.
*Profesor Emérito de la UCM. Director del CCS
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Se trataba de una figura retórica. Porque con su transparencia asumen la causa de los más débiles, denuncian las estructuras de poder injustas, se ponen en camino y se saben responsables solidarios que no hallarán descanso mientras exista una sola persona o comunidad explotada, marginada o ignorada. Tienen el idealismo y andadura de ese Caballero de la Triste Figura que se mueve en un mundo donde le toman por loco por no seguir el pensamiento único del mercado, la competitividad y los beneficios.
¿Existe un riesgo de saturación en el voluntariado social?
No lo creo. Al igual que la intensidad de una amistad no se mide por el tiempo que se pasa con el amigo, la intensidad y la calidad del voluntariado social se miden por la calidad de las horas invertidas en el servicio. Lo contrario podría influir en la continuidad de los voluntarios, pero para eso están las normas de conducta del voluntariado social que se aprenden en los cursos de formación continua y en la supervisión por los responsables de la ONG. El voluntario debe ver los problemas con perspectiva y saber que él es una pieza más en un proceso de reinserción o en la resolución de un problema. Una persona sin hogar que lleva quince años en la calle no puede pasar de la noche a la mañana a vivir una situación de completa normalidad. La implicación intensa para conseguir resultados a corto plazo puede conducir a la decepción del voluntario o al aborto de resultados más firmes aunque a más largo plazo.
¿Qué supone la formación para un voluntario?
Durante mis años como presidente de nuestra ONG he sostenido que, sin formación, no hay voluntariado social. Una formación concreta para que el voluntario se desenvuelva en un entorno determinado, pero sobre todo un cierto aprendizaje en la sensibilidad, en el respeto y en la aceptación del otro, tal como es y sin pretender cambiarlo. Nosotros no vamos a enseñar nada ni a cambiar a nadie, sino a ayudar a transformar a quien lo desee, desde su propia realidad en la maduración de sus señas de identidad. Por ello escribí el “Manual del voluntario”, en el que recogí la experiencia de una vida.
En nuestro país hay centenares de miles de personas que se forman como voluntarios sociales. Sólo una actitud contemplativa, brotada del silencio, puede fundamentar y dar sentido a un vivir coherente. Y eso es lo que debe aportar el voluntario.
¿Cual es el papel del voluntariado en pro de la justicia social?
El voluntariado social no es prioritariamente una actividad asistencial con las personas marginadas, porque eso podría crear dependencia. La acción voluntaria tiene un componente asistencial decisivo en la resolución de problemas inmediatos, pero, sobre todo, se trata de buscar la colaboración mutua, la autonomía y, en definitiva, la felicidad para aquellos que no la tienen. Un voluntario puede ayudar a un discapacitado a sortear una barrera arquitectónica, pero su responsabilidad será, unida a otros miles de voluntarios, pedir a quien corresponda que desaparezcan las barreras. Su misión social se encamina hacia eliminar las barreras mentales frente a las diversas formas de exclusión social.
Algo mejor que hacer el bien es procurar que otros lo hagan. El voluntariado es para todos y ahí radica su eficacia social. Siempre habrá un lugar adecuado para cada persona dentro del voluntariado.
Los temas sociales tienen poca presencia en los medios de comunicación ¿Cuál es el papel de los mismos en las estructuras solidarias?
Hace tiempo, la campaña de Manos Unidas me impresionó con el siguiente mensaje: “si quieres cambiar el mundo, cambia tu corazón”. Y para cambiarnos a nosotros mismos, debemos dejarnos empapar por las cosas, permitirnos conocerlas. Hace una semana celebramos unas Jornadas de Comunicación para el desarrollo con el objetivo de abrir un debate en torno a ese papel de los medios de comunicación. Periodistas como Rosa María Calaf y Ana Pastor, profesores como Carlos Taibo y otros expertos como Pilar Orenes, nos recordaban que muchos medios no hablan del “tercer mundo” porque lo consideran un mundo de tercera. Y porque siguen una ‘equidistancia’ y supuesta objetividad marcadas que los convierte en cómplices de la injusticia. Pero cada día está cambiando esa actitud con la fuerza de la profesionalidad y de la auténtica información. No ha sido otro el objetivo para fundar el Centro de Colaboraciones Solidarias, hace más de diez años y a lo que dedico lo mejor de mi tiempo “liberado”
¿Qué es el CCS y qué fines tiene?
El Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) es un servicio gratuito del que se benefician más de 500 medios y cerca de 1.500 periodistas en toda América. Buscamos ampliar y profesionalizar la presencia de los temas sociales y de justicia social en universidades, centros de estudios y, sobre todo, medios de comunicación. Desde hace diez años analizamos la realidad social y humana de acuerdo con el calendario de las conmemoraciones más importantes en el campo de la salud, de la educación, de un desarrollo sostenible y de la justicia social.
Cada semana enviamos siete artículos de nuestra redacción y nuestros colaboradores sobre los grandes temas que proponen ONU, UNESCO, FAO, OMS, Amnistía Internacional, UNICEF, etc. Y otros cuatro más breves para que sirvan de “faldón”
Buscamos informar y sensibilizar a la sociedad y a los profesionales de la comunicación en temas de solidaridad, justicia social, por una cultura de paz, en defensa de los derechos humanos, con especial énfasis en la lucha contra la pobreza, la exclusión y la protección del medio ambiente.
En tiempos de crisis económica algunas personas creen que el voluntariado social evita la contratación de profesionales remunerados. ¿Cómo los convencería que dicha afirmación no es cierta?
El voluntario social nunca podrá amortizar ningún puesto de trabajo, pues eso supondría un intrusismo generador de mano de obra barata y, por tanto, de injusticia social. Igual sucedió con la prestación sustitutoria del servicio militar, hubo entidades que intentaron aprovecharse de los objetores de conciencia. Pero no prosperó en donde cada organización seria fue coherente con su concepción del voluntariado social. Hoy ya nadie puede llamarse a engaño. Los voluntarios sociales son mensajeros de justicia y de paz que saben robar unas horas a su tiempo para ayudar a que los demás se ayuden a sí mismos. Por eso los voluntarios sociales siempre serán necesarios, pues el modo en que ejercen su servicio a los más necesitados no interfiere sino que complementa la labor de los profesionales.
Por su relación directa con los jóvenes ¿opina si éstos están realmente sensibilizados con la realidad social de nuestro tiempo o necesitan impulsos nuevos para participar en la ayuda a los demás?
Es un error sostener que a los jóvenes les asustan el orden y la exigencia. Al contrario, si a un joven le pides poco no te dará nada, si les pides mucho te lo darán todo. Ésa es la experiencia cotidiana en las organizaciones de la sociedad civil con los voluntarios sociales que asumen un compromiso movidos por la compasión o espoleados por la injusticia. Lo que admiran y respetan no es la educación como transmisión de conocimientos sino la capacidad de los maestros para extraer lo mejor de cada uno de ellos.
*Profesor Emérito de la UCM. Director del CCS
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