Ponte guapa y denuncia
Por Ana Muñoz (*)
Tres mil peluquerías de la capital española, Madrid, van a convertirse en algo más que un simple lugar donde las mujeres se corten el pelo y “se pongan guapas”. Estos tres mil establecimientos van a entrar a formar parte de un proyecto piloto donde las mujeres que sufran maltratos puedan informarse. Las peluqueras ya no sólo peinarán, marcarán los rizos o teñirán, se convertirán en vigías. Ellas serán las primeras en dar la voz de alarma.
Este proyecto ya se ha iniciado en otras ciudades europeas como Londres, donde funciona con éxito. La iniciativa va acompañada de una serie de folletos que bajo la fórmula de anuncios de cosméticos llevan impresos información útil para las mujeres que sufren algún tipo de maltrato. Además, trata de sensibilizar a las mujeres y desterrar aquella frase de “yo no me meto en medio de un matrimonio”. Las peluqueras, por tu parte, recibirán cursos de formación para que puedan ayudar a esas mujeres, que asustadas, no saben dónde ir o qué hacer.
Tan sólo en lo que va de año en España han muerto más de 70 mujeres a manos de sus parejas y hay más de 50.000 hombres condenados por maltratar a sus mujeres, parejas o ex parejas desde 2005. A pesar de los esfuerzos por las Administraciones y la Justicia, los malos tratos a mujeres se agravan. Y si bien es cierto que la mayoría de las mujeres son queridas por sus maridos, los maltratadotes son “ruidosos”. Los medios de comunicación informan casi a diario de muertes de mujeres víctimas de la violencia de género. Y no olvidemos la polémica abierta estos últimos días tras la muerte de una mujer rumana a manos de su marido tras acudir a un reality show donde el marido, que tenía una orden de alejamiento, quería pedirla perdón y volver con ella. Esta mujer ni siquiera pudo negarse a acudir al programa, nadie le dijo que la persona de la que había “escapado” iba a estar ahí.
Las mujeres inmigrantes en España, también tienen mucho que decir: más de 20 de las mujeres asesinadas eran extranjeras. Aministía Internacional advierte en uno de sus informes que estas mujeres tienen más riesgos y mayores desventajas ante este tipo de violencia. “Tenía miedo por ser ilegal y que nadie me creyera. Él siempre me decía ¿dónde vas a ir? ¿quién va a creer en una extranjera ilegal?”, explica en el informe una mujer marroquí. Las mujeres inmigrantes se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad: desconocen los recursos; a veces, no comparten el idioma; tienen miedo de denunciar por no estar en situación legal y ser expulsadas del país.
Las peluquerías serían un gran punto de encuentro. Son lugares donde las mujeres comparten informaciones de su vida diaria y realizan confidencias. Son un microcosmos donde “ellas” se sienten seguras: cosméticos, tintes y revistas del corazón. La peluquería lleva a nuestras mentes a pensar en todo lo que consideramos como femenino. Y puede ser un gran paso. Que en ese lugar donde la mujer se siente más “mujer” pueda recibir asesoramiento y conozca cuáles son sus derechos.
El problema de los malos tratos, sin embargo, no es sólo “asunto de mujeres”. La sociedad tiene que sentirse parte del problema y también de la solución. Reprochar los comentarios machistas de un compañero de oficina, explicar a una amiga que los celos no son una “característica” masculina, apoyar a esa vecina asustada para que denuncie a su marido si la maltrata… son pequeñas cosas que todos podemos hacer. El “son cosas de matrimonio” debe desaparecer de nuestro vocabulario para alzar la voz contra los malos tratos. Así, nadie podrá acusarnos de permanecer en silencio mientras miles de mujeres gritaban socorro.
(*) Periodista
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